Revista Viajes

Día 34: Kathmandu-Delhi. De colada a una Boda India.

Por Ceciliacarolina

Hoy me levanté justo para llegar a la práctica de yoga de las 08:00 A.M en Holistic Yoga Ashrama contiguo al hotel. Adhikari G. Shyam me volvió a recibir y organizó una serie de posturas de Hata para la espalda, compartiendo la clase esta vez con otro practicante que venía de una pasantía en un Ashram de Puri entrenado total.
De regreso al hotel y previa larga ducha, disfrute nuevamente la paz de la terraza del Ambassador Garden House y de un copioso desayuno que incluyó omelette, tostadas y café en prensa Francesa, más jugo de naranja fresco y ensalada de fruta... un pequeño lujo para mi.
Partí a hacer mis compras, y a repasar Thamel, encontrando justo frente al hotel una galería nueva - Sagarmatha Bazzar- donde vendían mucha ropa de calidad superior al resto y de muy buen diseño, obviamente a precio turista (pero fijo, que entre tanto regateo ya es un descanso en sí mismo) destacando la ropa de algodón orgánico con certificación y de cashmere (la Pashmina de verdadero Cashmere, debe pasar por el interior de una anillo de mujer, el precio, eso sí precio no menor de 30 US.) 
Día 34: Kathmandu-Delhi. De colada a una Boda India.
Pasé a una tienda donde estos jóvenes muy simpáticos que la desarmaron para encontrar la chaqueta precisa para mi, me ofrecieron te y me mostraron todos los colores del mundo, incluidos varios tipos de rojo; la chaqueta correcta en realidad  fueron dos, una negra con bordado en rojo (Nepalí) de la cual me enamoré y una con bordado blanco más sencilla pero igual de linda, ambas por 80 U.S - no se si me salieron caras, o me timaron (aunque en India estaban a 1/3 más del precio)- pero acá no hay, y si llegaran costarían el triple... buen negocio para mi.
Y continué mi sesión en  Natural Fiber Pvt.Ltd, Eco Textil Garden (www.naturalfibernepal.com),  donde Raj- el gerente-me contaba que todos sus empleados estaban en una feria en la Embajada de no sé donde y el estaba solo. El pobre hizo todo el esfuerzo para atenderme, pero se notaba que ese no era su cargo, explicándome el negocio del desarrollo sustentable y el proceso productivo del algodón, y de la certificación de orgánico, sin saber los precios de ninguna mercadería, aunque en mi beneficio debo decir obtuve un mejor el descuento. (shawl de algodón orgánico por 20 U.S)
Terminada mi jornada de compras, me fui al aeropuerto en un taxi que pidió el recepcionista del hotel, previo pago de 300 rupias y 20 minutos después llegué a Tribhuvan Airport de regreso a India.
La revisión en el aeropuerto es lenta y cansadora, en la entrada hay registro corporal y escáner de equipaje, donde se etiqueta, valida y timbra cada pieza de equipaje, incluida la cartera y la cámara de fotos, el segundo control es de pasaporte, el que hay que sellar certificando la partida y el tercero es al inicio de la escalera para ingresar al avión donde revisan completo el equipaje de mano, y el cuerpo, otra vez, en filas separadas por género, todo muy demoroso...

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Los Himalaya desde el aire.


El vuelo Kingfisher, que compré on line desde Chile, por 134 US,  salió demorado 40 minutos, pero apenas se elevó me permitió una vista amplia de los Himalaya y de las nubes de algodón, un panorama bellísimo, que yo disfrutaba pegada a la ventana y por la pantalla de mi asiento, porque el avión tenía cámara por debajo y por atrás.
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El vuelo fue tranquilo, salvo por una breve, pero intensa turbulencia (pensé dramaticamente en que si era mi hora en ese momento, moriría feliz y en paz). El trayecto duró algo más de una hora , por lo que conforme lo planeado me reuní con Mahendra en el bellísimo Aeropuerto Indira Gandhi, que me volvió a recibir con sus hermosos counter coronados por Mudras gigantes.
Mahendra y Sundar me condujeron nuevamente al Hotel Godwin Deluxe (www.godwindeluxe.com/delhi-hotels.aspx) donde me asignaron una habitación más linda que la vez anterior, con amenidades, una decoración de lujo y un baño impecable automatizado y con ducha con hidromasaje :)
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Ese día Mahendra nos invitó a comer en el restaurante del Hotel a mi y a otro de sus pasajeros: Ramón, otro viajero solitario de origen Catalán, que iniciaba sus días en Delhi, y que resultó ser un verdadero caballero, encantador y por supuesto mi buen amigo hasta estos días.

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Mr. Corderroura y Mahendra.

Compartimos una linda cena, aunque con gusto a despedida para mi.
Mahendra ordenó varios platos que ya se me hacían conocidos como Dal, arroz Basmati y las infaltables Chapatis adobadas con Ghee y Paneer. Él y nos entretuvo todo el tiempo conversando e interrogándonos sobre nuestras experiencias en India, nuestras sensaciones y opiniones respecto de su empresa y como mejorarla.
Después que se retiró Mahendra, nos quedamos con Ramón en la terraza conversando al sabor de unos
Mojitos (sí, en Delhi) y bajamos a caminar por el barrio cercano a la estación de trenes siguiendo el sonido de unos tambores que resonaban en el aire.
Mi sorpresa fue máxima cuando a lo lejos divisamos a un hombre ataviado con un tocado de frutas y flores vestido de blanco arriba de un caballo blanco (lo más parecido al Príncipe Azul que jamás vería), rodeado por una procesión de percusionistas y de personas que portaban sobre sus cabezas candelabros enormes de luces blancas ... un verdadero espectáculo.
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Efectuadas las averiguaciones de rigor descubrimos que el hombre a caballo era un novio, y el matrimonio era justo frente a nuestro Hotel, así que nos instalamos discretos en una escalera viendo todo de lejos, acercándonos de a poquito muy disimulados al área donde se desarrollaría más tarde la ceremonia, detrás de la cual había un enorme Buffete de especialidades Indias, postres y agua.
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Y ahí el novio hizo su entrada triunfal, acompañado de su propia procesión de hombres, muy arreglados todos.
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Conforme nos íbamos acercando, las personas comenzaron a vernos con rostro amigable, invitándonos Chai y a participar en la ceremonia; ambos estábamos tímidos al respecto, porque considerábamos que sólo presenciar la ceremonia de lejos era un regalo, pero ellos insistián invitándonos incluso a la casa donde se estaba arreglando la novia.
Recorrimos el interior de la carpa alfombrada y muy decorada con flores y telas, donde pudimos ver los regalos con que el novio agasajaría a su novia, principalmente telas y joyas, y los regalos que los invitados llevaron, desde cómodas, closets, un plasma y  un equipo de aire acondicionado.
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Las mujeres estaban todas  bellísimas, con sus cabellos brillantes, trajes hermosos y sus manos tatuadas con Henna, y nos sonreían tímidas ocultándose un poco de nuestras curiosas cámaras que a esas alturas disparábamos con total relajo.
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Me pareció que recibir extranjeros en la boda era de buen augurio, por la calidez del trato que todos tuvieron con nosotros, pero quizás es solo la hospitalidad de esas personas generosas y gentiles que nos abrieron la entrada a esta ceremonia como si fuéramos uno más de la familia, de hecho, cada vez nos iban presentando a más parientes, ocupándose de nosotros uno de los tíos del novio, quien además dispuso que nos sirvieran comida y postres.

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El menú: Dhal, arroz, Chapatis y postre

Durante todo el tiempo estuvimos rodeados de niños que nos miraban curiosos, preocupados además que no  nos perdiéramos detalle de cuanto estaba ocurriendo.
Ellos posaban con toda naturalidad luciendo sus galas, pidiéndonos que les mostráramos las imágenes luego en la pantalla, un desorden total de risas y juegos...
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Conforme transcurrían los minutos la expectación iba aumentando para la llegada triunfal de la novia, quien llegó cerca de la 01:00 A.M. con un vestido lindísimo en tonos burdeo con ribetes dorados, muy maquillada y llena de joyas, acompañada por su madre y bajo un velo rojo que sostenían 6 galanes a su alrededor.
Se veía muy joven y para mi gusto algo asustada.
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En ese minuto ya los tambores sonaban al máximo y el tío que comandaba la ceremonia lanzaba con alegría rupias al cielo, que los niños se peleaban al caer ...
La novia se subió a la tarima, se enfrentó a su novio, lanzando sobre el tocado que llevaba en la cabeza una guirnalda con flores, bajando ésta suavemente por su cabeza y cuello, lo que despertó la locura de los asistentes quienes aplaudían a más no poder ... el momento culmine de la jornada.
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Luego de eso volvió la calma y los novios empezaron a posar para fotos y videos sobre sus arreglados sillones acompañados de sus familiares y amigos.

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Nosotros sintiéndonos felices y afortunados - habiendo cumplido con otro "must" la boda India, casi tan importante como encontrarse con un set de filmación de alguna película de Bollywood- comenzamos la despedida de regreso al hotel, distante a media cuadra, llevándonos las mejores imágenes de los rostros que nos acogieron generosos en su fiesta ...
Sobre todo de los niños :)
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Y los no tanto ...
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El más galante de la noche ... se  creía un verdadero Adonis...


Después de la explosión de color, música y sensaciones de la que fuimos espectadores privilegiados, me acosté con los tambores aún resonando en mis oídos, feliz y agradecida por la fortuna de poder ver algo así y sentir el cariño de las personas que celebraban una ocasión tan íntima con dos perfectos desconocidos ...
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