Estimado Capitán:
Me he dado cuenta en estos meses que los humanos más mayores no apreciamos en toda su amplitud la realidad. Hay un montón de objetos que no comprendemos al 100% y ellos, nuestros pequeños lechones sí lo hacen. Deben tener el chacra abierto que viven en una dimensión totalmente distinta a la nuestra, se trata de una dimensión cuya complejidad los mayores solo podemos intuir.
Es cierto que nuestros hijos, menos el hijo del cura que con los años pasará a ser su sobrino, son hijos deseados a los que colmamos de atenciones y mimos. Juguetes de todos los tamaños y colores con los que nosotros, padres ignorantes, pensamos que vamos a comprar su felicidad, cuando en realidad ( y siempre según mi estudio) lo que los pequeños gordopilos necesitan para alcanzar su plenitud es mucho menos de lo que nosotros creemos. Ellos quieren amor, besos, abrazos, que les cambien la caca e investigar. No se lleve a engaño por su apariencia Capitán, son investigadores, científicos natos que experimentan con el mundo y nuestra paciencia.
Los resultados de mi estudio son 100% reales y quizás pueda aclarar un poco más la naturaleza de estas criaturas.
Puertas
Con la edad el crío les irá quitando importancia pero a día de hoy son el gran descubrimiento del último mes y medio. Las puertas. Nosotros vemos, lo que he bautizado con la nomenclatura “una puta puerta”, pero ellos no. Para ellos es uno de los mejores gadgets que jamás ha inventado el hombre. Piénselo: Una puerta que usted o yo utilizamos para entrar y salir de los sitios, tiene muchas más posibilidades de las que parece a simple vista. Y es que una puerta se puede golpear con las manos, aporrear con los juguetes, chupar, lamer, ver a través de ella (si es que tiene cristales) , pegar la nariz para a continuación descojonarse y sí Capitán, también para abrirlas y cerrarlas. Por ejemplo, Tomás está en la fase de entrar en una habitación y cerrar la puerta. Un tío precavido. Con este temporal se agradece, pero me parece que se está convirtiendo en una obsesión. Parece Jack Nicholson en Mejor Imposible. En estos últimos 60 días ha cerrado más puertas que la droga que ya es decir. No para. Cierra, cierra y cierra. Y cuando acaba de cerrar solo le falta echarse un eructo o algo, por que la cara de satisfacción es todo un poema.
Lo bueno: Diversión a raudales.
Lo malo: Que a veces te pillas los dedos.
Espejos
Los espejos son la entrada a otro mundo. Les encanta verse reflejados. Además también sirven para golpear, lamer y pasarlo pipa un buen rato jugando con el reflejo. Le hablan a su otro yo y se ponen nerviosos. Su madre y yo nos ponemos mucho más atacados al ver a cuatro hijos en vez de dos.
—¿Te imaginas?—le suelto cuando acontece este rutinario efecto óptico.
En más de una ocasión al darse esta situación he podido observar como la hembra terráquea observaba la ventana del salón como su única salida.
Lo bueno: Diversión como si no hubiera mañana.
Lo malo: Que la emoción por saludar a su otro yo sea tan arrebatadora que no frenen a tiempo.
Cortinas
Las cortinas parecen a priori algo sencillo. Un invento simple. Pues para ellos no. En su mundo de científicos la cortina es un universo en sí mismo. ¿Quién no se enrosca en una cortina de vez en cuando para echar unas risas? Este es su descubrimiento semanal. Uno sabe cuando va a “entrar” en la cortina, pero nunca cuando va a salir. Es como el INEM. Y ellos pues se lo pasan pipa descubriendo como la tela acaricia su cara, como la cosa se va liando, y además detrás de la cortina suele haber…¡Una ventana! que es parecida a una puerta, con las mismas características de golpear, chupar y todo eso. No le voy a mentir Capitán, empujado por la curiosidad lo probé ayer. Me puse como lo que aquí se llama un gilipollas o un tonto a las dos a dar vueltas en la cortina y a extender los brazos en busca de la salida. No estuvo mal, pero pude ver a mi vecino negando con la cabeza y cerrando con pestillo la ventana. Agonías.
Lo bueno: Las cosquillas en la cara , las vueltas sobre uno mismo y la interactividad.
Lo malo: El efecto de las vueltas sobre uno mismo. Puede ser un mal viaje.
Accesorios tecnológicos
El otro día les regalamos un ábaco. Pero claro, un juego con nombre de insecto está destinado al fracaso. ¿Un ábaco? Y una mierda. A los chavales ahora les gusta manosear el ratón del ordenador, babar el móvil, utilizar el mando de la tele como arma arrojadiza y una serie de cosas pues que podrían hacer con cualquier otro objeto, pero lo hacen con esos. Nosotros llevamos una semana sin encontrar el mando de la tele, pero lo peor no es eso. Dejaron puesto un programa de operaciones extremas: un mujer que tiene unos pechos que usa la 120 J, una chica que le chorrea la nariz de moco y quiere cambiar su vida (yo también querría), un chico que quiere cercenarse la nariz para tenerla como su ídolo; Michael Jackson (que anda que no tendrías cosas buenas y te vas a fijar en la nariz chaval, te mereces lo que te pase). Y así llevamos diez días que me están dando ganas ya de reducirme el pene. Más.
Lo bueno: Ellos disfrutan
Lo malo: Sale caro.
Un saludo Capitán.