En esta segunda década del siglo 21 el trabajo se redefine ante las expectativas de bienestar que exigen las nuevas generaciones. En un país como México el trabajo se considera "algo tan malo, que hasta te pagan por hacerlo".
Tal vez lo más crítico sea la falta de enfoque en la productividad.
En México, para las instituciones, y también para muchos empresarios, ejecutivos, jefes y líderes de todo tipo de organizaciones; la productividad es "Hacer más con los mismos recursos". Esta definición tiene varias implicaciones negativas:
- Se considera a la gente como un recurso, al cual hay que usar, aprovechar, explotar al máximo.
- Se limita o restringe la renovación de equipo, maquinaria y herramientas de trabajo.
- El esfuerzo, incluso el desgaste es considerado positivo (en muchas organizaciones, en especial en puestos administrativos se considera un "valor" el que sigan en la organización después de las horas definidas para su jornada laboral).
- Si trabajas más (hacer más), no necesariamente ganarás más (mismos recursos).
La OCDE define a la productividad de manera diferente:
"La productividad consiste en “trabajar de forma más inteligente”, no en “trabajar más intensamente”: refleja la capacidad de producir más mejorando la organización de los factores de producción gracias a nuevas ideas, innovaciones tecnológicas y nuevos modelos de negocio".El siglo 21 plantea nuevos retos, la misma OCDE reflexiona al respecto:
"Innovaciones tales como la máquina de vapor, la electricidad, y la digitalización han propiciado cambios radicales en la producción de bienes y servicios, incrementando además los niveles de vida, el bienestar y el tiempo de ocio. Por estos motivos, las diferencias de renta per cápita entre países reflejan principalmente déficits de productividad. Sin embargo, en la última década el aumento de la productividad se ha desacelerado en la mayoría de los países".
En México se requiere un cambio de paradigma respecto al trabajo y la productividad, el futuro depende de ello.