Revista Cultura y Ocio
Es evidente que, en general, los últimos libros de Paul Auster han decepcionado a muchos lectores. De esos últimos, pocos me han interesado, y leí alguno y no me entusiasmó. Quizá su última gran obra fuese El libro de las ilusiones. No lo sé. Ya digo que tengo pendientes de lectura algunas de sus últimas novelas. Pero con este libro parece haber recuperado un poco el tono, alejado de las ficciones y de las tramas donde interviene el azar. Diario de invierno es una especie de autobiografía escrita en segunda persona del singular. En ella alterna sus vivencias y sus sentimientos del presente con abundantes vistazos al pasado. En esos dos territorios se mueve, como nadando entre dos aguas, y lo hace con soltura, como si estuviera muy cómodo. Se nota que, en la prosa, Auster ha crecido desde A salto de mata (el primer episodio de su autobiografía), porque su pensamiento se revela más maduro. Este diario congrega páginas admirables y también pasajes un tanto flojos. Pero me ha gustado más que, por ejemplo, La noche del oráculo. Y, por cierto, esta misma tarde iré a escuchar su charla al salón de actos de Fnac Castellana. Un fragmento:
Probablemente no exista mayor logro humano que merecer amor al final. Manchando el lecho de muerte con babas y orines. Todos vamos a pasar por ahí, te dices a ti mismo, y la cuestión es hasta qué punto puede seguir siendo humana una persona mientras se encuentra en un estado de impotencia y degradación. No puedes pronosticar lo que ocurrirá cuando llegue el día en que te metas en la cama por última vez, pero si no desapareces súbitamente como tu padre y tu madre, quieres morir inspirando amor. Si puedes.
[Traducción de Benito Gómez Ibáñez]