El Día Internacional de la Mujer, trabajadora o no, que se conmemora hoy no debería celebrarse del mismo modo que no se celebra el Día del Varón o el Día del Hombre. Por muy reivindicativa que sea la jornada, no deja de ser una fecha establecida por la ONUpara recordar que la mujer tiene los mismos derechos que el hombre y su condición sexual no es motivo para la discriminación y el trato desigual. No debería conmemorarse el Día de la Mujer por lo que significa de denuncia del no reconocimiento global de los derechos humanos y de la carencia de igualdad que padece una parte mayoritaria de la Humanidad, ese 51 por ciento de la población que es mujer. De igual modo que el Día del Trabajo sirve para exigir trabajo para todos o el Día de la Paz se institucionaliza para reclamar la paz en los países que la desconocen, el Día de la Mujerrecuerda que la mujer sufre discriminación por el mero hecho de ser mujer y no goza de igualdad de condiciones con respecto al varón en multitud de facetas de su vida individual y colectiva, y en ámbitos personales, sociales, culturales, laborales, educativos y hasta religiosos.
Es triste que se conmemore este día porque es la anécdota de una lucha inacabada que la mujer ha emprendido por conseguir su equiparación con los hombres, partiendo de unas reivindicaciones laborales (igual sueldo) y unos derechos políticos (el sufragio femenino), hasta protagonizar un movimiento a favor del reconocimiento del conjunto de derechos humanos que la incluyen como parte integrante de la Humanidad. Más que homenajear su lucha, hay que materializarla en cualquier esfera de nuestras interrelaciones individuales y colectivas.
Por eso, más que solidarizarse con la mujer, hay que comportarse con ellas como lo que son, seres humanos que comparten con los hombres los mismos derechos y las mismas oportunidades. No existe distinción entre el hombre y la mujere porque juntos forman la Humanidad y pertenecen al mismo proyecto de vida y convivencia en sociedad, basado en el respeto, la tolerancia y la igualdad entre las personas. Ninguna civilización moderna, como creemos que es la nuestra, debería celebrar un día dedicado a la mujer sin sentir que esa celebración señala una anomalía existente en la sociedad, sin avergonzarse de que, todavía hoy, haya que proclamar que la mujer es un ser humano tan digno como el hombre y sujeto de derechos inalienables e iguales que el varón.
El día 8 de marzo ha de tomarse como la fecha de una afrenta que se comete contra las mujeres al considerarlas distintas y pendientes del reconocimiento sin discusión de sus derechos y de su igualdad. Una afrenta que provocan quienes cometen y toleran los asesinatos machistas, pagan los salarios inferiores y practican todo tipo de discriminaciones a las mujeres por el mero hecho de ser mujer. Una afrenta que hasta la ONUcomete al dedicar un Día a la Mujer como si fuera una especie en peligro de extinción o una enfermedad aún por erradicar. Hoy no hay que ponerse ningún lazo en la solapa, sino cambiar nuestra mirada y consideración de la mujer y tratarlas como lo que son: seres humanos como usted y yo. El Día de la Mujer es cada uno de los 365 del año que compartimos con ellas.