Foto de portada por: eflon
Hoy, 3 de mayo, se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa; proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1993, en defensa de 'una prensa libre, pluralista e independiente como componente esencial de toda sociedad democrática y como un derecho humano fundamental'.
Quedar, queda bonito; pero lamentablemente, como tantas otras cosas, no pasa de ser una utopía y un día más en el calendario como muchos otros días mundiales de algo.
En el desempeño de mi profesión siempre he tratado de ser objetiva y honesta y contar las cosas de manera fidedigna, contrastando las informaciones, las fuentes… Pero llevo ya varios años en paro y he tenido que dedicarme a otras cosas para ir sobreviviendo, mientras veo como muchos enchufados, que ni son periodistas, ni saben 'hacer la o con un canuto', medran en una profesión que no les corresponde.
Claro que no estoy descubriendo la pólvora; puede que esto siempre haya sido así, pero sí que estoy desencantada. No me hice periodista por tener un pelo suave y sedoso que me sirviera para anunciar champú; sino por admirar a profesionales como Rosa María Calaf, por ejemplo. Y porque me gustaba contar cosas y hablar con gente interesante; que bien podía ser una ilustre catedrática o un humilde campesino. Porque todos tenemos algo que aportar.
Sin embargo, me resulta nauseabunda la descarada manipulación que existe en todos lados, en pro de crear corrientes de opinión interesada y la censura de estos cafres políticos de tres al cuarto que nos tratan como si fuéramos imbéciles. Con artimañas como las de cortar los discursos que no les son afines para que no les lleguen a los telespectadores. Me recuerda a aquello de las burradas que hicieron con muchas películas, por ejemplo; cuyo argumento se convertía en una interpretación libre del censor franquista de turno.
En un día como hoy, dan ganas de gritar por una profesión que ha perdido su dignidad y que ha permitido que nos metan a todos en el mismo saco.