Revista Opinión

Día del Escepticismo

Publicado el 29 diciembre 2009 por Hugo
Día del EscepticismoEste post, aprovechando que hoy es un día especial para los seguidores de Carl Sagan, trata sobre ciencia y religión. Agarraos que vienen curvas:
In my view, not only is science corrosive to religion, religion is corrosive to science. It teaches people to be satisfied with trivial, supernatural non-explanations and blinds them to the wonderful real explanations that we have within our grasp. It teaches them to accept authority, revelation and faith instead of always insisting of evidence. (1)
Douglas Adams.
Con ánimo de no parecer que apoyo una idea tan aparentemente superficial como la de "ciencia y religión son atangónicas y sanseacabó", aprovecho la oportunidad que me brinda este día para aclarar que, si bien es verdad que la ciencia, la religión y otros inventos humanos como el arte y la música comparten un mismo origen evolutivo (un denominador común) y despreciar la importancia de uno es lo mismo que despreciarlos a todos, cuando yo empleo el término religión (no sé Adams) me estoy refiriendo en primer lugar a la Iglesia Católica y sus actos, después al cristianismo y sus actos, y por último, más generalmente, al resto de las religiones y sus actos; nunca al sesgo cognitivo que les da vida, que las vio nacer, ya que soy consciente de que para la "arqueología de la mente" la religión, con mayúsculas, es un proceso cognitivo valioso. A priori, todo el mundo es libre de creer en algo indemostrable mientras a) no vaya imponiéndolo/predicándolo por ahí, b) no dañe a terceros.
Un ser poseído por una creencia y que no buscase comunicársela a otros es un fenómeno extraño a la tierra, donde la obsesión de la salvación vuelve la vida irrespirable. Mirad en torno a vosotros: Por todas partes larvas que predican. (2)
¡Yo también soy una larva! Es evidente, y lo reconozco. Veo (casi) tanto la paja en el ojo ajeno como la viga en el propio. Es más, estoy muy lejos de ser el escéptico ideal. Pero no por ser parte del problema voy a dejar de querer ser parte de la solución. Otra cosa, desde luego, es que fracase estrepitosamente en el intento.
Cada vez somos más los que creemos que la religión, con minúsculas, en términos sociológicos más que biológicos, es perfectamente innecesaria (pese a los que creen que "no se conseguirá salir del atolladero sin una mayor importancia de la religión"), además de peligrosa en no pocas ocasiones. La religión no es la mejor manera de conocer el mundo (la ciencia no tiene rival en ese sentido), si bien es una manera. En cambio, saber qué es y por qué existe la religión, con mayúsculas, sí es una buena manera de conocer mejor el mundo, nuestro mundo. Al fin y al cabo, las dos salen del mismo sitio, del cerebro. Por eso, no seré yo quien se oponga a que la religión sea considerada una adaptación evolutiva, como sugiere el biólogo David Sloan Wilson, o que incluso el "nuevo ateísmo" (el de Dennett, Dawkins, Harris y compañía) sea considerado una "religión sigilosa". En cierto modo, a Sloan Wilson no le falta razón cuando afirma:
One reason that I am passionate about exposing the new atheism as a stealth religion is because it distracts attention from something far more important and interesting--the proper study of religion and all forms of human mentality from an evolutionary perspective. [...] The new atheists will need to display a virtue typically associated with religion--humility--if they wish to join this enterprise.
Que quede claro, además, que yo no odio a los creyentes ("the new atheists hate religion", dice Sloan Wilson); no odio a los posmodernos; ni odio a los comunistas ni odio a los neoliberales; no odio a los nacionalistas, como tampoco odio a los conservadores; no odio a los que creo que saben menos que yo. Y si alguna vez lo hago, se me pasa enseguida. Porque si lo hiciese, si me acostumbrase a ello, sería como odiarme a mí mismo. Bastante necedad tengo ya encima como para andar revolcándome en ella.
Sin embargo, lo que no acepto/aceptamos es que la religión se nos venda como algo bueno por el simple hecho de ser natural, y que todo el que la critique siquiera parcialmente es un fanático irreligioso. La religión, como institución y poder político (como efecto), debe existir hasta donde nosotros queramos que exista. Si consideramos que deteriora el bienestar general y que sus actos son contraproducentes, debe ser criticada e inmediatamente puesta en tela de juicio.
¡La primera ley de la robótica así lo establece!: "Un robot no debe dañar a un ser humano o, por medio de la inacción, permitir que un ser humano sea dañado". Cámbiese por "Un humano no debe dañar a otro ser humano o, por medio de la inacción, permitir que otro ser humano sea dañado" y ya tenemos qué es, para mí, ser un ateo minucioso. La religión, con minúsculas, infringe esa ley y por ello debe ser denunciada. No porque esté mal de arriba a abajo y no tenga nada bueno que aportar, sino porque está averiada desde el principio; opino que está congénitamente enferma. Esto, como es obvio, no le impide seguir vivita y coleando, pero sería una temeridad por nuestra parte no ver sus... digamos "externalidades negativas".
Decía Citoyen este verano, cuando se preguntaba qué significa ser ateo:
[...] el proyecto ateo es a fin de cuentas el mismo que el proyecto ilustrado: librar al mundo de concepciones supersticiosas y del pensamiento mágico que no deberían tener proridad sobre la visión científica del mundo en una sociedad libre.
Un proyecto ingenuo, pensarán algunos, pero en absoluto baladí.
Como muestra de las ganas que tengo de estudiar la religión, eso sí, desde el escepticismo científico ("abre tu mente, pero no tanto que se te caiga el cerebro", dicen), reproduzco aquí una pequeña parte del excelente ensayo Los neandertales cantaban rap del arqueólogo Steven Mithen, donde se sugiere la relación que existe entre las creencias sobrenaturales y el origen del lenguaje y de la música; "aunque no tengo pruebas", reconoce el autor una páginas antes. Perdonadme la extensión; creo que lo merece:
Como he puesto de relieve [...], el uso de la música para comunicarse con lo sobrenatural parece ser una característica universal de todas las sociedades humanas, históricamente documentadas o conocidas en la actualidad. ¿Por qué ocurre así?
Antes de responder, debemos tener en cuenta que las ideas relativas a los seres sobrenaturales son una consecuencia "natural" de la fluidez cognitiva que el lenguaje aportó a la mente humana, según he razonado con detalle en Arqueología de la mente. Al combinar, digamos, lo que sabemos sobre las personas con lo que sabemos sobre los animales, cabe imaginar una entidad que sea en parte humana y en parte animal; es el caso de la figurita hombre-león que se ha encontrado en Hohlenstein Stadel (Alemania), con unos 33.000 años de antigüedad. De la misma forma, al combinar lo que conocemos sobre las personas con nuestro conocimiento de los objetos físicos, podemos crear ideas de seres que pueden vivir para siempre (como las rocas), caminar sobre el agua (como una rama que flota) o son invisibles (como el aire que respiramos).
[...] Nuestras ideas en torno a los seres suprasensibles no son naturales, en el sentido de que entran en contradicción con nuestra concepción, hondamente evolucionada, del mundo como dominio específico. En consecuencia, son difíciles tanto de retener en nuestra mente como de transmitir a los demás: pruébese a explicar a otra persona el concepto de la Sagrada Trinidad, o siquiera a intentar comprenderlo cuando nos lo explican. Matthew Day [...] ha escrito recientemente: "uno de los problemas más endiabladamente complejos de nuestro trato con los dioses es que... nunca están ahí, en realidad". Por eso resulta difícil saber no ya cómo comunicarse con ellos, sino incluso cómo pensar en ellos.
En mi obra anterior, he defendido que los humanos modernos compensan esta carencia con el uso de símbolos materiales que actúan como "anclas cognitivas". Independientemente de si los seres sobrenaturales se tornan tangibles de forma representativa -como suponemos que ocurría con el hombre-león [...]- o de forma abstracta -como en la cruz cristiana-, estos símbolos materiales sirven para ayudar a conceptualizar y compartir las entidades e ideas religiosas en las que uno cree. Estos objetos constituyen una extensión de la mente humana, al igual que los instrumentos musiclaes sirven para extender nuestro cuerpo y nuestro tracto vocal.
(3)
Nota: He intentado decir lo que opino de la manera más rigurosa que me ha sido posible. Si después de haber dejado a un lado tus prejuicios (es lo que yo he intentado) sigues creyendo que ando más perdido que Adán en el Día de la Madre, intentaré aprender de tus comentarios, pero no te prometo nada. Dios me libre de llegar a sabio tan joven :o)
(1) Citado por el biólogo Richard Dawkins en una conferencia TED, minuto 09:45.
(2) Emil Michel Cioran, Adiós a la filosofía y otros textos, Alianza Editorial, Madrid, 1980, p. 15.
(3) Steven Mithen, Los neandertales cantaban rap, Editorial crítica, Barcelona, 2007, pp. 395-397.
Posts anteriores que apuntan en la misma dirección:
- Psicología congnitiva: la religión explicada.
- Construyendo las bases de mi filosofía.
- Los obstáculos de la divulgación científica.
Otros blogs que han aprovechado este día para reivindicar de una u otra manera el poder del escepticismo:
El libro de arena
Misterios al descubierto
BioTay
Ser Pensador
Ciencia en el XXI
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Tribulando ando, mm...
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