La diabetes es una enfermedad crónica por la cual las células del organismo no reciben la glucosa necesaria para alimentarse y realizar su función. Esto es debido a que el páncreas no segrega la insulina suficiente para realizar esta función, esto es, controlar el nivel de glucosa en la sangre.
La insulina está presente en el organismo desde el momento de nacer, gracias a esta reserva el problema de diabetes infantil no se suele detectar hasta pasados uno o dos años.
En el momento en que la reserva falla es cuando se debe comenzar a administrar al organismo insulina de forma artificial, con el fin de asegurar que la glucosa llegue de forma adecuada a las células y no se produzca un exceso o falta de la misma.
Tipos de diabetes
Al hablar de diabetes habría que distinguir también dos tipos, la de tipo 1 es la que se produce por la falta de insulina en el organismo y se presenta desde el momento de nacer aunque no se manifieste hasta más tarde. En cambio en la diabetes de tipo 2 sí hay insulina en el organismo lo que sucede es que no funciona adecuadamente, normalmente debido a un problema de sobrepeso por lo que es necesario un programa de pérdida de peso, dieta, ejercicio y medicamentos. En este segundo caso no tiene porqué ser necesario pincharse insulina, algo imprescindible en la diabetes de tipo 1.
Es la diabetes del tipo 1 por tanto la que puede presentarse en la infancia temprana, el control debe ser inmediato desde el momento que se detecta ya que los desequilibrios de glucosa pueden tener graves consecuencias para el organismo. De los dos extremos que se pueden producir, subidas o bajadas, lo más peligroso es la bajada de glucosa. Los síntomas que indican una bajada de azúcar serán temblores, mareos, sudor frío, dolor de cabeza, mal color o intranquilidad. En estos casos lo que hay que hacer es tomar glucosa, mejor pura que en alimentos azucarados, es más efectiva y así los niños no asocian esta bajada con el placer de recibir un dulce. Si la bajada no se controla pueden llegar a producirse alucinaciones, convulsiones y llegar al coma.
Es muy importante que el niño aprenda a controlar la relación entre lo que come o no come y la insulina
De lo que se trata es de evitar en la medida de lo posible llegar a estas bajadas de azúcar ya que al final el niño acaba acostumbrándose a esos síntomas y sin previo aviso pasa directamente a convulsionar. Además las frecuentes bajadas de azúcar hacen que sea más propenso a los dolores de cabeza y se den por tanto problemas de rendimiento académico.
En cualquier caso lo que nunca se debe hacer con los niños diabéticos es dejar de poner la insulina, a pesar de la glucosa o la alimentación que se siga. En función de su horario de actuación puede ser lenta o ultralenta de forma que se podrá pinchar de una a tres veces al día y como norma general siempre antes de las comidas.
En general con un control adecuado y respetando las indicaciones médicas el niño diabético puede llevar una vida completamente normal.