¡Dos años ya!
Estimado Capitán:
¡Menuda semana más intensa!
El lunes los lechones empezaron la guardería y hoy cumplen dos años. ¡Dos años ya Capitán! Parece que fue ayer cuando dos enfermeras me los tendían envueltos en unas mantitas. Tenían el tamaño de un pitufo alto. Recuerdo cómo se me cerró el hojaldre al comprobar que todo aquello de lo que habíamos hablado y especulado Ovugirl (madre de lechones) y yo durante nueve meses era real. Eran dos preciosas criaturas, Capitán. Busqué el pan debajo del brazo y no lo encontré. Ahora los niños traen tarjetas para Amazon, H&M y cosas así. Es el progreso. Y en ese momento, el 6 de octubre de 2015, comenzó la aventura más chula de nuestra vida.
¿Cómo puede crecer alguien tanto en tan poco tiempo? A veces me siento como Rocky en Rocky V que deja al niño en la IV con 9 años y vuelve de Rusia y el chaval ya tiene 13. Falta de continuidad que se llama. Pues eso me pasa a mí con ellos. Me falla el rácord de una escena a otra. Un momento son pequeños y en otros han dado el estirón. Facebook , ese gran chivato vital, me recuerda fotos de hace un año y yo le doy un par de golpes al móvil a ver si así se arregla la aplicación porque es imposible que fueseis tan pequeños hace tan poco tiempo.
Ahora, con dos años terráqueos, no paran de decir mamá y papá con diferentes entonaciones, cada una de ellas con un significado, como lo de los esquimales que diferencian no se cuántos tipos de blanco, pues lo mismo.
Además están en la época de los berrinches. Se tiran por el suelo, se arrastran, hacen la croqueta a cámara rápida y lloran. Ponen las piernas hacia la pared y arquean la espalda. Cada vez que les veo así en mi cabeza suena la música de "El Exorcista". ¿A favor? Son bastante elásticos. Como el chino de Ocean´s Eleven. Esa es la lectura positiva-
Los malos de la película son los virus y ahora que acaban de empezar la guardería esta misma semana parece ser que bacterias y virus se dan la mano cantando el Kumbayá y se preparan para hacer de las suyas este invierno. Llevamos ya dos semanas tocados, primero Tomás que es un enfermo ejemplar, de esos que sufren en silencio y que jamás pierden la compostura y luego Antón que es más escandaloso que la moto de un gitano. Como su padre dice su madre. Ahora están los dos con laringitis y me lo han pegado. Me llaman exagerado. Tengo la tos de un tendero bávaro y un dolor de garganta afilado y ácido que me rasga el gaznate con el picador de Paquirri. De momento su madre aguanta, pero yo lo pillo todo.
PRIMER DÍA DE GUARDERÍA
El periodo de adaptación no les ha costado y es que puedo decir con orgullo que Antón y Tomás son sociables tan como Massiel en una bodega. Vale que el primer día hubo lloros, pataleos y sorbemocos, pero es normal. En cuanto llegué a casa se me pasó. No sé por qué me miraban así el resto de padres. Insensibles. ¡Era el primer día, coño!
Les encantan Los Minions. Tomás les llama Minion-Minia. O sea que es de letras porque declina. Tal es su amor por esos bichejos amarillos que le hemos regalado un lamparita con forma de Minion. Les han caído más cosas claro, tener mellizos en ocasiones está reñido con la mesura. De todos los regalos destaco un pequeño acordeón en homenaje a aquel otro que me regalaron mis padres cuando era un crío y que tras un par de semanas de infatigable práctica mi padre pisó sin querer. Tres veces. Ahí se acabó mi incipiente carrera de acordeonista. Y es una pena porque tenía cualidades.
También les ha caído un micro. Uno para los dos. Y claro...movida al canto (nunca mejor dicho). Nadie que haya compartido un micro acaba llevándose bien. Lo pasan pipa eso sí.
Capitán déjeme decirles una cosa a los niños.
Hijos, si leéis esto algún día...recordad que papá os quiere. Mucho. Os escucho tocar el acordeón mientras tecleo y creedme que no estoy orgulloso de lo que estoy a punto de hacer. Recordad: Papá os quiere.Un abrazo Capitán.
¡Dos años ya!