Revista Cine
Un problema recurrente que tengo con las pelis de 007 es que me cuesta enterarme de qué coño está pasando. Cada vez me ocurre menos, pero con según qué entregas me resulta difícil comprender en qué consiste exactamente el plan del villano y cuál es el plan de los buenos para detenerlo. Curioso, teniendo en cuenta que no son precisamente películas sesudas.
El caso es que este molesto problema ya está presente en esta segunda entrega, un film mucho más Bond que el anterior, pero que debido al problema señalado no disfruto ni la mitad. Aunque acabe enterándome, si me cuesta seguirla, mucho no puede gustarme.
Encima, hay un largo segmento, antes de que James conozca a la chica de la peli, que no sé que diablos tiene que ver con nada. Pero claro, no sé si es un problema de la peli o mío.
Por otro lado, confieso que en esta Bond me cae un tanto mal. Es bastante borde y descaradamente machista. La peli en sí lo es. Entiendo que eran otros tiempos, pero aun así, chocan mucho ciertos comportamientos que se presentan como normales. Afortunadamente ese machismo inherente al personaje se ha convertido en rasgo de su personaje, en un defecto, volviéndole un héroe más humano e imperfecto.
En cualquier caso, no es que la peli sea horrible ni mucho menos. Toda la parte en el tren es estupenda, muy tensa y emocionante. Es aquí donde el asesino encarnado por Robert Shaw brilla especialmente.
Además, esta vez la chica Bond tiene más protagonismo y personalidad, punto a su favor.
En definitiva, estamos ante un film que, si bien no es malo y cumple su función, no ha tenido casi ningún impacto en mi.
En los créditos nos anuncian, al estilo que hoy utiliza Marvel (ninguna moda actual es realmente nueva), que James Bond regresará en 'Goldfinger'. Ojo a esa.