Jesús Díaz Loyola
Especial ATP
Ilustración: "La Vergüenza", de Ajubel.
Esperé hasta el final de este día en busca de alguna fijación, de algún colega, astuto o no, pero la de una mirada atinada o atrevida que, al menos, llegara desde adentro. Pero ¡No! Se acaba otra jornada con Cuba en el silencio, aunque hoy, en muchas partes del planeta, haya sido el Día Mundial de la Libertad de Prensa.
Hace casi 20 años, desde 1993, Naciones Unidas promueve cada 3 de mayo el fomento de la libertad de prensa en el mundo. Reconoce algo tan viable como el ejercicio de "una prensa libre, pluralista e independiente", sin ataduras ni censuras. Desafortunadamente, la celebración no siempre cubre todo el orbe.
Voy a tratar de hablar con franqueza sobre mi experiencia cubana.
El Día Mundial de la Libertad de Prensa es una jornada poco afortunada para la prensa en mi país. Y yo lo digo, sin miedo, porque fue allí donde acuné el oficio que me marcó en la vida.
Aunque nos cueste, esto es verdad por el sentimiento de culpa que todos llevamos, porque no lo dijimos dentro. Y eso mis colegas, dentro y fuera, lo saben.
En realidad, muchos llevamos ese remordimiento, el de no haber defendido más la libertad de expresarnos al paso de cada día por el oficio. Claro, en Cuba es imposible, aunque a veces, muchos lo hicimos y con sus consecuencias cargamos.
Yo, que vine de Cuba, si me hubiera planteado decir estas cosas en la isla, sencillamente me hubieran sido negadas o, tal vez impugnadas, aunque paradójicamente la libre expresión sea constitucional en Cuba. Alguna vez recurrí ese derecho, porque descubrí que era un delito tipificado, pero claro, de eso no se habla en Cuba, y a mí, me fue negado.
Es un reto difícil que a muchos ha terminado mandándonos lejos.
A lo largo de mi carrera periodística he escrito sobre muchas cosas, dentro y fuera . Las que dejé dentro, los más peliagudos temas, muchos acabaron en las “carpetas de la censura”. A todos nos pasó. Hasta a los que se quedaron, pero no pueden contarlo.En mis años vitales en el periodismo oficialista me sucedió con muchos reportajes que jamás vieron la luz. Ocurrió con el secuestro de Agustín García Fernández, el relato de un pescador del puerto de Isabela de Sagüa, al norte de Cuba, que vivió confinado en Miami Beach, volvió porque amaba a su tierra sin importarle políticas, pero él no era un héroe.
Me pasó con las columnas de opinión que culpaban a la pasividad burocrática del deterioro arquitectónico de la ciudad portuaria donde nací: Caibarién. Con el deterioro de muchos servicios públicos como el del transporte en Villa Clara. Pero siempre saltaba tajante la voz de la censura: ¡Eso no ayuda! Se engavetaron y acabaron en la basura. La memoria de un tiempo que se nos fue, con el peor pecado de no haberla plasmado.
Fue la misma suerte que corrí con mi denuncia contra la libre emisión del pensamiento cuando fui expulsado de una reunión sindical en Santa Clara. Toda Cuba lo supo, El incidente fue trending topic nacional, sobre todo después de que Daniel Torreslo hiciera titular en su Exclusivo, un noticiario radial pue hizo época: “Expulsado un periodista en Villa Clara”.
Hasta ese día, un día del verano de 1987, conocía el derecho de expresarme como constitucional, pero a la larga me fue negado porque no convenía. La imagen, siempre la imagen de los malos actos que no ayudan, y la prensa quedándose muda.
Así desgasté mis años más vitales en el ejercicio de una profesión que amé con denuedo, con la misma pasión con que quiero a mi tierra y a mis raíces. Hoy, esos años, solo me recuerdan los días desesperanzados, en que entre las redacciones y la sede del Partido Comunista (PCC), siempre regresaba a la redacción con la carga inaguantable del ¡No se puede publicar! ¡Eso no ayuda! o, sencillamente que ¡El Partido no lo autorizó!
Afortunadamente, ahora me gozo con la libertad de expresarme libremente. Por eso creé Atrio Press http://atriopress.blogspot.com.es/ mi sitio en la red, para contar las historias mejor guardadas, que son las que se llevan dentro. Esas no las puede borrar nadie y viajan incrustadas en la memoria y en el alma.
Muchos que ya cruzamos el cerco, vivimos un pasado permanentemente señalizados por decir las cosas como eran. Eso nos exponía a todos, nos sigue exponiendo, como carnaza de la censura oficialista. Cualquiera ahora lo sabe.
Todas esas vivencias menos felices, fluyen cada vez que retomo un tema recurrente del pasado o del presente, aunque para muchos, todo lo que afuera de Cuba se diga sea desmitificar la causa. Yo no lo creo así.
En ningún cubano hay ficción, y en Cuba todo vale la pena para salir adelante. De cierta manera, muchas de las insatisfacciones con la vida que hemos llevado, a veces, emergen como el agua y se cuentan, las contamos al azar porque es el relato permanente de la vida que hemos llevado.
Muchas de las cosas que he narrado y seguiré contando, han salido de la esencia de los reportajes y las crónicas que marcaron mi vida periodística en las páginas de los diarios y las emisoras cubanas por donde pasé, y donde el afán compulsivo por decir las cosas como eran, alguna huella dejó.
Podría mencionar a muchos colegas que se quedaron dentro o ya están afuera, pero que eran y son sagaces con la pluma, Muchos confluimos en los 80 y los 90 cuando nuestras vidas la marcaba la pasión por hacer reportajes y rastrear la noticia, porque éramos unos desenfrenados del periodismo que cocinábamos la noticia en las míticas Underwood y Olivetti que sobrevivían en las redacciones.
Con censura o sin ella, los textos muchas veces·"mutilados" por el director, sonaban después a gloria en las planas o en las viejas consolas Uher alemanas de las emisoras cubanas que nos amamantaron la pasión: La vivíamos, aunque no siempre publicábamos todo lo que queríamos decir.
Por todas esas razones salté un día la barrera, y cuando más claro estaba viví el desconcierto de aquel golazo. Tras 15 años de ejercicio profesional, mi salto al periodismo independiente determinó el declive en Cuba de mi carrera.
¿Por qué? A mí me fulminaron los émulos de la disidencia interna que, poco a poco, se han ido destapando como agentes del régimen, entrenados y ejercidos desde las mismas filas de la oposición, un foco ya pestilente que cada vez invaden más los "topos", el peor daño que jamás pueda recibir sociedad alguna. Ya lo conté. Por eso también me fui.
http://atriopress.blogspot.com.es/search?q=%C2%BFPor+qu%C3%A9+me+fui+de+Cuba?