Hoy se celebra el Día Internacional de la Mujer, sin el adjetivo de “trabajadora”, por innecesario y redundante, ya que trabajadoras son todas y siempre, sean remuneradas o no. Sin embargo, este año la conmemoración reviste un cariz más reivindicativo que de costumbre debido a que la desigualdad de género, la discriminación laboral y salarial y los abusos sexuales y violencias machistas que soportan a diario son más cuestionados y rechazados que nunca, lo que genera una mayor concienciación social, a la que contribuye la iniciativa del “Metoo”, promovida por actrices de Hollywood que se han atrevido a denunciar abiertamente las violaciones y acosos que han sufrido por parte de la mentalidad machista que impregna el mundo del celuloide.
Y es que hay hartazgo en la mujer por las injusticias y las discriminaciones que todavía tienen que aguantar por el mero hecho de ser mujer. Por eso, este año el lema que preside el Día de la Mujer es: “Ahora es el momento” de transformar la vida de las mujeres. Porque es ahora cuando esa sensibilidad es mayor en el conjunto de la sociedad y más presión se puede ejercer para promover cambios reales, no sólo formales, a favor de la igualdad efectiva de la mujer en todos los ámbitos, desde el laboral al doméstico. Causa bochorno admitir que la mujer tenga todavía que reclamar su papel en la sociedad, sin verse condicionada por estereotipos y prejuicios que apuntalan una estructura masculina del poder. Y que deba exigir su derecho, incluso apelando a la huelga, a la igualdad real entre hombres y mujeres, reconocido en la Constitución, pero que constantemente se pisotea con esas brechas salariales, los techos de cristal, los obstáculos para la maternidad y la crianza, esos guetos laborales todavía vetados a su presencia, los hábitos culturales, sociales y hasta religiosos que consagran su subordinación al hombre, y las mil y una ofensas explícitas o implícitas que cotidianamente atentan contra su dignidad personal e igualdad legal. Discriminaciones que atentan y limitan su libertad.
Existen motivos sobrados, por tanto, para que el Día de la Mujer concite este año una movilización especial: la convocatoria de una huelga femenina. Se trata de demostrar, para los obtusos que aun se niegan admitirlo, que sin las mujeres el mundo se detendría, no funcionaría. Con una huelga de mujeres en el ámbito laboral, en el de los cuidados, en el estudiantil y en el del consumo, se paralizaría el planeta y dejaría de manifiesto la importancia de esa mitad de la población de sexo femenino a la que se tiende a menospreciar e infravalorar, cuando no humillar y asesinar. Con la ausencia de la mujer en el trabajo, negándose a consumir por un día los productos fabricados exclusivamente para ella (como los de higiene femenina, cosméticos, etc.) gravados con una tasa extra que los encarece, no yendo a clases ni como profesoras ni como alumnas y no cuidando a familiares y otras personas, el mundo se percataría de la necesidad imprescindible de la mujer en la actividad humana y en el desarrollo y bienestar social.
A pesar de todo lo conseguido en la lucha por la igualdad de la mujer, queda por erradicar la persistencia de las barreras que aun impiden su total liberación de la opresión de género y de los condicionantes de una sociedad patriarcal y machista que la condena a la subordinación al hombre y a la servidumbre en su relación con él. Todavía hay muchos Weinstein que se creen con derecho a “usar” a las mujeres como objetos para satisfacer sus más bestiales instintos, exigiéndoles un peaje de humillación carnal si quieren prosperar en sus carreras y profesiones. Existen Weinstein emboscados en las oficinas, los supermercados, las instituciones públicas o privadas, en las fábricas, las iglesias, en el ámbito doméstico y en todos los sectores de la sociedad que se resisten a considerar a la mujer un ser con plenos derechos y en pie de igualdad con el hombre. Contra ellos y esa mentalidad anacrónica es contra lo que luchan hoy y cada día las mujeres, con el apoyo de más del 80 por ciento de los españoles que consideran que existen motivos suficientes para una huelga. Y hoy, día 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es la mejor ocasión para movilizarse por sus derechos. Lienzo de Babelse adhiere a sus justas exigencias de igualdad y libertad.