Iniciamos este día especial de un salto y bien temprano, entusiasmadísimas, pues veríamos una maravilla del mundo, declarada Patrimonio de la Humanidad por UNESCO y además centro energético de la talla de las pirámides de Egipto, la puerta del Sol en Tiahuanaco, Chichén Itza y Stonehenge.Tomamos desayuno en el restaurante de nuestro Hotel La Terrasse des Elephants, donde nos consintieron con todo, brindándonos un menú con dos opciones, eligiendo yo la que incluía French Toast, frutas y una café delicioso. A las 09:00 nos pasó a buscar nuestro conductor, conseguido por la recepción del hotel, quien por 25 dólares nos presentaría Angkor en los dos días que pasaríamos en la zona. El joven, no hablaba mucho inglés, pero mapa en mano nos explicó los dos circuitos, determinando además que lo haríamos al revés del normal de los turistas.El sitio de los templos está situado a 5 kilómetros al norte de la ciudad de Siem Riep, a las orillas del rio Angkor y se extiende por más de 1.000 kilómetros cuadrados en medio de la jungla Camboyana. A la entrada nos bajamos del tuk tuk, para pagar la entrada y sacarnos la foto que quedaría estampada en nuestro ticket, el que debíamos mostrar en cada punto de control. El precio de la entrada son 20 USD para un día y 40USD para tres jornadas.
Una vez dentro del sitio, paseamos con la boca abierta por la estrecha carretera queriendo lanzarnos de inmediato a conocer Angkor Wat- centro político, económico y religioso del Imperio Khmer- pero que en nuestro recorrido estaba reservado para el día siguiente.
Iniciamos la vista en Baksei Chamkrong luego de subir una suave colinita, que nos permitió además una vista amplia del sitio, incluido el templo principal. Subimos las escaleras en reparación y entramos al pequeño templo hindú situado en su cima dedicado a Lord Shiva. (944-968).
El santuario a esa hora ya estaba lleno de ofrendas humeantes…
Nos contaron otras personas que este es “EL” lugar para ver el atardecer, incluyendo un ascenso en elefante que hace más simpática la visita. Nosotras, nos conformamos ahí con disfrutar la luz clara del día, intentando dimensionar un poco la extensión del lugar, e intentar imaginarnos como la selva se fue tragando de a poco los distintos edificios y lo que debe haber sido haberlos descubierto entre la jungla, aun cuando nos contaron que jamás estuvo totalmente abandonado, morándolos los monjes a través de los años, incluso hasta hoy.
Continuamos el recorrido ingresando al área de Angkor Thom- la ciudad real de los Khmer- atravesando un puente de roca con figuras talladas en su baranda, que entre todas sostienen una serpiente, dándonos la bienvenida una puerta conocida como Torre de las cuatro caras.
Una vez dentro circulamos por una pequeña calle, cruzándonos con personas circulando en todo tipo de medios de transporte, incluyendo elefantes vestidos con coloridas capotas.
Nos estacionamos y convenimos con el conductor un punto de encuentro (debimos memorizar el número de conductor estampado en la chaqueta y lo más característico de nuestro tuk tuk porque en los estacionamientos hay cientos y todos más o menos parecidos: la clave del nuestro, el techo con un vinilo de oso panda) y nos fuimos a caminar.Me quedé sola largo tiempo fuera del Templo de Bayon - uno de los más conocidos por la cantidad de rostros que adornan sus pirámides- tratando de memorizarlo, y sacando tantas fotos como pudiera para hacerle justicia a su magnificencia.
Me maravillé observando las Apsaras finamente talladas o en bajo relieve, que me recordaron de inmediato a Kajhuraho y las miles contorsiones que hacía para copiar las poses danzarinas de estas Bailarinas Celestiales, herencia de la mitología India.
El Templo de Bayon, fue de los últimos en ser levantado entre los siglos XII y XIII para el Rey Budista Jayavarman VII y es un lugar con una tremenda energía, aun cuando se diluye un poco con la ansiedad de los visitantes por obtener la mejor foto sin que aparezcan otras personas.
Aunque desconoce exactamente la identidad de los 216 rostros, teorizándose si son del mismo Rey, Buda u otros iluminados, todas ellas evidencian una leve sonrisa, aunque lo más importante es la paz que trasmiten … sabía en ese momento que cada toma sería mi fondo de pantalla y la imagen a la que recurría un día malo de trabajo en el futuro.
En el área interior funcionaba un santuario, donde se reunían los fieles a ofrendar, me imagino- como yo- agradecidos a no dar más por la fortuna de poder ver una maravilla así.
A la salida seguí recolectando postales, no queriéndome ir, pero sabiendo que aún me quedaban más maravillas que ver.
Saliendo de ahí cruzamos caminando hacia el imponente Prasat Baphuon - una pirámide escalonada de 43 metros de altura que data del siglo XV- dedicado en sus inicios a Lord Shiva, y por lo tanto el más estricto en código de vestuario que vi (no shorts, no camiseta sin manga) y yo, caí cual principiante y no pude entrar por ir con los hombros descubiertos (nada escandaloso, lo prometo).
Me quedé afuera largo rato observando las lagunas contiguas y el flujo sin cesar de visitantes quienes, no con poca dificultad subían sus escalones, y me devolví por una gran pasarela, para continuar mi recorrido personal por las terrazas que me aguardaban bellamente talladas.
Primero está la Terraza del Rey Leproso, llamada así por la estatua humana desmembrada, que habría servido en la antigüedad de asiento a algunas edificaciones y continué luego con total calma deteniéndome en cada detalle de la Terraza de los Elefantes (que además le da el nombre al bello hotel donde nos quedamos), que con sus 350 metros de extensión, servía de emplazamiento real para presenciar toda clase de desfiles y celebraciones y de pasarela de comunicación entre los Templos allí situados.
Los elefantes tallados les dan el nombre, pero también hay varias criaturas que sobresalen de sus esquinas, y varios otros guardianes inmortalizados en roca y arenisca.
Avanzando un poquito encontré Phimeanakas, conocido también como Castillo del Aire, que sirvió históricamente de asentamiento al monarca, pero también de sede del mito Khmer conforme el cual se decía que aquel debía yacer todas las noches con una mujer serpiente para escapar del infortunio y asegurar la continuidad del linaje.
Seguí caminando por la terraza de los elefantes para encontrar a mi conductor, topándome con una tierna señora y su niñita, a la que me dejó fotografiar todo lo que quisiera, ofreciéndome ambas unas pulseras de paja que estaba entretejiendo ahí mismo, muy baratas además, las que compré y me calcé de inmediato.
Caminé otro poquito hasta el fin de la terraza, y, una vez reunidas con mi amiga y nuestro conductor, hidratadas y refrescadas además porque hacía muchísimo calor, en el área de servicios y restaurantes continuamos el recorrido hacia otro sector.
Nos trasladamos en tuk tuk por una breve distancia hacia Preah Khan, que data del siglo XII, y que además de templo sirvió de asiento a una Universidad y a un monasterio Budista que llegó a albergar más de 1.000 monjes, contando con biblioteca, un hospital , y sala de danzas y música.
Este sitio, que además es conocido como la Espada Sagrada de Angkor, está compuesto por una serie de pasillos y recovecos que esconden pequeños lugares de adoración, desde una estupa Budista, hasta altares consagrados a la Trimuti del panteón Hindu.
Una vez en la estupa sagrada situada al centro exacto del sitio, un encargado nos invitó a girar a su alrededor y compartió algunas varas de incienso para ofrendar, cuando llega otro asistente y nos guía por los pasillos hacia un altar dedicado a Lord Visnu, acompañado de varias figuras de la Garuda.
Caminamos con calma desprevenidas entre los recovecos que daban cuenta del paso del tiempo, y entre vuelta y vuelta aparecían nuevos rincones y pequeños patios, uno más encantadores que el anterior (Ahí le di toda la razón a la guía que nos regaló el conductor, la que define el sitio: "full of carvings, pasajes and photo oportunities" y no queda corta).
Saliendo de la Estupa me encontré de frente con la imagen irónica de las raíces que han ido ganando terreno y montando las edificaciones colándose entre las piedras …
Las raíces gigantes que tan bonitas que vemos, producen un tremendo daño a los templos, por lo que ha sido necesaria guiar su crecimiento, apuntalarlas y generar otras varias
obras de conservación financiadas por capital extranjero y el fondo APSARA.Vistamos a continuación el Preah Neak Pean, o templo de las serpientes entrelazadas, al que se accede por una pasarela de madera situada sobre un lago. Si bien no se puede ingresar al templo verlo desde fuera ya es una maravilla, y un descanso, porque es bien diferente a todos los demás.
Se dice que las aguas que rodean este Templo Budista, que data del siglo XII, tenían poderes curativos, y que por tanto servían para rituales de purificación.
A la salida por sobre la pasarela, se asentaban algunos hombres con sus cuerpos dañados por minas antipersonales tocando música y vendiendo sus discos, en beneficio de la corporación que los agrupa.
Desde ahí abordamos de nuevo al tuk tuk para visitar Prasat Ta Som, que es un templo precioso, también dedicado al Budismo y que al igual de los demás data del siglo XII y que es una especie de versión miniatura de Ta Prohm.
La foto clásica en este sitio es la de la Gopura Este, en cuya puerta creció un árbol que literalmente se la comió, metiendo sus raíces curiosas hasta "el corazón de la piedra", según mi guía (no sabía que tenía, debo decir).
Saliendo de allí nuestro conductor nos llevó donde él pensaba que aprovecharíamos mejor la luz el atardecer: East Mebon, erigido en el siglo X, en honor a lord Shiva, y que se encuentra coronado por 5 torres, para honrar a los padres del monarca.
Nos recibieron varios vendedores, mayormente de libros y acuarelas, quienes con sus obras llenaban de color a la arenisca de las construcciones.
Este Templo es el que me pareció mayormente decorado, tanto sus torres, el templo situado en su tope, y sus terrazas que cuentan con 4 estatuas de elefantes.
Si bien la terraza del templo permitía una vista amplia a la selva y algunos templos, decidimos con Mariela no esperar al día siguiente e ir de inmediato a Angkor Wat, motivadas por la vista rápida de la mañana, y porque además era el ícono que más nos invitaba, sin desmerecer las otras maravillas que visitamos este día.
Y fue así como nuestro conductor, un poco desconcertado, nos dejó por detrás de Angkor Wat, entrando al sitio principal al revés.
Caminamos ansiosas para encontrarnos cerca lo más cerca del Templo cuando cayera el sol, encontrándonos con varios visitantes con los mismos planes y además de un montón de monos que se acercaban curiosos y golosos a los turistas para ver si caía algo para comer.
Nos situamos frente a frente del Templo principal y mejor conservado de todo el sitio ("visually, architectually and artistically breathtaking", según mi guía, que nuevamente no se queda corta), detrás del estanque que además permite ver su reflejo y desde ahí fue un continuo de fotografiar y fotografiar aprovechando las distintas tonalidades del atardecer.
La octava maravilla del mundo, frente a mis ojos !!!
Después de haber estado con la boca abierta por largo rato, maravillada con la magnificencia del lugar emprendimos la retirada, no sin dejar de voltearme cada vez que pude, para no perderme detalle, y fascinada con la idea que al día siguiente tendría todo el tiempo para visitar sus esplendor.
Antes de irnos recorrimos las galerías externas, que además de estar profusamente decoradas con barrotes tallados y bajo relieves, albergan varias figuras de Buda, a la que los fieles honraban frente a nosotras.
Salimos resistiéndonos pero sabiéndonos ya encima de la hora del cierre, y disparando la cámara como enajenada para registrarlo todo y poder traer a casa algo de esa energía …
En el sitio del estacionamiento debimos esforzamos al máximo para encontrar nuestro tuk tuk 8189, lo que no fue fácil, porque estaba repleto y todos son muy similares … de todas maneras perderse no era tan terrible, porque el trayecto de regreso sólo salía 5 dólares.
Una vez de regreso en el hotel, refrescadas y rociadas con repelente, nos quedamos disfrutando de las instalaciones, bellamente decoradas con lotos abiertos, usando wi fi (free), aunque un poco inquieta con la cantidad de lagartijas que apaciblemente descansaban en el techo.
Salimos a dar una vuelta al Night Market, y a comer algo a Temple Balcony, para luego seguir vitrineando productos, mayormente estuches de un algodón preciosos, pinturas y palitos para comer, a súper buenos precios (más barato que Tailandia).
Obviamente considerando la oferta recaímos- al igual que la noche anterior- ante el encanto del SPA callejero, sumergiendo las patitas cansadas con tanto recorrido durante el día para que los pececillos Dr Fish las dejara a punto para nuestros recorridos siguientes.
Como la competencia era tan fuerte el combo que incluía inmersión de pies, masaje de cuello y hombros y pies, lo ofrecían por 3 US (30 minutos en total), por lo que nos quedamos largo rato allí, incluyendo un bis para honrar a nuestras agotadas piernas.
Ya avanzada la noche, nos fuimos al hotel de vuelta a prepararnos para la jornada del día siguiente que incluiría dos imperdibles Angkor Wat en su esplendor y Ta Phrom. Subimos a conversar a orillas de la piscina, que además tenía una replica de Bayon, para asegurarnos que estábamos despiertas y viviendo esta maravilla y que no era un sueño :)