Revista Cine

Diario de a bordo: Cinco momentos en los que te entran ganas de prenderte fuego

Por Cartas A 1985 @AntonCruces

Estimado Capitán:

Siempre estamos de risa en este cuaderno de bitácora, pero no se crea que es siempre así. Hay momento en los que uno está a punto de perder la paciencia, la cordura y la dignidad cuando se trata de educar a los lechones. A veces pasa. Va incluido en el pack. He aquí lo que he denominado sin intentar exagerar:

1) No pueden dormir

Descripción: No pueden dormir. O no quieren. O no saben. Y empiezan los gritos y los berrinches. Todo les molesta. Y aún es peor si por cualquier cosa hay que despertarlos por lo que sea. Es como liberar al Kraken. Sin ir más lejos ha ocurrido hoy. Se quedan dormidos y tengo que despertarlos para subir las escaleras. Maldita la hora. Si lo sé me quedo en el garaje esperando a que despierten. ¡Venga a gritar! Como es gratis.

Síntomas: Se retuercen como Dyango. Se ponen rojos como un alcohólico de nariz bulbosa.

Sensación: Impotencia (Figurada).

2) No quieren comer

Descripción: Que no les vale nada. Ni que fueran los coaches de Máster Chef. Todo es no, no y no. Y además ya empiezan a apartar con la mano, así con desdén y desprecio y mirando al infinito como si hubiesen nacido marqueses. Les pones el tenedor, pero para qué si Dios nos dio dos manos con las que desmenuzar los alimentos. Les cantas, les haces el avión, el pino puente y les cuentas el cuento del hijo cabroncete que era malo y no comía y tal, pero nada. Se ríen en tu cara. Eso sí, los yogures como si no hubiera mañana.

Síntomas: Chulería, berrinche, y mover la cabeza como un árbitro de tenis.

Sensación: Dan ganas de prenderse a lo bonzo o darles un beso cariñoso, acercarse con elegancia a la ventana, cerrar los ojos y arrojarse al vacío.

Solución: Si alguien la ha encontrado que deje un comentario. No vale emplear la violencia ni verbal ni física.

3) Quieren "colo"

Descripción: Verá Capitán, aquí en la zona se denomima "colo" al acto de llevar en los brazos al niño. Cuando tu hijo extiende sus pequeños brazos regordetes al cielo buscando el abrigo del progenitor es un momento en la trayectoria vital de una persona que solo se podría catalogar como precioso. Allí está ese pequeño gnomo, con sus ojitos y moviendo la boca como un pez fuera del agua; esa mirada de cervatillo. Hasta aquí todo bien, pero la cosa se complica como Dallas cuando son los dos los que lo hacen a la vez. "¿A cuál cojo? Me duele la espalda" Y la frase de respuesta cuando empiezan a pesar de verdad suele ser "No puedo, no puedo" Como Chiquito. Ellos se restriegan como perrillos intentando trepar la pierna, se tiran al suelo...una estampa.

Síntomas: Inquietud, berrinche, breakdance.

Sensación: Conspiranoica. Todo el mundo me está mirando.

Solución: Un clásico que funciona el 32% de las veces y jamás cuando tienes prisa. Consiste en mentirles y decirles: "¡Vale, pues ahí os quedáis ¿eh?" Ellos lloran, tú te alejas (tres metros, metro arriba metro abajo, mirando de reojo su reacción) y te observan sin saber bien que hacer desde el suelo. Por un lado no quieren que te vayas, por otro no quieren ceder y por otro te ponen a prueba a ver si eres alguien con palabra. Como dijo Nixon "Una mentirijilla no es para tanto".

Descripción: Tu hijo te tiende el teléfono de juguete. Alguien te llama parece decir. Y tu lo coges y hablas con esa persona que está al otro lado. Y al atiende a lo que le dices como si fueses Moises recitando lo que sea que recitaba Moises. Y mola. Es divertido. Pero solo las primeras 17 veces seguidas. Además ellos no son tontos. Hay que entonar y contar una historia.

-¿Hola? Sí, sí es aquí-. Le guiñas un ojo y el se sonríe.-Si...si...claaaaaro señor Pulpo, cuando quiera. Ahora le paso a Antón-que espera ilusionado-. Es para ti hijo,

Él se ríe se lo pone en la oreja (al revés) dice un par de frases de esas que dice él que son una mezcla entre vasco y japonés y vuelve a empezar el bucle. Ya he hablado con pulpos, ciervos, tres gnomos, Montoro, Chandler de Friends, Umbral, Thor, Cher y Sandokán. Y eso esta semana. No llama tanto ni Yoigo.

Síntomas: Cara de ilusión y de "No voy a parar nunca".

Solución: Ceder o enseñarle a mandar mails.

Descripción: Ahora no les gusta el agua. La semana pasada les encantaba y ahora cada vez que los metemos en la bañera gritan tanto que tengo que meter el dedo para asegurarme que de las cañerías no brota ácido sulfúrico. Espero que se les pase pronto. Además todo se pega y si uno se pone a chillar y a llorar el otro le sigue aunque solo sea por solidaridad. Es el único momento del día en que se ponen de acuerdo de todo. El famoso efecto Falete: "Si tú lloras en la cocina yo lloro en el retrete". Es así. Y no le digo cuando hay que sacarles el champú del pelo con la ducha. Eso es como cuando se le derriten las caras a los malos al final de "En busca del Arca Perdida˝. Atención spoiler (Nunca sé si se pone antes o después).

Síntomas: Tembleque, abrir los ojos y mover la cabeza, rigidez a la hora de meterlos en sus asientos de baño, respirar como un buzo cuando se quita el casco.

Sensación: Torturador de la Inquisición.

Solución: Si alguien la tiene que deje un comentario. No vale la violencia ni física ni verbal, ni psicología.

Estos elementos no se suelen dar todos a la vez, pero todo puede ser. "¡Disfrutad que pasa a toda velocidad", dice la gente.

Un tren expreso también.

Saludos Capitán.

PD Recomendación de hoy: Un papá que rima.


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