Propongo un día en el que las palabras no tengan valor, en el que el cuerpo tome el protagonismo y en el que el simple hecho de esbozar un sonido sea castigado con pena de cárcel.
Permitiríamos que los libros se fuesen de vacaciones y dedicaríamos nuestro tiempo a observar la belleza que nos rodea, mostrándole nuestra admiración sacando a pasear nuestras lágrimas cada vez que se nos erizase la piel.
Comprenderíamos de los perros que para amar no es necesario hablar, que una caricia tiene más valor que un «Te quiero» y que las palabras hieren más que los puñales.
Iríamos a citas a ciegas en las que nos rozaríamos con los pies y contestaríamos con sonrisas, en las que los discursos no pudiesen enmascarar quiénes somos en realidad y guiñaríamos dos veces los ojos antes de compartir el postre. Que si me gusta lo que haces te apretaré más fuerte y que cada vez que te equivoques te consolaré con un abrazo sincero desprovisto de palabras vacuas.
Quizás alguna vez podamos desterrar las palabras, dejarlas marchar, libres de la esclavitud a la que nos han sometido. Después de todo, somos el único ser del mundo que habla y no sabe comunicarse.
Carmelo Beltrán@CarBel1994