Revista Cultura y Ocio

Diario de estos días (XVII)

Publicado el 29 marzo 2020 por Malama
Diario de estos días (XVII)«¿Me he muerto ya…? » (José Luis Alonso de Santos)Domingo, 29. Tenía ya casi lista mi apuntación de hoy en este diario de un confinamiento. No tenía especial interés, como viene siendo habitual; pero el motivo que me ha llevado a relegarla para otro día creo que puede tenerlo. El lunes 23, mi compañera M., que es distinta a mi compañera M., me escribió por la noche para decirme que su vecino Ángel Salgado, viudo de Vicenta Naranjo y cuñado de mi amigo el librero Jaime Naranjo Gonzalo, padre de su hijo Jaime Naranjo García, también librero, también amigo, había muerto de un infarto. No, no me he ido por las ramas —por una familiar, en este caso. Vamos, que Ángel había fallecido esa tarde. El martes por la mañana llamé a Jaime padre para darle el pésame; pero no pudo atenderme. Creo que ese mismo día insistí, o quizá el miércoles; pero no encuentro registro de esa segunda llamada. Hoy, esta tarde, recibí un mensaje de S. diciéndome que Jaime había muerto, que le había dado un infarto. No daba crédito. Pero no por el impacto que siempre produce una noticia así de inesperada; sino porque me pareció que todo podía ser una errata lógica en el texto que escribimos de la vida. Pensé en ello; pero me resistí a creer que no me había cogido el teléfono por eso. Busqué en internet. Jaime Naranjo Gonzalo es una persona muy conocida en Cáceres y en Extremadura. Significado siempre políticamente, fue Consejero de Cultura de la Junta de Extremadura en una etapa crucial del arranque de nuestra Comunidad Autónoma…, y seguro que una noticia así de infausta tendría que quedar reflejada en los medios. Llamé a M. Llamé a S. Nadie sabía. Nadie podía confirmar nada. Y llamé a Jaime. Y respondió. «Que siento lo de tu cuñado», le dije. Y ya luego fue reírnos por la circunstancia. Al parecer, el primero que le llamó preguntándole si se había muerto fue su amigo M., amigo y compañero de aquellos años de acción política. Siempre es un gusto hablar con Jaime —a quien es difícil parar como entusiasta de la conversación que es—; pero lo de esta tarde ha sido una alegría enorme. Le he pedido permiso para contar esto y me lo ha dado. Ahora que estoy revisando un texto que escribí sobre Carolina Coronado, digo que la historia tiene que estar llena de falsas muertes, y que me cabe el honor de desmentir una de las que más habría sentido en un trance como este. Va por ti, Jaime. Felices, sanos y confinados.

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