Hoy se celebraba en el pueblo de La Fregeneda de Salamanca el Día del Almendro y, aunque todos los hombres del tiempo vaticinaban lluvia, nubes y tonos grises., Andrés y yo nos pusimos en cambio porque es una pena dejar que la meteorología o Roberto Brasero te estropeen un domingo.
De hecho, al llegar allí descubrimos cómo el sol brillaba tímidamente y los almendros adornaban todos los alrededores de La Fregeneda, con tonos blancos y rosas, anticipando con sus brillos la primavera. Después, en cinco minutos recorrimos el pueblo y en media hora los cuatro bares que tiene, al ritmo del Paquito Chocolatero que nos regalaba la charanga y de los cánticos reivindicativos del gracioso a la par que borrachín del pueblo, quien cantaba fandangos aderezados con algún “la culpa de todo la tiene Rajoy” y “el que lo consiente, que es Felipe VI”.
Ha sido un día bonito pero mañana también lo puedo ser. Tenemos tanta manía de ponerle nombres a todo, en los tiempos que corren, que alguno se pensará que a ver almendros a La Fregeneda solo se puede ir el Día del Almendro, y es mentira. Mañana estarán allí, mas bonitos si cabe, y pasado y la semana que viene. Mañana no irá verlos nadie con traje, eso es cierto, pero el día que quieras, puedes ir tú. Allí te esperan
Harto le cuesta al almendro
hacer primavera del invierno