¡Mayúsculas activadas!
James es un chaval al que se le llevan los demonios. Nadie se da cuenta de que estamos provocando el FIN DEL MUNDO porque no paramos de COMPRAR BASURA INÚTIL (ouch, touché), no escribe redacciones sino MANIFIESTOS para pesar de su profesor de lengua, su mejor característica física es el dedo acusador, y que quiere pirarse a Oslo con sus jerséis con los codos agujerados a posta porque parecen más guays, más usados y más guays. Pero sobre todo, quiere y odia a Sadie Kinnel, ex novia y repipi activista del año.
Me encanta que se nos presente así al protagonista. Entre los que se nos va la fuerza por la boca nos reconocemos rápido. La estructura alterna su diario con sus redacciones, más las correcciones de su sufrido profesor, diálogos incómodos con las chicas que le rodean y hasta un magnífico test de personalidad a lo Cosmo, la solución para todo. Es una historia de iniciación muy divertida, mordaz, ágil, fresca y no nos empepina la historia de amor como centro del universo mundial sin la que no hay ni libro ni personajes ni nada. Nos saca a un adolescente cabreado, y que se cabrea el doble con el planeta cuando sus problemas le sobrepasan, pero que tiene ideas, vida y desarrollo más allá de Sadie. Y una prosa envidiable. Se lee en un par de horas y se disfruta un montón, sobre todo si eras/eres un rebelde con causa, cualquiera que esta sea. Revolution, baby.
Lo que más me gusta de Marx es pensar en todos los años que se tiró en la biblioteca. Cada vez que voy a la biblioteca del centro y veo a un sin techo que lleva una cacerola en la cabeza o habla con un buzón, pienso: "Ahí está el próximo Karl Marx".
P.D. Si os gustó tanto como a mí Paranoid Park, tenéis que leer este artículo sobre el destino del chaval que la protagonizó, ahora mendigo y colgado. Tan impactante como la película.