Revista Religión

Diálogo sobre la fe

Por Alvaromenendez

Diálogo sobre la fe

Que no sea de este tipo nuestro 'diálogo'

Lo que vais a leer ahora es en realidad la respuesta que escribí a un lector de este blog en el artículo anterior a este (ver aquí). Después de pensarlo, y porque puede ser de ayuda para muchos otros, he decidido trasladarlo a este punto, de modo que lo que en principio era una respuesta entre el lector en cuestión y yo se transforme en un breve artículo en sí mismo. Agradezco de antemano a Miguel -es es el nombre del lector- la ocasión inestimable que me facilita a la hora de dar respuesta de nuestra fe... Las frases en color rojo son las afirmaciones del propio Miguel, que yo voy comentando o tratando de responder:«Hola Miguel. Bueno, en primer lugar, agradecerte que leas con cierta asiduidad este blog. Como te declaras ateo, me sorprende. No exclusivamente por el hecho de tu declaración de 'ateo' sino más bien porque más de una vez mis propios artículos son un pestiño tal que, tras escribirlos, tengo la duda de que le interesen al alma más piadosa del mundo.Ahora voy a tratar de dialogar con tu comentario de un modo escolástico, del tipo 'ad primam respondeo, etcætera'. Sólo por ser más ordenado:1-"Soy ateo, pero muy interesado en religión, y sobre todo en la Iglesia católica": me alegra este interés -siempre que sea fundamentalmente honesto, sano, y esté guiado por el deseo de conocer la verdad-; creo que así es por el tenor de tus palabras y, sobre todo, por el espíritu griego con el que comienza la Metafísica de Aristóteles, con esa frase sublime: "Todo hombre desea, por naturaleza, conocer la verdad". Lamentablemente, la Red sólo permite un 'contacto preservativo', si se me permite la expresión. Seguro que tomando un café, cara a cara, el disfrute de la conversación sería mejor y más intenso.2-"No puedo comprender cómo seguís insistiendo en que el preservativo no ayuda a detener el avance del SIDA [...]": evidentemente, como ha dicho Edward Green, "el preservativo puede funcionar para individuos particulares, pero no servirá para hacer frente a la situación de un continente". El problema del SIDA es pandémico. La palabra 'pandemia', no sólo desde el punto de vista médico sino también desde el filosófico y su correspondiente enfoque ético y moral, es una palabra que exige mucha responsabilidad. No hace falta ser creyente para aceptar este hecho. De facto, si el esposo [varón] es portador del VIH, hay que afirnar la reflexión (como es este tema difícil, del que no me considero experto, remito a Martin Rhonheimer. Ver: http://www.thetablet.co.uk/article/2284 es un artículo excelente del siempre brillantísimo profesor Rhonheimer, de quien soy discípulo en segunda generación. Abajo, en comentarios, incluyo el artículo entero, por si alguien no quiere irse al enlace).
Por otro lado, la ciencia ha demostrado que el preservativo, en sí mismo, no es suficiente ante una situación de pandemia, y vuelvo ahora al señor Edward Green: http://www.es.catholic.net/laiglesiahoy/mundoarticulo.phtml?consecutivo=322353- "[...] ni tampoco puedo comprender el problema que tiene la iglesia con la sexualidad": créeme que yo tampoco lo entiendo. No pienses que con esto estoy declarando mi desobediencia al Magisterio, antes bien, mi dolencia de su ignorancia por parte de muchos, de donde vienen los problemas de toda índole. Tengo muchos amigos curas, que deben ser castos y continentes. Pero yo, casado, también debo en ocasiones ser continente (=abstinencia); casto ha de ser uno siempre, dentro y fuera del acto sexual. Y yo bromeo con los curas: 'Si a ti te cuesta se continente, imagínate a mí, con una mujer dentro de mi cama'. Fuera de bromas, el problema de la sexualidad, dentro y fuera de la Iglesia, es un problema humano que ha perdido su dimensión trascendente, pleromática, escatológica. Los esposos cristianos se unen carnalmente con vistas a la vida eterna (Lucas 20,27-40); y Jesús, si se me permite, no habla aquí para 'cristianos': como siempre, él se dirige al hombre en su totalidad, a la verdad de la persona humana, donde sólo así se llega a ser cristiano (sin esas comillas que puedan indicar cierto partidismo).4-"La abstinencia desde luego frenaría el SIDA, claro. Pero no es la solución": guiado por el regusto irónico que en mí ha dejado la lectura de ese genio que es Chesterton o de ese otro gran apologeta laico que es C.S. Lewis, esto que afirmas es lo mismo que si un violador, ante la mirada pasmada y aterrorizada de su víctima, esgrimiese un argumento tal como: "Que yo no te violase sería mejor para ti, pero, nena, esa no es la solución". Hay que confiar en que lo bueno del hombre, sostenido por la Gracia, es más fuerte que su inclinación al pecado o a la falta. El ser humano es capaz de abstinencia... claro, que Cristo habla de abstinencia 'por el reino de los Cielos'. No se trata de una represión. Si no hubiese vida eterna, si el cielo sobre nuestras cabezas no fuese sino un gigantesco cascote de hormigón, no habría esperanza alguna, la vida sería el 'hic et nunc', el 'carpe diem' pagano... pero el deseo de infinitud de nuestro corazón, ¿quién lo detendrá?5-"Enhorabuena por tu labor y tu esfuerzo": chapeau! Educación y buenas maneras. Así da gusto.

MUCHÍSIMAS GRACIAS, MIGUEL ('Fuerte con Dios'), por tu comentario y lectura agradecida. Un placer. Cuenta con mi oración, no lo dudes.»

Leer más: http://ameiric.blogspot.com/2010/11/que-ha-dicho-realmente-benedicto-xvi.html#ixzz16JUqStQ2NOTAS:Respecto al punto cuarto, respecto al ejemplo del hipotético violador, decir dos cosas. Primera, es un ejemmplo con el que en absoluto quiero ridiculizar a Miguel. En segundo lugar, tal violador me recuerda tanto al hipócrita personaje protagonista del magnífico film House by the river, de Fritz Lang, que recomiendo a todo el que lea esto que se haga con la película y la analice a la luz de la hipocresía maligna con la que muchos se mueven hoy, tratando de dar la vuelta a la tortilla, es decir, pretendiendo hacer creer que es el pecado el que debe algo al pecador... No sé si se me entiende: yo peco, me lavo la boca (es decir, me autojustifico) y, encima, pienso que el pecado es el malo de la película, como el que copia en un examen y, cogido in fraganti, le dice al profesor que la culpa es de la chuleta que tenía encima de la mesa... Por cierto, House by the river está disponible sólo en v.o., pero con subtítulos en español. Su inglés, de todos modos, no es de los más difíciles de entender.

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