Buenas! como ya es tradición, éste es el tercer año que invito a mi marido a escribir una pequeña reflexión por este día. Les dejo con el mejor padre del mundo, ¡¡jeje!!
Un nuevo día del padre y un nuevo post en este entrañable blog.
Como los anteriores este día es también especial. Es especial por muchas cosas, pero sobre todo porque estamos esperando un nuevo integrante de la familia. ¡Vamos a ser familia numerosa! Se dice muy rápido pero se digiere muy lento.
Llegados a este punto merece la pena preguntarse qué significa ser familia numerosa y qué implicaciones tiene. Ser familia numerosa no significa descuentos en los viajes ni reducción de impuestos, va mucho mas allá. Es una apuesta por la familia, por el hogar, por el amor a los tuyos, por la vida y por todas esas maravillosas cosas que estamos viviendo desde que somos padres y que nos han llevado a crecer no sólo cuantitativamente sino también cualitativamente, que nos han ayudado a aprender a valorar lo realmente importante, a querer a cada uno como es, a valorar las diferencias porque ellas son las que nos hacen especiales, a convivir, a amarnos y a respetarnos a nosotros mismos y a los demás.
Cierto es que también implica algunas renuncias como tener menos tiempo para uno mismo (con dos hijos el tiempo libre es cero, con tres… ¿Será menos de cero?); aplazar el crecimiento profesional (¿Hay prisa por adquirir más responsabilidades y pasar más horas en la oficina? Creo que puede esperar), perder intimidad (mejor bien acompañado que solo)…
Seguramente habrá muchas mas cosas a las que hemos tenido que renunciar, pero ahora ni me acuerdo y mirando a mis chiquitines estoy mas seguro que nunca de que todas pueden esperar.
Muchos pensaran que estamos locos, aquí, solos, sin familia que nos eche una mano, con un solo sueldo, en plena crisis y en un mundo cada vez mas complicado… Y tal vez tengan razón.
Estamos locos, locos de atar.
Locos por nuestros hijos, por esas cosas pequeñas que corren por ahí tirando todo lo que se encuentran por delante, por esos gritos que nos ponen la cabeza como un bombo pero que a la vez inundan de alegría cada rincón de la casa, locos por esas noches interminables y por las preguntas incómodas. Locos , por los paseos por el parque, por el zoo y por los helados…
Locos por Samuel, por Mateo y por Lucas. Sí, estamos locos, muy locos, pero es una locura que nos llena de felicidad…
Pronto seremos cinco en casa y quien sabe… Tal vez algún día seamos más. Le hemos cogido el gusto a esto de tener niños y no renunciamos a nada porque podemos con todo y sobre todo…
Porque estamos muy locos. ¡Bendita locura!