Revista Deportes
El pasado viernes iba a ser el primer día de snowboard del año, pero nos llevamos el chasco al llegar a la carretera de subida a la estación que estaba cortada por la gran cantidad de hielo que tenia, lo que nos fastidió el día por completo. Con las ganas que teníamos fue una gran desilusión y Isa propuso que ya que nos habíamos levantado que aprovechásemos el día y fuésemos a pescar.
Nada más llegar al pueblo, cogimos los equipos de pesca, fuimos al burguer a por algo de comer y mientras nos dirigíamos al río fuimos comiendo para no perder tiempo.
Se presentaba una tarde con mucho aire, algo que me gusta mucho, pero en esta ocasión venia de norte y muy frió cosa que no me daba mucha confianza, pero estaba seguro que algunos peces rascaríamos.
Comenzamos pescando el cauce buscando peces a la espera del paso de los alburnos en puntos en los que hay algunas ramas y al poco de empezar, veo como un buen bass emboca mi señuelo que sin darme tiempo a clavar escupe. Creía que había perdido la oportunidad del día, pero aun así confiaba en que podría engañar a alguno más.
Seguimos insistiendo y tras algunos lucietes, veo a lo lejos la caña de Isa doblada y una gran cabeza salir del agua moviendose de lado a lado, así que fui para allá a ayudarla lo más rápido que pude. Logro hacerse con el pez, su mayor lucio hasta ese día (que por cierto bien poco le duró el record) y no se quien estaba más contento si ella o yo pero la verdad es que fue un gran momento, ya era un lucio bastante bueno para ser de la zona que es.
Tras liberarlo y con la moral alta seguimos lanzando hasta que llego a un punto en el que me acorde que vi en mi Lowrance Elite-5Ti unos palos en el fondo. Cogí mi Boushido H con un Olasa montado en una de las nuevas cabezas de Shakey de tungsteno de Hart y lo presente en la zona. Toquecito a toquecito iba notando el fondo y los palos hasta que de repente noto una picada bastante seca y contundente y sin pensármelo clave, la caña se quedo doblada, el pez prácticamente ni cedió y note unos cabezazos, por lo que pensé que se trataría de un luciete majo. Enseguida el pez subió a la superficie y asomo un cabezorro de bass bastante importante el cual hizo dos intentos por saltar pero no podía y yo no podía apenas controlarle cuando decidía nadar, pero por suerte conseguí llevarlo hasta mis manos. En ese momento fui consciente de lo grande que era, no solo largo, sino ancho, alto y bastante gordo por lo que estaba seguro que se trataba de mi record de bass.
Tras varias fotos y disfrutar un poco de el no pudimos pesarlo porque ninguno de los dos llevábamos bascula, pero si que pude medirlo y con 59,5cm y esas anchuras si que me quede totalmente convencido de que era el más grande que había sacado.
Y con una felicidad y una alegría enorme nos fuimos al poco tiempo para casa, una sensación indescriptible, un día de los que nunca se olvidan.