La crisis acentúa los problemas de los pacientes con dermatitis atópica.
Un 10% de la población se halla afectado por esta enfermedad, que se da sobre todo en niños y adolescentes, y en la que el estrés desempeña un papel determinante en la aparición de brotes.
Aproximadamente un 10% de la población tiene dermatitis atópica (DA), una enfermedad que tiene una especial incidencia en niños y adolescentes; de hecho, supone hasta un 5% de las consultas pediátricas y la mitad de las consultas de Dermatología Pediátrica.
Al dolor, picor y molestias físicas generales que provoca el que pasa por ser uno de los trastornos dermatológicos más frecuentes en nuestro medio, se unen los problemas psicológicos, la incomprensión y las limitaciones de todo tipo que sufren los pacientes. Para concienciar a la ciudadanía acerca de este problema de salud, de creciente incidencia en nuestro país, ayer se celebró el IV Día de la Dermatitis Atópica, impulsado por la Asociación de Familiares y Pacientes de Dermatitis Atópica (ADEA) y que cuenta con la colaboración de Astellas, Isdín, Leti y Stada.
Como resalta la presidenta de ADEA, Mercedes González Labrador, “la idea de celebrar un día de la Dermatitis Atópica obedece a la necesidad de dar a conocer la enfermedad, eliminar ciertos mitos y conocernos los enfermos cara a cara”. En esta ocasión, la celebración de este Día coincide con la emisión en TVE de un documental, patrocinado por Laboratorios Leti, titulado ‘Barreras’, que trata sobre las implicaciones que tiene la enfermedad para un adolescente. Además, se presenta el libro ‘Experiencias en Dermatitis Atópica’, patrocinado por Stada, que resume en fotografías y en testimonios casi una decena de vivencias personales que subrayan la trascendencia sociosanitaria, económica y personal de este trastorno.
Un drama personal y familiar
El picor es uno de los principales rasgos de esta enfermedad y, sin duda, uno de los que más impacto psicológico y físico causa al paciente. Según la presidenta de ADEA, “el picor es el peor problema de los atópicos, puesto que convierte nuestro día a día en un infierno”. Sin embargo, lamenta, “los dermatólogos disponen de pocos recursos y suelen prescribir medicamentos que pueden producir una fuerte somnolencia para controlarnos el picor”.
Para la máxima responsable de ADEA, “es crucial insistir en la puesta en marcha de las medidas profilácticas y terapéuticas adecuadas”. Y es que, a su juicio, “el paciente no siempre hace lo que más le conviene”. Tal y como se pone de relieve en el documental ‘Barreras’, y como subraya la presidenta de ADEA, “como es una enfermedad crónica y sin cura conocida, todos los enfermos buscamos otras soluciones fuera de la medicina tradicional. Aún no tenemos la conciencia de que es crónica, pero el mensaje que debemos dar es que se puede disfrutar de una buena calidad de vida siguiendo las recomendaciones médicas”.
Lo que resulta evidente son las nefastas consecuencias de esta enfermedad. “La peor consecuencia es, sin duda, la desesperación”, apunta González, quien añade que “los familiares y los enfermos llegan (llegamos) a tener ataques de ansiedad por la intranquilidad que producen los brotes de dermatitis atópica y la desesperación de no poder terminar con ellos”. Además, recalca, “muchos enfermos sufren brotes en la cara o zonas visibles del cuerpo, y eso afecta mucho a su seguridad personal y autoestima”.
Un problema creciente
La frecuencia de la dermatitis atópica se ha incrementado sustancialmente, de 2 a 5 veces, a nivel mundial en los últimos 20 años. El estilo de vida occidental, el aumento de la edad materna, la polución, el tabaquismo materno, la migración de áreas rurales a centros urbanos o los cambios ambientales, así como la exposición temprana a pólenes, ácaros o alergenos, están facilitando la extensión de esta enfermedad en individuos genéticamente susceptibles.
“Su alta frecuencia, su controvertido tratamiento, el impacto negativo que tiene sobre la calidad de vida de padres e hijos y la cierta incomprensión y desconocimiento social que sigue existiendo en relación con este trastorno ponen de manifiesto la necesidad de convocar este Día de la dermatitis atópica”, afirma la presidenta de ADEA. Según añade, “queremos hacer una llamada de atención sobre la dimensión que está adquiriendo un problema en claro crecimiento, para el que reclamamos una más seria dedicación en atención médica e investigación básica”.
Actualmente se estima que entre el 5 y el 15% de la población general padece DA, un trastorno dermatológico crónico que llegan a sufrir cerca del 20% de los niños. Sus consecuencias van desde la vertiente económica hasta de relaciones sociales, y tiene un impacto negativo en los estudios/trabajo y la calidad de vida de los afectados. “Noches de sueño interrumpido y de mala calidad, cuidados especiales con la alimentación, atención pormenorizada en el lavado de ropas y su composición, utilización de jabones específicos o la necesidad de hacer un secado especial de la piel son algunas de las múltiples consecuencias que sufren los afectados por esta enfermedad y sus familiares más directos”, resalta la máxima responsable de ADEA.
La crisis económica también impacta negativamente, y desde diferentes perspectivas, en la dermatitis atópica. Como denuncia la presidenta de ADEA, “a los atópicos nunca nos han subvencionado las cremas emolientes, y eso es una pena porque para nosotros es fundamental tener la piel hidratada y necesitamos gastar mucho dinero en cremas”. Pero, además, “ahora con la crisis todos los problemas se acentúan: a la falta de subvención de los productos que necesitamos, y a la pérdida adquisitiva de los pacientes, se le une el hecho de que es una enfermedad que se ve muy afectada por el estrés: a más estrés más brotes y, si no hay dinero, todo se vuelve más difícil”.
Jano.esADEA