Esta aventura es especial, porque es la primera que escribo en el blog que transcurre íntegramente en Chile, sin embargo como todos los destinos del blog, este también fue un sueño cumplido ...
Aprovechamos, con mi amiga Adriana, el feriado de Semana Santa 2012, los kilómetros Lanpass acumulados y una oferta de arriendo de auto en Hertz por fin de semana extendido por $150.000.- y partimos. (Vuelo Santiago Iquique Santiago por 18.000 kilómetros, más tasas)
Llegamos a Iquique tarde en la noche y retiramos sin ningún problema en el aeropuerto nuestro auto, un Swift pequeñito. Al otro día, previo paso por el supermercado, emprendimos el camino a mi añorado Altiplano.
A todas las personas que le preguntamos señas y datos para ir a Colchane, nos dijeron que el camino era pésimo, que íbamos a pasar frío y que había lluvia anunciada para todo el resto del fin de semana, nosotras porfiadas partimos igual, aun cuando semanas anteriores supimos de cortes de caminos por lluvias y algunos desbordes fluviales en la zona de Quebrada de Tarapacá.
Salimos de Iquique hacia la carretera 5 Sur (Panamericana), pasando por las salitreras de Santa Laura y Humberstone, que de a poco se iban copando de visitantes y, seguimos nuestro camino hasta Huara (distante a 75 kilometros de Iquique) donde tomamos la Ruta 15 - CH, que nos dejaría en la frontera con Bolivia.
Recorrimos tranquilas los casi 160 kilómetros de la ruta, parando de cuando en cuando para admirar los colores y como iba cambiando el paisaje a medida que íbamos alcanzando altura e internándonos en Los Andes.
Las montañas se iban tiñendo de rosado y terracota, mientras que el cielo estaba cada vez más azul ya rozando los 4.000 metros... íbamos además sintiendo la altura con el viento más frío y la perdida de potencia de nuestro autito.
Paramos en la puerta del Parque Nacional Isluga, cuya visita la dejaríamos para el día siguiente, admiramos el volcán, el río y la planicie llena de ganados de Llamas, continuando la última parte del camino.
Colchane nos da la bienvenida en Aimara "Suma Purita Culchani Kumünaru", damos la vuelta en el puesto fronterizo y nos disponemos a encontrar nuestro alojamiento, el que previamente habíamos reservado telefonicamente con Roxana ([email protected], celular 84463586): Hostal Camino del Inka ([email protected]), situado a una orilla del camino.
El Hostal es muy sencillo, pero tiene luz y agua caliente ($13.000.- por noche con desayuno), tiene además un comedor con televisión por satélite donde compartimos varias películas con Abigail, la hijita de Roxana, una chiquita muy tierna que nos alegró todas las comidas.
La señal de celular es buena, pero a veces se alcanza la señal Boliviana.
Nada más nos instalamos salimos a caminar al pueblo, encuadrado con majestuosas blancas montañas, caminando muy despacio para aclimatarnos a la altura, cruzamos al otro hotel a comprar algunas cosas y regresamos cuando nuestro almuerzo ya estaba servido.
La comida consistió en sopa de Quinoa (el producto estrella de la zona) seguida de Estofado de Alpaco, con papas y arroz, el que fue modificado con dos huevos fritos para mi, que no como carne y, acompañado de pan amasado fresco y rico
Una vez reposadas partimos en nuestro autito a Cariquima, distante a 30 kilómetros. Nos recibe Mama Huanapa cerro tutelar que se eleva por sobre los 5.350 metros sobre el nivel del mar y una plaza hermosa con su iglesia blanca, declarada Monumento Histórico desde 2006 .
Caminamos buscando a alguien pero al parecer estaban todos en el pastoreo o en el cultivo de la Quinoa, quedando las calles desiertas.
Avanzamos hacia el Bofedal, y nos quedamos observando largo rato a quienes estaban trabajando los ladrillos de adobe, mezclando barro y paja obtenida de sus orillas y a las varias ovejas y llamas que posaban coquetas para nosotras.
Continuamos nuestro recorrido deteniéndonos en la orilla del camino a recolectar postales, sobre todo de los cultivos de Quinoa que teñían de rojo y rosado el paisaje. Estas paradas fueron todo un descubrimiento porque al menos yo ignoraba todo tipo de detalles del cultivo de esta planta que tan ricos platos nos permite.
Nos devolvimos hacia Colchane alertadas por los truenos y las nubes negras que empezaron a aparecer... casi llegando al pueblo, a la orilla del río Isluga, nos detuvimos para fotografiar más bofedales, ganado y un hermoso arco iris que hizo más perfecta aún la escena.
Avanzamos hacia el Paso Internacional Pisiga desviándonos unos metros impresionadas por una Iglesia que se divisaba a lo lejos en la mitad de la nada, en el modelo clásico altiplánico con el campanario separado de la nave; llegamos a ella por un terraplén que cruzaba varios cauces de agua, pero no había nadie y estaba totalmente cerrada, me hubiese encantado saber de qué época era y conocer su interior.
Y de regreso nos detuvo un gran rebaño ... las Alpacas nos detuvieron desafiantes por un largo rato, siendo sólo dispersadas por el pequeño pastor que minutos más tarde, arriba de su bicicleta y no con más de 11 años las corretó con decisión, abandonando obedientes ellas el terraplén abriéndonos paso.
Volvimos al Hostal ya cayendo la noche, en busca de algún rito de Viernes de Semana Santa, pero como no encontramos ninguno leímos hasta que se cortó la luz.
A la mañana siguiente Roxana había dispuesto el desayuno muy temprano para nosotras, que consistió en café con pan amasado y huevos de campo revueltos, nos entregó una merienda para el paseo que conjuntamente con su marido Abimael diseñó para nosotras, creando con nosotras una actividad complementaria para su alojamiento, como es la gestión de un tour por la zona, inexistente a esa fecha.
Desde que años antes conocí el Parque Nacional Las Vicuñas, en mi visita a Putre, sabía que conectaba con el Parque Nacional Isluga, a través de Surire, estando el camino regado de bofedales, lagunas multicolores y geysers, pero también sabía que eran caminos reservados para 4x4 y yo no me declaro muy experta en la materia, por eso investigué por varios meses, hasta que encontré a Roxana quien tuvo la gentileza de gestionar nuestro paseo, con los puntos que le pedí, en 4x4, por $120.000.-
Partimos nuestro recorrido bajo el primer sol de la mañana en el Valle de la Felicidad que consiste en formaciones rocosas de tonos terracota y rosados que acompañan al camino agreste, avivando el panorama y el cielo que ya no podía ser más azul.
Unos minutos después de atravesar varios terrenos llanos por caminos de tierra con muuucha calamina dimos con el campo geotérmico de Puchildiza, situado a 4.000 metros de altura y donde humeaban geysers no obstante ser cerca de las 11:00 de la mañana.
Estuvimos largo rato observando y sientiendo la energía de la naturaleza que disparaba con toda su fuerza chorros de agua hirviendo a varios metros de altura, formando a contraluz un arco iris bellísimo, que se dejó fotografiar con todo su esplendor.
Caminamos por alrededor de las fumarolas explicándonos nuestro guia y conductor que él con sus compañeros de colegio habían hecho un par de años atrás los senderos y la piscina que acopia agua caliente para un baño de inmersión, agregando que en invierno el espectáculo es aún más conmovedor y bello, porque el vapor que emana de la tierra se solidifica con el frío formando unos murallones de hielo que pueden alcanzar varios metros de altura.
Nos despedimos de esta maravilla, un poco tristes considerando que tienen sus días contados, por haber caído los ojos de las empresas eléctricas interesadas en la energía geotérmica.
Unos minutos más tarde llegamos a Mauque donde fuimos detenidos por un abuelo que nos pidió los dulces y bebidas que llevábamos lo que le entregamos gustosas, aprovechando el momento para fotografiar la Iglesia que data del siglo XVIII, construida en adobe con techos de cactus y paja brava.
Algunos kilómetros más allá nos situamos al frente de una laguna regada con algunos Flamencos, teniendo de fondo otra majestuosa blanca montaña: esta vez el Volcán Isluga, que se eleva sobre los 5.500 metros y cuyo nombre significaría el disfrazado, conforme nos contaba nuestro guía..
Continuamos nuestro camino hacia el pueblo de Enquelga, donde nos recibe Catalina, una anciana pequeñita de origen Aymara que nos deleitó con sus trabajos de artesanía en lana, que han hecho famosa a la zona, eso sí con precios europeos.
Recorrimos las orillas del Bofedal y nos quedamos en las Termas de Enquelga, completamente solas. En el recinto hay dos piscinas naturales con agua a unos 30° grados, zona de picnic y dos vestidores, así que allí nos quedamos y disfrutamos del calor del agua en medio del día fresco y del pic nic que nos preparó Roxana.
Terminado nuestro baño seguimos la ruta y recorrimos los 6 kilómetros que nos separaban de Isluga, donde nos reciben varias casas cerradas y una iglesia hermosa que data del siglo XVIII, declarada Monumento Histórico y que nos detuvimos a admirar y fotografiar.
De regreso a Colchane nuestro guía hizo una parada en la mitad de la nada, indicándonos que veríamos unos vestigios preincaicos antiquísimos, se trataba de las Chullpas de Sitani, ciudad funeraria de origen prehispánico erigidas en lodo, paja y piedras volcánicas que persisten hasta hoy honrando a los ancentros en cuyo recuerdo se levantaron.
Fue impresionante verlas no solo por su importancia arqueológica, sino porque estaban en un descampado, totalmente desprotegidas.
La otra jornada que diseñó Roxana para nuestros días de visita en la zona inició en Ancovinto, distante a 30 kilometros de Colchane, y que alberga en las laderas de sus cerros un bosque de Cactus que pueden llegar a medir 10 metros de altura.
Abimael entusiasmado se bajó del auto con un palo enorme que sacó del Hostal y comenzó a recoger Pasacanas, el fruto del cactus, de sabor dulce y con unas pepas bien negras. Nos ofreció y la probamos, mientras paseábamos por las laderas admirando a estos gigantes.
Desde ahí nos pudimos maravillar también con la vista hacia el Salar de Coipasa, que se extiende por 2.200 kilómetros cuadrados, de los cuales 25 son Chilenos y el resto de nuestro vecino país Bolivia.
Bajamos a recorrer el Salar, por encima del cual cruza nuestra frontera, con vista hacia el volcán Sajama situado en el país vecino.
Nos devolvimos desde ahí hacia Cariquima pero ahora en visita guiada, por lo que Abimael fue en busca de sus conocidos, para que nos abrieran la puerta de la Iglesia; fue así que doña Rosa nos mostró y explicó las pinturas del interior, contándonos la historia de su Santo Patrón y llevándonos a la Tienda donde las mujeres Aymaras comercian sus tejidos.
Paramos nuevamente en la Plaza donde nuestro guia nos contó la Leyenda de Mama Huanapa, el cerro contiguo al pueblo y a sus enamorados, los cerros tutelares Tata Sibaya y el cerro Sillashuay quienes se pelean por su amor, lanzándose y destrozándose a través de los tiempos.
Para finalizar el recorrido y ya muy cerca del Hostal, pasamos al Centro Fronterizo, donde se encuentra el hito demarcatorio. "La Raya", como es llamada la frontera, es también centro de comercio con los productos que vienen desde Pisiga, sobretodo de combustible al no haber bencinera en Colchane, ni en todo el camino.
Volvimos ya exhaustas de haber vivido y recorrido esta extensión de terreno colorida y energética que tan poco conocemos los Chilenos, de hecho tengo que destacar que la planificación fue muy compleja, por la falta de información sobre alojamientos y rutas (solo hay tours organizados desde o hacia Arica, que se extienden por una semana) y por los malos datos que nos dieron sobre la carretera (que estaba mala e intransitable para vehículos pequeños). La verdad el camino está buenisimo, sin cortes totalmente pavimentado entre Huara y Colchane, sin perjuicio de estar las rutas interiores habilitadas sólo para 4x4.
En nuestro último día, conversamos harto con Roxana respecto de la información que puede subir a internet a través de Tripadvisor y Booking para darse a conocer, pagamos nuestra cuenta y agradecimos a ella y a su familia por habernos permitido compartir con ellos, su tierra y su tiempo, porque nuestra estadía en el hostal, fue harto más que sólo alojarnos.
Tomamos la ruta de regreso, rogando que nos alcanzara el combustible, lo que afortunadamente pasó (no quisimos comprar en la frontera porque nos dijeron que era de mala calidad)
Recorrimos tranquilas la carretera, parando esta vez en el mirador de Chusmiza, famosa por sus termas y agua mineral.
Vistamos además el Cerro Unitas, ubicado casi en el empalme con Panamericana a la altura de Huara.
La importancia de este cerro es que en una de sus laderas se encuentra el Gigante de Atacama, geoglifo antropomorfo de 86 metros de altura y que dataría del siglo X d.C, siendo conocida como el más grande del mundo en lo que a formas humanas se refiere... impresionante...
Salimos de ahí, haciendo una pequeña bajada en Huara, y tomamos la ruta 5 con dirección al sur, buscando una bencinera, la que encontramos recién llegando a Pozo Almonte. Allí decidimos -imbuidas por el ambiente de Semana Santa- ir al Santuario de Nuestra Señora del Carmen de La Tirana, patrona de Chile, que en esos momentos estaba en plena actividad.
La Tirana es un pueblo pequeño, que vive cada 16 de julio una enorme fiesta en honor a la Virgen del mismo nombre, ícono de la evangelización en tiempos de la Conquista, y una de mis historias favoritas de niña sobre el acontecer del altiplano.
Cuenta la leyenda que en tiempos que Diego de Almagro la Ñusta, hija del Inca Manco, fue Jefa de la Resistencia anti colonización, formando un ejército que capturaba y ejecutaba a cuanto español encontraba en la Pampa, donde se mantenían ocultos.
Siendo famosa por su crueldad y fiereza, la Ñusta llamada la Tirana del Tamarugal, conoce a un Portugués cautivo Vasco de Almeyda, quien visitado en sueños por la Virgen María, osó pasar por la Pampa, buscando una mina de oro.
El extranjero fue obviamente condenado a muerte, la que no se podía ejecutar en una fecha distinta a la que señalaban los astros, pero mientras llegaba la hora la Ñusta se enamoró del prisionero queriendo aplazar la ejecución lo que despertó la ira de sus guerreros.
A pesar que La Tirana trató de convertir a Vasco de Almeyda al culto a Inti, para salvarle la vida, fue todo al revés, habiéndole hablado él de Dios y la Virgen, convirtiendo a la Tirana al catolicismo, y bautizándola el mismo en un río aledaño, donde fueron asesinados por los guerreros, quienes a pesar de haber castigado la traición de su líder con la muerte de los amantes, cumplieron su deseo de ser enterrada junto con su amado poniendo una cruz sobre ellos, la que fue encontrada años después por un fraile, que ordenó la construcción de la iglesia que perdura hasta nuestros días
Nos quedamos observando el movimiento de las personas, quienes con devoción ponían a posposición de la Virgen de la Tirana sus peticiones y agradecimientos, maravillándonos con la bóveda estrellada del remozado Templo.
Salimos del Templo a la plaza, a pleno sol, y recorrimos las ferias Turísticas, mayormente dedicadas al comercio de artículos religiosos y a las especialidades nortinas como el Chumbeque, y el maíz inflado o Pululos.
Regresamos a Iquique recorriendo los 72 kilómetros que separan ambas ciudades, haciendo un stop el Alto Hospicio para deleitarnos con las peripecias y colores de los Parapentes que tienen a esta zona elevada al circuito Internacional. Yo viví la experiencia bellísima del vuelo bi plaza el el 2007, por lo que esta vez pasé.
Visitamos el centro de la ciudad y su bella Plaza Prat, vacía a esa hora playera, así que la pudimos recorrer con total calma, llevándonos las postales del Teatro Municipal, la Protectora, y por el otro lado de la plaza del Centro Croata y Centro Español, con sus coquetas formas Mudéjar.
Admiramos además la Torre del Reloj que data de los tiempos de las salitreras, poniéndole el toque inglés a la plaza, deteniéndonos en los Ficus y los tranvía que circulan por la calle Baquedano (descansando a esa hora).
Caminamos hacia el cafe Cioccolata sobre la calle Aníbal Pinto, donde saboreamos las ricas tortas y pie que han hecho famosa a esta pastelería, como paseo obligado del centro.
Desde el centro nos trasladamos a la Playa Cavancha, donde caminamos oliendo y oyendo el mar, y presenciando el movimiento playero con pinta de verano aún en Abril, recorriendo todas las paradas de la remozada costanera, desde el acuario hasta la orilla más surfista de la playa.
El resto de ese día y la media jornada del día siguiente lo dedicamos a pasear por los otros highlights de la ciudad, incluyendo la réplica de la Esmeralda, el Puerto y el mítico restaurante Neptuno con su hermosa decoración y su correcto Ceviche.
Pasamos también, obviamente, a los locales de la Zofri (Zona Franca), donde adquirimos nuestros perfumes usuales y otros elementos electrónicos a buenos precios, aun cuando la variedad y gangas del pasado claramente están en retirada en mi opinión.
Cerramos nuestro fin de semana largo alargado devolviendo el auto en Hertz, felices y agradecidas de haber tenido la oportunidad de conocer este rincón mágico de nuestro Altiplano, el que nos maravilló con mil colores, con arcoiris y de agua que brota con energía desde el fondo de la tierra, y con historias de cerros tutelares que peleaban por el amor de una mujer... reafirmé que el norte de mi país me conmueve y me sorprende cada vez que lo visito... y que esta vez no fue la excepción.
Next destination: Máncora, Perú !!!