Diagnóstico cáncer (IV): las ausencias

Izaskun de la Fuente. Imagen extraída de la página de Facebook ‘El precio de mi vida’No la conocía y reconozco que al principio tuve mis dudas. Pero vi su imagen, escuché su voz, leí su caso y me uní a su comunidad en Facebook ‘El precio de mi vida’. Mi chico y alguna de mis amigas dieron un paso más allá y le donaron dinero. Izaskun de la Fuente tenía prácticamente mi edad y un cáncer de mama muy cabrón. Leerla ha sido durante estos meses una inspiración. Si ella luchaba después de una operación, un ciclo de radioterapia, otro de quimioterapia y tras oir que no había solución para ella, ¿cómo no iba a hacerlo yo?Yo que viví con mucho, mucho miedo mi primer TAC para comprobar que no existía metástasis , no puedo ni imaginar qué será recibir la noticia de que no hay nada más que hacer. Izaskun la escuchó, la encajó y decidió no creérsela. En Londres le dieron una esperanza, un tratamiento experimental, que abrazó. Pero para eso necesitaba a los demás.Ni corta ni perezosa se presentó ante todos y pidió dinero a quien pudiese dárselo. Eso sí. Nada de pena ni de música de fondo lacrimógena, por favor. Llena de vitalidad, feliz, convencida y con fuerzas hizo entrevistas, rifas solidarias, pulseras con calaveras y camisetas para vender. Todo lo que estuvo en su mano para pagarse el tratamiento y agarrarse con uñas y dientes a la vida.  No pudo ser.Hoy ese dinero aportado desinteresadamente por muchas personas anónimas (más de 10.000 euros con los tiempos que corren, olé) será para una de las muchas asociaciones que se dedica a  luchar contra el cáncer de mama, según deseo de Izaskun.Pocas veces una actualización en Facebook me ha disgustado tanto. “Finalmente, Izaskun nos ha dejado ayer. Qué más podemos decir que no se haya dicho ya, como lo estáis haciendo a través de vuestros mensajes”, leí.Yo que tenía mis dudas al principio, me quedé tocada. Que injusta es la vida que en muchas ocasiones no premia a quienes más luchan por ella.