– Marina Muñoz Cervera –
La diabetes se está convirtiendo en una amenaza para la salud pública.
El progreso de la industria se ha manifestado por un incesante aumento de productos con mucha densidad calórica y baja calidad nutricional.
La sobrecarga de azúcares refinados, grasas, almidones, además de una fuerte carga de aditivos que contienen los mencionados productos, conocidos como «ultraprocesados» está determinando que el progreso unido a una mayor capacidad adquisitiva de la población de los países en desarrollo, una alta prevalencia de diabetes tipo II, que va en aumento.
Si sumamos lo anterior a la actitud sedentaria favorecida por todos aquellos elementos tecnológicos resultantes del progreso social, el resultado es que la diabetes tipo II que antes se daba en personas de alrededor de 40 años, ahora se presente en niños de 10.
¿podría la riqueza económica provocar abundancia de enfermedades?
La abundancia económica de algunas zonas del mundo ha dado lugar a un aumento de peso de la población y a un incremento de enfermedades como la diabetes.
La riqueza ha pesado y pesa tanto en kilos como en patologías asociadas a la misma.
La OMS en el año 2000 informó que el 50% de la población de los Emiratos Árabes, tanto hombres como mujeres, presentaban sobrepeso u obesidad y que la tasa de diabetes de la población era de un 13,5%, esta última cifra, por su densidad, situaba a los Emiratos Árabes en el segundo lugar en todo el mundo, respecto del padecimiento de la mencionada enfermedad.
La previsión para el año 2030 de diabetes en la misma población es de un 19,3%.
En esta zona de mundo, que antes se alimentaba de arroz, dátiles, yogur, hortalizas caseras, pan, carne de carnero, cabra y camello, se produjo un enriquecimiento súbito de muchos de sus habitantes como consecuencia de la producción del petróleo, con el consiguiente crecimiento poblacional y urbanístico, que influyó de un modo determinante en el estilo de vida.
El doctor Ayoub Al Jawaldeh, asesor regional en materia de nutrición en la Oficina de la OMS para la Región del Mediterráneo Oriental (EMRO), afirma que la gente es víctima de su riqueza. «Sus elevados ingresos los han malacostumbrado. Tienen chofer y sirvientes que hacen los quehaceres del hogar, y les encanta comer en restaurantes. También miran como mínimo tres horas de televisión al día, incluso más en el verano. La gente acostumbraba comer en casa, pero ahora tenemos servicio de entrega de comida a domicilio de muchísimos restaurantes.» (Boletín de la OMS)
Lo sucedido en los Emiratos Árabes es solo un ejemplo de lo que ocurre y puede ocurrir en otras partes del mundo, que estando en vías de desarrollo ven acrecentado su poder adquisitivo, sus poblaciones están creciendo de forma descontrolada y sus hábitos están favoreciendo un tipo de vida como la descrita.
Para dejar de ser víctimas del progreso..
Tenemos la idea de que el dinero hace la vida más fácil y así es, siempre y cuando se gaste de una forma que redunde en nuestra salud y no al contrario.
La mercadotecnia atrapa a los más jóvenes, pero también a los adultos a comprar productos sencillos de comer y fáciles de adquirir cada vez más cerca de las casas y, en muchas ocasiones, sin necesidad de mover más que una mano para llamar por teléfono o hacer un encargo a través del móvil o celular.
Los criterios para la distribución del tiempo deberían contemplar nuestra salud como un objetivo primordial en base al cual podemos desarrollar el resto de las actividades.
De nada sirve tener una gran riqueza, si la salud no nos acompaña en la vida.
La diabetes es una enfermedad crónica que, hoy por hoy, afecta a 345 millones de personas en el mundo y, por desgracia, las muertes debidas a la misma pueden duplicarse entre los años 2005 y 2030.
Pero es solo una enfermedad más entre las derivadas de un consumo de productos que da la espalda a la salud y de un estilo de vida sedentario e inmovilista. La hipertensión, entre otras enfermedades cardiovasculares mucho más graves, los accidentes cerebrovasculares, etc. son algunos ejemplos más de las consecuencias de dejarnos llevar por el progreso sin pensar en nuestra salud.
¿La vida ideal?
Cada uno tenemos un ideal de vida, pero existe el estereotipo de una vida ideal en la que la abundancia nos permite adquirir todo aquello que queramos sin necesidad de mover un dedo.
Lamentablemente, la «vida ideal» para nuestro organismo no es esa. Si creamos un vida que nos da la espalda como seres humanos, no estaremos ante algo ideal, sino ante una «vida irreal», precaria en salud global.
Para nuestro cuerpo, entendiéndose como tal el conjunto de cuerpo y mente así como nuestras emociones, un ideal de vida pasa por un alimentación saludable y por el movimiento a diario, y ambos aspectos son fundamentales para tener una «vida real».
Si a los niños les damos todo lo que nos piden porque lo venden por doquier, se les antoja y tenemos dinero para comprarlo, estaremos entorpeciendo su progreso vital y abocándolos a múltiples enfermedades en su infancia y vida de adulto posterior. Un niño bien alimentado es un niño sano que rinde en sus estudios, que juega contento y está feliz con su vida. Por el contrario, un niño que come de forma caprichosa productos ultraprocesados destinados al consumo infantil, es caprichoso, voluble emocionalmente y que puede padecer enfermedades como la diabetes tipo 2 y la hipertensión arterial, que antes solo se diagnosticaban en adultos.
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Tendencia mundial del consumo de “ultraprocesados”.
Fuentes:
– OMS. “Diabetes: la paradoja de la tecnología moderna”. Boletín de la Organización Mundial de la Salud 2011;89:90–91. doi:10.2471/BLT.11.040211.
– OMS. “El peso de la riqueza”. Bull World Health Organ 2010;88:86–87 |doi:10.2471/BLT.10.020210
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