Y al tercer día de #30DiasEnBici, descansé. Granizando y tal, lo único que apetecía era no ir a misa otro domingo más
Pero por la tarde, envueltos en la providencial mantita apetece una merienda especial. Chocolate con churros. Y se pone en marcha la operación «bicichurro».
No cuesta gran cosa plantarse en la calle con la bici (unos rayos de sol primaveral hacían lo suyo) y salir pedaleando hacia Maica y volver a casa con la docena caliente.
Otra demostración de la impresionante utilidad de la bicicleta: proporcionar meriendas de lujo.