A finales de agosto se cumplen 19 años de la muerte de Diana Frances Spencer (Diana de Gales). Recupero en este blog un estracto del artículo que en aquel momento publicaba en la sección "Fin de Siglo" en Diario Palentino.
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El trabajo del paparazzi que la siguió en París, no puede compararse con la foto que obtuvo en 1994 el premio Pulitzer. A Kevin Carter, el fotógrafo sudafricano que se suicidaría después de obtener el premio, le sirvió una niña sudanesa moribunda como mensaje que conmovería al mundo, tratando de alcanzar un cercano centro de asistencia ante la atenta mirada de un inmenso buitre. ¿Intuía el paparazzi semejante final de la princesa, como el buitre intuía los vanos esfuerzos de la pequeña sudanesa? Porque, el mensaje final sobrecogía en ambos casos.
Casi por igual conmovería al mundo: la niña, símbolo de la miseria y del olvido, en una tierra llagada por el hambre; la mujer, objeto del deseo, rica y bella, pero incapaz de romper con aquel seguimiento de las cámaras. La niña, una más entre millones de niñas, desnuda sin remedio; la mujer, una y única, elegida entre pocas para llevar a sus hijos hasta el trono de un país que no la tuvo mucho en cuenta hasta después de muerta. La niña sudanesa, en cuclillas, rozando la tierra con su vientre, su cara contra el suelo; la princesa, entre los hierros de un lujoso automóvil, al final de una fiesta. En los últimos meses, Diana ha sido el escenario donde se han venido desarrollando las más diversas manifestaciones.
El escritor cubano Cabrera Infante, reciente premio Cervantes, vecino de la princesa, toma parte en el libro “Expediente Lady Di” , donde también colaboran el historiador Paul Preston, y los españoles soledad Gallego y Javier Pérez Royo. Los expertos detectan un virus informático, bautizado con su nombre, que reproduce en la pantalla del ordenador las primaras estrofas de la canción de Elton John: “Adiós, rosa de Inglaterra”. Diez mil millones recaudó en pocos días el disco que en homenaje a ella grabaron artistas de la talla de Pavarotti y Paul McCartney. En Mallorca se preparaba el escenario de una película sobre el último año de su vida, que incluía -cómo no- su romance con el egipcio Dodi Al Fayed y en la que —según afirmaron Gabrielle Beaumont y Christopher Toyne, —directora y productor respectivamente— no habrá supuesto embarazo ni referencias a las hipótesis que circularon sobre su muerte. El Reino Unido lanzaba al mercado más de cien millones de sellos que representaban la vida de la princesa, incluida su niñez. Y allí mismo se estudiaba la creación de un jardín donde se invertirían cinco mil millones, para que sirviera de estímulo y recuerdo a los miles de seguidores que entonces la añoraban...
Como en todas las historias, brotan a raudales también las controversias, las tiranías: personajes ruines que crecen a su sombra, como el alemán André Engelhardt, quien, acaso, para que se cumpliera la escritura (la muerta al cielo y el vivo al dinero), acudió a la oficina de patentes de Munich (allí trabaja, curiosamente, el hijo de un palentino de Castrejón de la Peña) para registrar, un día después de su muerte, la marca “lady Di”. El Conde Spencer, hermano menor de la difunta, que predicó moral y apuntó con el dedo a la prensa del corazón, no pudo ponerse como ejemplo, porque muy cerca bullía la denuncia que le catalogaba como incontrolable adúltero. Finalmente, no faltó la voz anónima y misteriosa, una mujer de Sheffield, que confesó haber visto anunciada la tragedia:
“Sentí que Dios me dijo: Estoy trabajando en el corazón y en el espíritu de esta nación. Estoy haciendo un trabajo que, por el momento, no se ve. Pero está ocurriendo más rápido de lo que puedes creer. Y, como un signo, habrá un día, muy pronto, en el que toda la nación estará de luto. Y toda la nación tenderá flores en las ciudades”.Ante tal avalancha de noticias, nos preguntamos: ¿Confiaron a alguien su secreto más íntimo?¿Presentían, acaso, el final que tuvieron?¿Lo buscaron?¿Se lo buscaron otros?
Cuaderno de @Froilán
© Crónicas Fin de Siglo, 16 de Marzo de 1998 . Froilán de Lózar para Diario Palentino.
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