Amenecimos bien temprano en nuestro último día de recorrido del Carrusel Colonial, con las campanadas de la Catedral situada frente a nuestro balcón y no nos quedo otra que levantarnos y bajar a tomar desayuno en el subterráneo del Hotel Misiones de Morelia: un buffete super surtido, con fruta, panes y quequitos para nuestro deleite.
Salimos con Miguel nuestro guía a caminar por los puntos más importantes de la ciudad, que a esa hora empezaba a despertar bajo el sol, pero con sus calles aun mojadas por la lluvia que habría caído en la noche, que nosotras no sentimos.
Morelia, tal como lo define la página que promueve el turismo del estado (www.visitmichoacan.com.mex) es la capital de Michoacán y cabecera del municipio del mismo nombre, fundada por el Virrey Don Antonio de Mendoza el 18 de mayo de 1541, desde 1828 es nombrada "Morelia" en honor a su hijo más ilustre don José María Morelos y Pavón, uno de los más grandes héroes de la Independencia de México
Comenzamos nuestro recorrido por esta ciudad Patrimonio de la Humanidad por uno de sus atractivos más queridos: la Iglesia y Convento de San Francisco que data de 1610 y que hoy sirve de asiento a la Casa de las Artesanías.
La misa transcurría en tiempo real, con incienso a la antigua ....
Paseamos por los pasillos del que supongo habrá sido el convento, hoy dedicado únicamente a las artesanías, en mimbre y madera, que revelaban los más lindos y vivos colores y formas inspiradas en la naturaleza en su más original expresión.
Saliendo de allí caminamos un par de cuadras y llegamos a la Casa Morelos, donde aquel habría nacido en 1765 y donde hoy funciona un museo y una sala donde el mismísimo José María - en versión animatronic- nos cuenta a nosotras y a un revoltoso curso de enseñanza pre básica, la historia de la independencia del país y de su propio papel en esta conquista de la dignidad y orgullo nacional que significó la escisión con la Corona Española.
Después de la arenga insurgente, continuamos caminando de regreso a la Plaza de Armas, a través de las calles adoquinadas y decoradas con Faroles, de cada cual colgaba un pequeño banderín con los colores de la bandera Mexicana y la silueta de Morelos, hijo querido e inspirador de la ciudad hasta nuestros días.
Cruzamos la avenida y continuamos la caminata hacia la Plaza Cervantes, dedicada al célebre escritor, y que incluye por su puesto su estatua enclavada en un paseo bellísimo.
Cruzamos a conocer el Conservatorio de las Rosas, cuyo edificio creado en 1743 fue otrora convento, convertido a Conservatorio de Música en tiempos de la reforma y que hasta hoy funciona como tal, recibiéndonos al son de "In my place" de Coldplay en piano ... fue surrealista sentarnos en el patio solo a escuchar la música actual en un edificio de casi 300 años y disfrutar del sol bajo sus arboles antiguos.
Seguimos nuestro recorrido después de ese momento tan especial, hacia la Biblioteca Publica, que tal como otros edificios que tuvieron orígenes religiosos, fueron después secularizados y convertidos a la cultura en el proceso de la Reforma. Hoy, alrededor de la nave de la antigua iglesia, el edificio exhibe miles de volúmenes, consultados por varios de los estudiantes que ocupaban el lugar a esa hora.
Luego de la visita, cruzamos la calle y dimos con la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, donde el mismísimo Miguel Hidalgo fue estudiante y luego Rector, y que es reconocida como el semillero de las ideas independentistas.
Para aprovechar el tiempo libre que nos quedó después del recorrido arquitectónico, nos fuimos de inmediato al Mercado de Dulces y Artesanía, que además de ser un lugar muy lindo esta repleto de tiendas donde venden las más deliciosas especialidades mexicanas, sobretodo los dulces, así que enloquecimos elevando los niveles de azúcar en la sangre, probando todos los turrones y dulces que nos ofrecían todos los amables locatarios, aprovechando además de comprar nuestras favoritas Sevillanas, que es una oblea suavecita rellena de Cajeta, además de varios chocolates también deliciosos.
El mercado también tiene artesanía a súper buenos precios, por lo que aprovechamos de comprar algunos recuerdos, particularmente magnetos dedicados al más importante símbolo "natural" de la zona: la mariposa Monarca que año a año plaga la zona de sus colores naranjo y negro cuando migran miles y miles de ellas desde Canadá a los bosques Michoacanos.
Terminado nuestro tiempo libre nos reunimos a almorzar con nuestro guía Miguel en el Hotel Casino, justo frente a la Plaza de Armas y al lado de nuestro hotel.
El nos despidió habiendo finalizado nuestro viaje por la historia Mexicana, ofreciéndonos un menú de especialidades de la zona: primero Sopa Tarasca, (que ya habíamos probado en Patzcuaro), Filete de Pescado cubierto con confitura de coco y una suave salsa de aguacate exquisito, sellando con un "Vigilante", compuesto de Ate con queso, un postre muy tradicional parecido al Dulce de membrillo, pero de Guayaba, acompañado de un queso parecido al Mascaropone, muy, pero muy rico ....
Terminado nuestro grato almuerzo emprendimos el regreso a D.F., después de estos seis lindos días en que recorrimos Queretaro, Sami Miguel Guanajuato, Guadalajara, Tlaquepaque, Patzcuaro y Morelia, internándonos en la intensa y fascinante historia del país: desde la conquista, pasando por la conspiración y el proceso independentista, el Porfiriato, la Reforma de Juarez y las decenas de pequeñas y grandes revoluciones que han impreso carácter a estas ciudades modernas en la actualidad, pero orgullosas de su origen y preocupadas de su conservación para las futuras generaciones.
Recorrimos de regreso los casi 300 kilómetros que separan ambas ciudades, en un poco más de tres horas, encontrando al llegar al D.F. uno de los atochamientos de los que nos esperábamos.
Llegamos finalmente a nuestro hotel Holiday Inn Zócalo, situado en pleno centro de la ciudad, despidiéndonos de nuestro ya querido guía Miguel con un pequeño obsequio, pues recordamos que ese día era su Santo, agradeciéndole de corazón por la paciencia, las atenciones y por habernos mostrado en forma tan sencilla y sincera esa porción de su país a través de la historia, la religión (su favorita) y la comida, la que nos animaba a probar y disfrutar.
Nos instalamos en la misma habitación donde alojamos nuestros primeros días en D.F, sintiéndonos felices de la elección del Hotel, por la estupenda atención y por sobre todo la locación, que nos permitía medir y sentir el alma de la ciudad que transcurre en el Zócalo que ebullía en actividad a esa hora.
Salimos a recorrer los alrededores y además a visitar uno de los "must" de la ciudad: el Bar La Opera, (www.barlaopera.com), que data de 1876 y que es conocido como el bar de más tradición de todo México.
Desde nuestra llegada fue todo fiesta, el coqueto Metre, nos ubicó en una estupenda mesa, nos sugirió Botanas y nos contó la historia del lugar y de sus ilustres visitantes, posando en nuestras fotos y sugiriéndonos tomas más entretenidas en la barra y en la puerta del local.
Ordenamos solo algo para picotear, siguiendo ya nuestra auto impuesta "Ruta del Guacamole" y unas cervezas, dedicándonos mayormente a disfrutar de la onda del lugar muy relajado y lleno de gente joven y mayor, locales y extranjeros.
Nuestro improvisado anfitrión nos contó que si bien el Bar al principio de sus tiempos recibía a los más granado de la sociedad capitalina, incluyendo asiduas visitas del mismísimo Porfirio Díaz, luego de la Revolución también sirvió de lugar de reunión a los Zapatistas, siendo frecuentado incluso por Pancho Villa, quien animado por la bebida disparó al techo, permaneciendo su "recuerdo" hasta nuestros días, atrayendo a varios curiosos, incluidas nosotras obviamente :)
Después de tan grato momento volvimos caminando lento al Hotel, del cual nos separaban solo un par de cuadras, subimos en un casi ritual diario a la terraza a ver como la vida en el Zócalo iba lentamente apagándose, y como nosotras también, nos fuimos a descansar y planear nuestra próxima jornada: a disfrutar el Distrito Federal !