Revista Viajes

Día 9: caminando el D.F.

Por Ceciliacarolina
Después de una seguidilla de madrugones decidimos ese día dormir hasta tarde y tomar desayuno con calma, como era ya usual desde la terraza del Hotel Holiday Inn, con vista estupenda a la Catedral y Zócalo a esa hora a full actividad.
El plan para ese día era sólo recorrer la ciudad y comprar recuerdos, así que caminamos hacia la zona trasera de la Catedral, buscando los centros joyeros donde - conforme nos habían indicado- encontraríamos muy buena plata y a estupendos precios; encontramos así  dos pasajes llenos de pequeños locales en calle Colombia dedicados a la plata y joyería de acero inoxidable: la verdad los precios estaban buenos, pero los diseños no eran muy modernos ... igual compramos algunos recuerdos y un par de pulseras de buena plata (y no de Alpaca como los de Teotihuacan).
Como era nuestro último día en D.F. en nuestro plan lo teníamos reservado para las compras, así que después de lasa joyas y por recomendación de nuestra buena amiga Adriana, abordamos el Metro en Zócalo con dirección a la Estación Balderas para visitar el Mercado de Artesanías de la Ciudadela.
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Este mercado que data de los años 60, alberga más de 300 locales de artesanía proveniente de casi todos los estados de México, de hecho encontramos todas las piezas de cerámica y vidrio que nos habían encantado en nuestro recorrido colonial y a súper buenos precios.
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Encontramos también una tienda (en la foto) donde su vendedor nos explicó todo sobre la lucha libre y sus exponentes, desde el mítico Enmascarado de Plata y el Endemoniado Azul (Blue Demon), indicándome el mejor regalo para mis sobrinos de 15 y 12 años, que quedaron felices con su selección (y la tía feliz con sus caritas)
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Y seguimos la caminata al ritmo lento del vitrineo por los locales en que tenían cientos de blusas bordadas con todos los colores ... y conociendo piedras, como la que se convirtió en mi favorita, la Aventurina Azul, o la Piedra de la Eternidad, que conforme me explicó la amable señora tenía propiedades anti estrés. 
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Terminado nuestro paseo, decidimos cada una seguir su plan de compras, así que yo tomé el metro con dirección a los bosques de Chapultepec, el parque urbano más grande de América Latina, para luego ir a re visitar el Museo Arqueológico, pero siendo día Lunes, estaba todo, pero todo cerrado, (obvio que yo no sabía), así que decidí regresar caminando al centro por el lindo Paseo de la Reforma.
Deambulando calle abajo me encontré con la primera sorpresa, el Centro Cultural Digital, presidido por una controversial torre de cuarzo de 104 metros de altura,  más conocida como Estela de Luz, erigida con ocasión de las obras del Bicentenario y Centenario de la Revolución Mexicana.

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Si bien la altura de la torre es importante y la elevan como hito del sector, me llamó la atención poderosamente  porque tiene en una de sus paredes escrito en cobre la frase tan querida para los chilenos por la cual nos enteramos del milagro de los 33 mineros encontrados con vida en el accidente de la mina San José en agosto de 2010, después de 17 días enterrados:"estamos bien en el refugio los 33" ...
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Seguí caminando por el paseo, lo que fue un agrado, estaba lleno de gente que usaba el espacio urbano con total propiedad.
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Así me fui encontrando con los iconos de la ciudad, la Fuente de Diana y el Ángel de la Independencia.
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Además de los edificios mas modernos, de la llamada "zona fresa", todos rodeados de áreas verdes, súper bien cuidadas.
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Hice una parada en Reforma 222, centro comercial donde pude pasar a hacerme una rápida Manicure en Originails, donde quedé  impresionada por la profesionalización del servicio que me ofrecieron y a precio bastante similar al de acá. 
Continué mi paseo comercial visitando la disquería MixUp, donde aluciné (como es usual para mi),  M.A.C a precios regalados, Bershka (que acá no hay), librería Porrúa y los zapatos Vogga, de muy buena confección Mexicana y estupendo diseño.
Caminé lo que me restaba de Reforma hasta el paseo Juarez, y tomé la calle Madero para regresar a Zócalo, no sin antes detenerme en la bellísima Casa de los Azulejos, con el que había quedado encantada el primer día y que hoy sirve de asiento a la tienda Sanborns.
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Visité además la Iglesia de San Francisco parte de una edificación erigida en los tiempos de Cortez, y que hoy funcionaba a plena capacidad, incluyendo las religiosas vendiendo dulces en su puerta (como nos recordar la delicia local de Querétaro con el bizarro nombre "Pedos de Monja")

Día 9: caminando el D.F.
Día 9: caminando el D.F.
Llegué al hotel donde nos reunimos con mi amiga Rocío quien a su vez había ejecutado con maestría su jornada de compras por el centro de la ciudad, haciéndose de varios vestidos ( ... y una maleta... jijiji), y comenzamos la ingrata tarea de armar las maletas, ya con gusto a despedida.
Caminamos al que sería uno de nuestros lugares favoritos de la ciudad y que bien vale un bis: el Café de Tacuba nos  recibió atento nuevamente y pudimos probar sus especialidades al ritmo de la música que interpretaban cuatro sentidos artistas.
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Para comer elegimos los usuales antojitos, y el plato estrella Chiles en Nogada, que como es estacional hay que pedirlo con mucha anticipación. 
Esta delicia es creación de las monjas de Puebla, quienes para agasajar al ejercito independentista Agustín de Iturbide crearon este plato que combinaba los colores de la bandera de la naciente nación: el verde del Chile Poblano, el blanco de la salsa nogada y el rojo de las Granadas.
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Además de disfrutar los sabores y colores de nuestro plato, pudimos disfrutar nuevamente de la onda del restaurante, de su estupenda atención y de la belleza del edificio que lo alberga, que data del siglo XVII.
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De regreso al hotel solo nos quedó despedirnos del Restaurante Balcón del Zócalo, donde ordenamos Mexican Flag, repitiendo la experiencia del primer día, disfrutamos nuevamente del sabor que queda de la mezcla del tequila reposado, sangrita y jugo de limón y brindamos por el fin de esta etapa y por el inicio de la etapa playera que comenzaría al día siguiente, felices y agradecidas por el regalo que fue nuestra experiencia Chilanga, la que sin duda volveremos a repetir.  
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