Revista En Femenino

Diario de mi suelo pélvico: Capítulo 1

Por Clara Ingeniera @mamaingeniera

He estado varios días valorando el hecho de hacer un post como este. Porque ya sabéis que no tengo pelos en la lengua y alguna vez os he contado mis penurias chochiles, pero el tema está yendo más lejos de lo que a mí me hubiera gustado, y después de una visita al ginecólogo el pasado viernes, resulta que sí, que la cosa está chunga y que mi suelo pélvico está “hecho caldo”.

Así que, con este primer capítulo, inauguro lo que vendrá siendo un diario sobre cómo afrontaré la recuperación de dicha parte de mi cuerpo. Porque me está afectando tanto en diferentes aspectos de mi vida, que merece ser inmortalizado en forma de posts.

recuperación suelo pélvico

Tal y como he comentado antes, el viernes tuve una revisión en el ginecólogo. Revisión con su respectiva citología y ecografía, pues entre pitos y flautas, han pasado 3 años desde mi última revisión. Parece que por visitar un ginecólogo tan frecuentemente por la infertilidad esté todo controlado, pero no, habían pasado casi dos años sin citología cuando por fin me quedé embarazada.

Decir, que mi actual ginecólogo es el que elegí después de llevarme un chasco con la ecografía de las 12 semanas en otra clínica. Que además de ser super amable, simpático y comprensivo, es experto en suelo pélvico.

Teniendo en cuenta que yo desaparecí de su consulta cuando me diagnosticaron diabetes gestacional (porque ya me llevaban por la SS y me daba pereza seguir yendo por los dos caminos), hacía casi un año que no me veía.

Se lo conté todo. La mierda de parto que tuve, los dolores que estaba teniendo actualmente y el miedo que me daba practicar sexo.

Me subí al potro y en cuanto me coloqué, el ginecólogo se llevó las manos a la cabeza “madre mía, lo que te han hecho aquí… pedazo episiotomía“. Me dijo que haríamos la citología lo primero, y ya después pasaríamos a la eco y finalmente a valorar mi estado general.

La citología fue mejor de lo que me esperaba. Tenía terror a la boca de pato esa, pero lo hizo con tanta suavidad y dándome palabras de ánimo que no me hizo nada de daño. Ni siquiera al sacarlo me pilló chichilla. ¡Genial!

Lo siguiente fue la ecografía. Le recordé que yo tenía un quiste en el ovario derecho que tuvieron que puncionar antes de hacerme la FIV, y que después de mi bioquímico, se volvió a rellenar y por tanto, yo me quedé embarazada con un quiste ahí.

Y ahí seguía, con su mismo tamaño de 16mm. Le pregunté si eso habría alguna manera de quitarlo, y me dijo que era tan pequeño que no valía la pena. Pero claro, de cara a una siguiente FIV, ¿qué? El tema se quedó bastante en el aire, tampoco me apetecía plantearme mucho más.

Aparentemente en la ecografía estaba todo bien, excepto por mis intestinos que estaban emburruñados y llenos de materia fecal (sí, caca) y no dejaban visualizar uno de los ovarios. Al final consiguió encontrarlo entre tanta mierda, literalmente.

Finalmente, pasamos a la valoración de mi suelo pélvico y tuve que respirar muy profundamente antes de que metiera sus dedos por mi vagina, porque yo estaba contraída no, lo siguiente. Me dijo que no me preocupase, que él sabía lo que hacía, que no me haría daño y que veía destrozos así a diario.

Me hizo daño, claro que sí. En cuanto tocó la zona de mi vagina que esta contracturada. Sí, podemos decir que tengo el chirri contracturado, justo al lado contrario de la cicatriz.

Dijo que estaba bastante mal, y que debía empezar a hacer rehabilitación de inmediato. Me dijo que en el hospital en el que di a luz (de la SS) hay un equipo buenísimo de suelo pélvico, y que pidiese derivación, que además, habiendo dado a luz allí, qué menos.

Me preguntó también por el sexo que practicaba, y le comenté que era nulo. Que me dolía tanto que le había cogido miedo a que me tocasen con un palo. Y me dijo que no podía ser, que el sexo ayudaba a que se mantuviera en forma y que si dejaba de practicarlo, me contraería más y más, y me cerraría cual fortaleza.

Le comenté que había comprado un lubricante que me recomendó una amiga con ácido hialurónico y me dijo que era perfecto, que le diera caña al cuerpiki y que no dejara el tema de la rehabilitación, porque era muy joven para estar así.

Nos despedimos y me dijo que le mantuviese al día. ¡Qué majo!

Ahora estoy pendiente de conseguir una cita con un ginecólogo de mi CAP para conseguir que me deriven, no obstante, si no logro esa derivación, no lo dejaré. Buscaré un osteópata, un fisio o lo que mierdas sea con tal de arreglar esto.

Porque me tiene amargada, la verdad. Ir caminando y que duela, estar sentada y que duela, no poder tener vida marital porque duela… no. Y como si de una tarea extraescolar se tratase, este fin de semana me lo propuse.

Con mi lubricante y un marido la mar de comprensivo, hubo tema. Doloroso al principio, pero genial al final y creo que el lubricante tiene mucho que ver. Eso sí, llevo dos días que me duele como si me hubiese tirado a un equipo de fútbol, pero entiendo que esto es como volver al gimnasio después de mucho tiempo. Agujetas chumineras, las llamo yo.

Y aunque esté adolorida, estoy feliz. Feliz por el simple hecho de haber empezado a tomar cartas en el asunto y ver que hay luz al final del tunel. Seguiré con los ejercicios que propone la app Bwom, y con lo que me envíen de rehabilitación.

¿Alguna de vosotras ha hecho rehabilitación de suelo pélvico? ¡Contadme vuestras experiencias!


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