Revista Opinión
Hoy se celebra el Día de la Biblioteca, una conmemoración que, como todas las jornadas conmemorativas, más que celebrar la conquista de un logro, en este caso la existencia de esos recintos donde se acumula el conocimiento impreso, sirve más bien para denunciar las deficiencias que aún arrastran y la escasa atención que le prestan los ciudadanos, amantes antes de los móviles que de la lectura.
Sin embargo, este día me trae a la memoria recuerdos infantiles de cuando acudía a la biblioteca ubicada frente a mi casa para entretenerme con la lectura de tebeos y, en ocasiones, realizar los trabajos que me imponían en el colegio. No debí pasarlo tan mal entre aquellos anaqueles repletos de libros si la impresión que me causa el recuerdo es placentera.
También rememoro seguir con la misma costumbre durante la adolescencia, hábito que me hacía acudir periódicamente a la biblioteca pública de la calle Rioja, en pleno centro de Sevilla. Allí comencé a hojear algunos títulos de filosofía cuando me cansaba de consultar obras de astronomía y astronáutica, por entonces, mis temas preferidos.
Actualmente, apenas piso una biblioteca aunque siga siendo un lector contumaz. He ido, desde los lejanos tiempos de la niñez, construyendo mi propia biblioteca, inducido por esa manía de poseer cuanto libro me interesa leer. No soy capaz de leer un libro prestado ni en soporte digital, ya que el diálogo que establezco con un texto es tan íntimo que he de conservarlo siempre próximo y en disposición de poder retomarlo cuando se me antoje, sin más mediación que alargar la mano.
Hoy, cuando se celebra el Día de la Biblioteca, miro la mía particular y me llenan de orgullo esas baldas atiborradas de unos objetos que atesoran un saber que me ha sido más útil que todo el conocimiento que haya podido adquirir con mi formación académica. Ni qué decir tiene que mi concepto de felicidad está ligado a ese rincón de mi casa lleno de libros. Mi Día de la Biblioteca son todos los días del año. Por eso me causa tristeza que haya que dedicarle sólo una jornada. No lo puedo remediar.