Revista Cine

Diario de a bordo: Aprendiéndonos

Por Cartas A 1985 @AntonCruces

Estimado Capitán:

Seis meses y medio de lechonismo dan para mucho. Es como un curso intensivo de CCC sobre paternidad, pero sin diploma.

En estos primeros pasos como padre se da una situación curiosa: uno quiere que crezcan rápido para verlos hacer más cosas: hablar, andar, ir a por el periódico, pagarme la suscripción de Netflix, pero por el contrario a uno también le gustaría congelar el tiempo y quedarnos así un par de eternidades o tres.

Así que como eso no puede ser nos dedicamos a ir aprendiéndonos que decía la canción y día a día vamos descubriendo las cosas que nos molan a unos de otros y las que no.

Les gusta
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A ellos les gusta estar en pelotas. Se ríen cuando uno los libera de esa prisión de celulosa que son los pañales. Cada vez que se los quito me hacen una fiesta a base de carcajadas y pedorretas. Es como si dijesen: “¡No hay nada mejor que sentir el aire fresco en mi pequeño escroto papá!” o””¡Por fin te has dado cuenta tolai!”

Curiosamente Capitán los bebés humanos desarrollan desde muy pequeños la crueldad de reírse del mal ajeno. Me explico: Mearse en la cara de papá o cagarse en su mano es para ellos la felicidad absoluta. En su expresión se dibuja un inequívoco “Tú te crees que no, pero sí que sé lo que estoy haciendo. Y me mola”.

También les gusta que les cojan en brazos. Y los muy cabritos empiezan a manipularme con lloros y pucheros para que los coja. Son listos como los de atención al cliente de Vodafone. Pero ese chantaje emocional no funciona conmigo. Soy un padre más estricto que la cantante de Pimpinela. ¿A quién quiero engañar? Me hago el duro sí, pero al final ya sabe usted Capitán, tengo mi corazoncito y sucumbo a sus encantos. Dentro de poco ya no podré hacerlo.

Más cosas que les gustan.

Que le hagan pedorretas en la barriga. ¿A quién no? Yo porque no me llego que si no estaría todo el día dale que te pego.

Me refiero a las pedorretas Capitán.

También les gusta la música.

Les gusta que papá les toque la guitarra.

Tienen alma de Nureyev. Se mueven que no vea usted.

No les gusta

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No les gusta que les coma la cabeza. Véase foto adjunta.

No les gusta que les metas en la cama cuando ellos consideran que aún tienen el cuerpo para fiestas. En este aspecto si quieren juerga son como Massiel cerrando locales. Cuando se da esta situación les doy lo que quieren: les apago las luces, enciendo a “Violeta” y la habitación se transforma en un concierto de Jean Michelle Jarre.

En dos minutos dormidos a pierna suelta.

Más cosas.

Por mucho que diga su madre las verduras no les gustan. Ahí salen al padre. Se les ve en la cara.

“¿Papá, pero que mierda me estás dando?”

Me imaginó su conversación:

—Oye Tomás que en ese cuenco hay algo nuevo. Lo noto.

—¿Las frutas no están mal, pero que poca variedad tienen estos mayores no?

—Creo que tienen más, pero nos las tienen que ir dando poco a poco. Esto me parece que son una cosa que le llaman verduras.

—Qué asco de nombre.

—Pues dicen que son buenísimas… por eso la gente no las toma salvo prescripción médica.

—Me tienen pinta de aburridas. Y mira que nombres: puerro, brócoli…parecen laterales de la selección italiana.

—Calla y come que hoy es papá el que nos da la merienda. Sonríele para que se crea que lo está haciendo bien, que me da pena. Después cuando no mire desparrama todo por el babero. Ya verás como ni se da cuenta.

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Y así vamos Capitán.

Aprendiéndonos.


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