UGARTE: Vaya. ¿Sabes, Rick? Le hablaste a ese banquero como si toda tu vida hubieses dominado la banca.
RICK: ¿Y cómo sabes que no fue así?
UGARTE: Oh, por nada. Pero al verte por primera vez en Casablanca, pensé que…
RICK: ¿Pensaste que…?
UGARTE: Que sólo digo tonterías… ¿Puedo? Es una pena lo de esos correos alemanes, ¿verdad?
RICK: Una verdadera pena. Ayer simples funcionarios, y hoy tan sólo heroicos caídos.
UGARTE: La verdad es que eres muy cínico, Rick, si me permites que te lo diga.
RICK: Te lo permito.
UGARTE: Gracias. ¿Tomas una copa conmigo?
RICK: No.
UGARTE: Olvidé que nunca bebes con los clientes… Póngame otro, por favor… Me desprecias, ¿verdad, Rick?
RICK: Si alguna vez pensara en ti, probablemente sí.
UGARTE: Pero, ¿por qué? Ah, quizá por la índole de mis negocios. Pero piensa en esos pobres refugiados. Si no fuera por mí, se morirían esperando. Al fin y al cabo, yo les proporciono los visados que tanto desean.
RICK: Por un precio, Ugarte, por un precio…
UGARTE: Piensa en esos pobres diablos que no pueden pagar lo que Renault les pide. Yo se los doy por la mitad. ¿Y por eso he de ser un parásito?
RICK: No me importan los parásitos; sólo los que actúan de un modo bajo y rastrero.
UGARTE: Después de esta noche me retiro del negocio, Rick. Por fin me voy de aquí, me voy de Casablanca.
RICK: ¿Quién te consiguió el visado, Renault o tú mismo?
UGARTE: Yo mismo. Mis precios son mucho más razonables. ¿Sabes lo que es esto, Rick? Algo que tú nunca has visto. Salvoconductos firmados por el general De Gaulle. No pueden ser rescindidos ni investigados. Un momento. Esta noche los voy a vender por más dinero del que he soñado en toda mi vida, y entonces… ¡adiós a Casablanca! ¿Sabes, Rick? Tengo muchos amigos en Casablanca, pero por alguna razón sólo confío en ti a pesar de tu desprecio. ¿Querrás guardármelos, por favor?
RICK: Cuánto tiempo.
UGARTE: Una hora o así. Tal vez algo más.
RICK: No los quiero aquí toda la noche.
UGARTE: No te preocupes por eso. Guárdamelos, por favor. Sabía que podía confiar en ti. Ah, camarero. Espero a unas personas. Si preguntan por mí, estaré aquí mismo. Rick, esta vez espero haberte impresionado. Si me disculpas, voy a compartir un poco de mi buena suerte con tu ruleta.
RICK: Aguarda un poco. Verás: corre el rumor de que los correos muertos llevaban unos salvoconductos.
UGARTE: ¿Sí? Yo también lo he oído. Pobres diablos.
RICK: Tienes razón, Ugarte. Sí que estoy un poco impresionado.
Casablanca. Michael Curtiz (1942).