Revista Cocina

DIARIO DE JUVENTUD: Viaje al Pasado

Por Enviado Del 74 @enviado74
Ni corto ni perezoso, Joan se fue directo a la trastienda, donde había perdido la pista de Javier. Tras varias veces llamándolo sin oír respuesta, le preocupó seriamente. Lo que en un principio podría tratarse de una  broma pesada, bien como un escaqueo de sus obligaciones, bien para probarle a dejarle solo por si un día tenía que sustituirle por causas personales. De hecho estaba inmerso en dedicar el poco tiempo libre que tenía en un caserón abandonado a las afueras de Barcelona, herencia de su tía Paca que no tuvo hijos y lo repartió todo entre sus sobrinas, a excepción del único sobrino, su favorito decían ellas, ya que al ser el único varón, lo tenía siempre entre algodones.Dejando aquellos pensamientos a un lado, volvió al que lo había llevado hasta la trastienda. Ni rastro de Javier. Había poca luz en la habitación y tal y cómo andaban los precios, disparados entre crisis económicas, inflación y la triste guerra entre Rusia y Ucrania, no quería encender la lámpara que cubría toda la estancia, por lo que decidió encender la linterna de su móvil. Aparentemente todo estaba perfectamente colocado y en su sitio. Salvo unos libros tirados en el suelo en uno de los estantes del fondo. Se acercó y los recogió del suelo, al volverlos a colocar en su sitio, escuchó un ligero "click"... prestó atención y aquel libro estaba fuera de su lugar, Javier lo tenía ordenado por categorías y por el alfabeto. Y este libro en cuestión, titulado "Membrillo, Algo más que Fruta", se encontraba en la "D" cuando su lugar debería ser por lógica la "M".Volvió a coger el libro y otra vez escuchó el famoso "click", pero a diferencia de la anterior, el estante con libros se movió y abrió una pequeña rendija que daba acceso a lo que parecía un pasadizo. Antes de entrar, bloqueó la entrada con una silla para asegurarse la salida, comprobó que tenía suficiente batería en el móvil para entrar en dicho pasadizo, que lejos de estar tenebroso y oscuro, vislumbraba a lo lejos una luz tenue. - ¡ Posiblemente esté allí Javier! -, pensó. Se dio cuenta que no sabía donde se metía, lo que le hizo dar marcha atrás y buscar su abrigo en la entrada. - Hombre previsor vale por dos -, se dijo. A lo que regresó a la trastienda, esta vez sí dio la luz, por si la batería del móvil fallaba.El pasadizo era estrecho, aproximadamente un metro y medio de alto y uno de ancho, lo que le forzó a ir encorvado. Piedras talladas en el suelo a modo de escalerilla lo hicieron descender a su entender, un par de metros desde la posición de la planta baja donde se encontraba la Librería. Una vez bajó, se encontró con un túnel, esta vez de metro ochenta de altura y metro y medio de anchura. Notó la humedad en el ambiente, y se veía a lo lejos aquella luz tenue, por lo que gritó: -"¡Javier!, ¿estás ahí?"-, nada, ninguna respuesta. Por lo que decidió seguir avanzando.Avanzó despacio, no quería pisar nada que supusiera un riesgo para su persona, aparentemente se había tallado el pasadizo en piedra caliza (como en las antiguas juderías), pero podría estar equivocado y ser arcillosa (como hacían los árabes en la península ibérica). Recorrió varios metros y llegó a una amplia sala. Dos ánforas negras a izquierda y derecha, hacían la decoración de la sala, totalmente incrustadas en la pared. De frente, tres escalones que daban acceso a una pequeña Cripta. Parecía que se le encogía el pecho, y empezó a preocuparse por su amigo. De pronto, dejó esas cavilaciones a un lado. Javier llevaba años trabajando en aquella Librería, por lo que conocía la trastienda de palmo a palmo, e incluso debía de conocer aquel pasadizo y todo lo que contenía. Empezó a sentirse entre intrigado y enfadado, por haberle ocultado un secreto tan importante después de tantos años de amistad, por muchas razones que tuviera. Por lo que tragó saliva, y entró a aquella Cripta. - "¡Javier, estás vivo!" - gritó al ver a su amigo sentado en una sala cuadrangular. Javier se giró con cara de asombro y le preguntó: - "¿Cómo me has encontrado?, ¿Cómo has llegado hasta aquí?, es más... ¿Qué demonios haces en mi sala privada?" -, gritó a un desconcertado Joan. - "Mira Javier, eso mismo debería preguntarte yo. ¿Desde cuándo conoces este lugar?, decirte que como buen amante de los pasadizos secretos, este es magnífico. Entiendo que es aquí donde guardas esas reliquias que vas encontrando y vendes a precio de diamantes... ¿verdad?" -, preguntó Joan al tiempo que apagaba la luz de su teléfono móvil. - "Así es Joan, así es. Aquí guardo y tengo una colección privada de Diarios, lo que tú llamaste Diario de Juventud, para mi es uno de mis pasatiempos favoritos. Tengo varios diarios nuestros, de familiares, de desconocidos y de fallecidos. Aquí encontré libros antiquísimos e historias de juventud de los antiguos dueños que habitaron esta casa. De alguna manera siento que lo han dejado aquí para que yo lo encontrara y lo han compartido conmigo, y aquí en esta sala con entrada de Cripta, los guardo todos. Es una especie de recorrido por el pasado, en un pasadizo judío, que descubrí hace menos de un año. Quería enseñártela con tiempo, pero cuando la tuviera mejor acondicionada. ¿Recuerdas que te dije que no era el momento de invertir?, mentí. He hecho una gran inversión para recuperar el pasadizo, limpiar el suelo y sus paredes, reacondicionar esta sala, que además he insonorizado con el fin de poder contemplar estas historias de nuestro pasado, rememorar sus escritos, y poder compartirlos contigo. Perdona si te has enterado así, pero... quería darte una sorpresa por tu cumpleaños, Joan" - balbuceo al tiempo que lo abrazaba. Joan no pudo más que emocionarse con aquel regalo. Tenía los estantes sobre la propia piedra, lámparas de aceite, grandes velas, inciensos... un lugar idóneo donde relajarse y conversar. También encontró un pequeño minibar, Javier se había ocupado de todo. Más allá de echarle en cara nada, miró con qué cariño contemplaba aquellos diarios de juventud, los tenía perfectamente ordenados por fechas. Se acercó y contempló una guía desde el año 1994 hasta 2022. Lo que él no había escrito durante todos estos años, Javier sí se encargó de hacerlo. No pudo contener las lágrimas de la emoción. Se dio cuenta que amigos como Javier son para siempre, amigos de gran corazón. Que lo importante en este mundo que conocemos no es sólo rememorar aquellas vivencias de pubertad, juventud y madurez, sino el poder seguir escribiendo renglones con buenas nuevas en nuestro presente; que el futuro es una idea equivocada de un presente constante donde aprendemos de nuestros antepasados, y corregimos a diario el presente.FIN.

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