Vamos a centrarnos en este segundo post en la relación Espiritualidad y Política. El libro de Cristóbal Cervantes, Espiritualidad y política, es un excelente libro introductorio sobre cuál debería ser la relación entre espiritualidad y política.
Uno debe preguntarse, primeramente, si existe una crisis profunda entre la espiritualidad y la política y viceversa. Esta es la primera cuestión que debemos plantearnos: ¿Existe una crisis profunda en la política? ¿Y en la espiritualidad? ¿Esta crisis afecta a la relación? La política está en crisis. ¿Es una obviedad? Cierto. No es sólo una crisis del sistema político sino fundamentalmente una crisis de los valores y de los principios que habían sostenido el templo de la política que, desde hace ya tiempo, empieza a desmoronarse. Por otro lado, la crisis espiritual, no es tanto, espiritual como religiosa, de las instituciones y de las tradiciones religiosas. Una nueva espritualidad está floreciendo en esta crisis. Una nueva espiritualidad se está abriendo paso, apelando a una nueva política, con nuevos valores y con otros principios. Esta nueva política debe de ir de la mano de una nueva espiritualidad que nos haga sentir que formamos parte de algo "más grande y más profundo que tú mismo, algo que te conecta a todo y a todos, que te hace ver a todos los seres humanos como hermanos y al planeta como la casa común que tenemos que cuidar". Sólo así, la espiritualidad puede concebirse como una palanca/una dínamo para la política. Una espiritualidad que insufla vida y una política que organiza la convivencia en la Tierra.
La relación entre espiritualidad y política, ¿es una relación "difícil", conflictiva e irreconciliable? o¿Es una relación de comprensión, interdependencia y fecundidad mútua?Algunos autores de Espiritualidad y política han confrontado directamente estas preguntas en sus artículos. ¿Qué tipo de relación queremos? En definitiva, ¿Qué queremos? Coincido con ellos, en la necesidad de integración de la dimensión espiritual en la política. Más difícil es defender una política integrada en la espiritualidad. La primera opción es más factible Más sensata. Además, acarrea menos dificultades. Cuando no, menos trabas.
¿Cómo debe "materializarse" esta relación entre espiritualidad y política? Esta relación debe materializarse fundamentalmente a través de un diálogo abierto entre espiritualidad y política. Soy partidaria del diálogo más que la confrontación entre espiritualidad y política. La confrontación nos lleva a un escenario estéril: la confinación de la espiritualidad a la intimidad y la percepción de la espiritualidad como algo "anómalo", "extraño" y "ajeno" a la convivencia. Por contra, el diálogo puede ahondar en "el arte de vivir"- la espiritualidad- y en "el arte de convivir"- la política-. A través de un verdadero diálogo entre espiritualidad y política podemos aúnar el arte de vivir con el arte de convivir. Puede existir un espacio común entre ambos, si aceptamos, desde un principio, la interdependencia y la interfecundidad entre espiritualidad y política.
¿Qué debemos esperar del diálogo entre espiritualidad y política? El diálogo entre espiritualidad y política debe ayudar, a mi modo de entender, de tres modos:
1- Aúnar esfuerzos para construir un mundo mejor. El diálogo entre espiritualidad y política puede contribuir a la mejora de las condiciones de vida de millones de seres humanos- y de millones de seres vivos- si integramos ambas dimensiones en la vida cotidiana. Este diálogo puede apuntalar un nuevo mundo. Necesitamos convicción profunda y valentía para afrontar este reto: el "nacimiento de un nuevo mundo". Este mundo mejor "va a nacer a través de nosotros" si "podemos sentirlo y seguirlo y serlo".
2- El desarrollo de una conciencia planetaria. Hablamos de la emergencia de una nueva conciencia que trascienda a la conciencia individual y a la colectiva. Nosotros no sólo somos ciudadanos de un determinado país- o de un continente- sino que aspiramos a ser ciudadanos del mundo. La emergencia de la conciencia planetaria hará que seamos concientes de nuestra pertenencia al género humano y a la Tierra. El diálogo entre la espiritualidad y la política puede asentar las bases para el nacimiento y el desarrollo de esta conciencia planetaria: todos somos uno, nosotros y el planeta.
3- La transformación de la humanidad. El diálogo entre espiritualidad y política puede contribuir a la transformación de la humanidad. Una nueva humanidad puede alumbrarse, si en nuestro interior, está prendida la llama del cambio. La transformación debe operar en nuestros corazones y en nuestras mentes. El diálogo, sin duda, puede- y debería- ayudar a desprendernos de nuestro viejo ropaje y crear un nuevo.
Revista Cultura y Ocio
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