Revista Viajes

Día 5 – Quise regalarte

Por Marikaheiki

Me levanté duplicada, de mal humor. Hoy me desperté María en vez de Marina (una de esas personalidades de las tantas que me forman) y me quedé en la cama oyéndole al viento aullar. Dicen que este año no habrá verano. ¿Ni en el desierto?

Navegué por la nube y me encontré con esta frase: “escribir es aprender a liberarse a uno de las multitudes que lo forman” y me quedé pensando en todas las personillas caleidoscópicas que me corretean por dentro.  ¿Cómo hacerlas felices a todas a la vez? Me puse a divagar y me salieron algunas ideas. Hoy mi desafío es poner cada una de ellas en práctica y os invito a que vosotros lo hagáis también. Quién sabe si en alguna de ellas reside la llave de la felicidad (eso ha sido puro marketing, la llave  de la felicidad es la actitud ¡siempre! 

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Acércate a las cosas

Muchas veces no sentimos plenamente algo porque nos da miedo situarnos demasiado cerca, en la orilla, por si el tsunami nos arrastra. ¿No es mejor vivir ahora, plenamente, lo que nos ocurre, que pensar en el futuro que hubo algo que nunca llegamos a aprehender completamente? Quizá solo el hecho de oler una flor pueda proporcionarnos más sensaciones lindas que solo mirarla. La solución es dar siempre un paso más de lo que crees que debes.

Disfrútate

O lo que es lo mismo: concédete tiempo para regalarte pequeños placeres que solo aprecias tú. Para mí son (en orden decreciente): desayunar en modo leñador (o en modo arrasando, como prefieras), deambular por librerías cuando voy sin intención de comprar nada en concreto y encontrar tesoros, sonreírle a la gente por la calle porque sí (¿os hablé ya de que sonreír se contagia?), escuchar la lluvia detrás del cristal (y a veces también mojarme, por qué no) y pasear sin rumbo fijo.

Sé detallista

Presta atención al detalle y te parecerá que la riqueza del mundo crece en proporciones desorbitadas. Y además, ¿nunca has probado a jugar a tener detalles con la gente que te rodea? Son pequeños gestos que le alegran el día a uno. Mi preferido es el juego de las postales, ya he recopilado unas cincuenta o sesenta de muchas partes del mundo (os invito a jugar conmigo).

Empápate

Y no solo del agua de la tormenta: en cualquier parte y en boca y gestos de cualquier persona se esconden enseñanzas únicas. Únete al movimiento ser-esponja  (me lo acabo de inventar pero, ¿funcionaría?).

Lento sabe mejor

Todas las acciones cotidianas se pueden ralentizar hasta el punto de hacerlas disfrutables. La rapidez del mundo en que vivimos nos lleva a hacer las cosas casi siempre por inercia, pero cocinar, ducharse, ir al mercado, preparar café (y más si es para compartir), caminar de un punto a otro, incluso escribir, pueden llenarse de plenitud si estamos conscientes mientras las realizamos. Do it slow.

(Este es mi consejo favorito) Deja de ver las noticias

Como periodista desencantada decidí hace un tiempo que me importaba más lo que estaba ocurriendo a mi alrededor que aquello con lo que los medios intentaban martillearme continuamente. Suena frívolo, ¿verdad? No interesarse por nada de nada. Pero lo cierto es que he constatado que uno es más feliz cuando se preocupa por problemas que le atañen y a los que puede poner solución que cuando escucha de forma pasiva las cosas que ocurren en lugares a los que ni puede acceder o ni siquiera le cambian a uno la vida de forma directa. Abajo la televisión. He dicho.

Aprende a mirar

Quizá el más importante de todos, porque nos entrena en ver más allá de lo que tenemos ante nosotros (y de lo que solamente a nosotros nos importa). Aprendiendo a mirar se potencia la sensibilidad hacia la naturaleza, el arte, las personas y sus pequeñas historias maravillosas, y sobre todo uno se da cuenta de cuánta atención le prestamos a cosas que no merecen la pena y cuánto poco a las cosas que sí. Ah, y mira hacia atrás de vez en cuando al caminar, siempre hay otro paisaje allí, el mundo no se acaba con tus pasos.

Comparte

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Sé creativo

En realidad no es tan difícil. Siempre nos parece que nosotros no tenemos de eso, que el “ser creativo” es solo cualidad de unos pocos, pero no es cierto. Es tan simple como dedicarle diez minutos a dejar la mente ir, desinhibir las fronteras y límites que nos atan y ponerse a hacer una actividad que nos haga disfrutar. Está ahí, esperando, deja a tu creatividad nacer.

Pierde el reloj

No hay peor mal que el sentirse a merced del tiempo. El tiempo es tuyo, te pertenece, así que no le regales al reloj el poder de manejarlo.

Fue un poco menos personal hoy, pero también es bonito que no solo yo hable. Hoy quería regalar algo, y aquí está. Y me encantaría que cada cual compartiera los que creen que son los preceptos básicos de una vida plena y feliz, ¡así que animaos!

 


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