Miércoles 7 de abril. Paseo a media tarde con solazo y un viento frío que te arrancaba las pegatinas y congelaba la nariz. Relajante.
De la pasada por un concesionario de Wolkswagen de esta mañana no os voy a contar nada. Me costaría describir con ecuanimidad la suma asfixiante de la falta de estilo del espacio y la desvergüenza en el trato con la clientela. Horror en el hipermercado de cacharros.