Diana Krall cerró por todo lo alto la edición de este año de las Noches del Botánico, un show en el que nos transportó a otro universo.
En este formato cuarteto donde Diana Krall se rodea de grandes músicos como Robert Hurst (bajo), Karriem Riggins (batería) y Anthony Wilson (guitarra), nos encontramos con un show muy interesante que colgaba el cartel de no hay entradas en las Noches del Botánico.
Los conciertos de Diana Krall por nuestro país están siendo pocos pero muy selectos, la realidad es que estos conciertos muestran algo especial, un show donde el respeto de la gente, manteniendo el silencio y aplaudiendo al cuarteto, era algo que se notó como un valor añadido en el show. En el principio canciones como Where or when, All or Nothing at all o su revisión de Let's Fall in Love entraron solas, no solo por los ejercicios de virtuosismo de cada uno de los músicos donde las buenas formas de Diana en especial se notaron en cada tema haciendo que ese brillo vocal y ese brillo a la hora de tocar el piano embelesasen a la gente. La propuesta de percusión, siempre presente, de una manera más o menos notable y el apoyo del bajo y la guitarra fueron claves en el discurso y forma de presentar cada una de las canciones. De esta manera, el show se hizo breve gracias al saber hacer musical del cuarteto y con el carisma de Diana Krall.
Un cierre mágico para un año esperado en las Noches del Botánico.
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