Revista Cultura y Ocio

"Diario de un cuerpo", de Daniel Pennac: un libro sorprendente

Publicado el 16 enero 2015 por Lidiacasado
 Creo que es fácil que Pennac sorprenda pero este libro me dejó noqueada. Aún no me he librado de muchas de las sensaciones que me provocó, y eso que hace tiempo que lo reseñé en  Anika entre Libros. Hoy lo traigo hasta el blog.
Título: Diario de un cuerpo
Título Original: (journal d´un corps, 2012)
Autor: Daniel Pennac
Editorial: Mondadori

Copyright: © RHM, 2012
© Éditions Gallimard, 2012
© Daniel Pennac, 2012
© Traducción de Manuel Serrat Crespo, 2012
1ª Edición, Junio 2012 ISBN: 9788439726111
Etiquetas: autores, book, cuerpo humano, ebook, e-book, escritores, franceses, lenguaje corporal, libro electrónico, literatura francesa, narrativa, psicología

Argumento:

   El padre de Lison lleva prácticamente toda su vida escribiendo un diario. Desde que tenía doce años, lleva anotando minuciosamente en diferentes cuadernos los cambios que su cuerpo va experimentando, analizando la frontera entre lo sentimental y lo fisiológico, estudiando las reacciones que lo que sucede fuera tienen dentro de uno, observando el cuerpo como herramienta, como instrumento, como obstáculo.
Tras su fallecimiento, Lison recibe todo el material elaborado por su padre. En él descubrirá una vida contada desde dentro, desde lo más hondo de su ser, desde sus huesos, sus músculos y sus órganos. Desde él mismo.

Opinión:

  Hay diarios íntimos, diarios de sentimientos, diarios de anécdotas, diarios de preguntas, diarios de sesiones, diarios oficiales, diarios periodísticos, diarios de sucesos, diarios epistolares, diarios de la fama, diarios blogueros, diarios personales y hasta diarios públicos. Pero, en una civilización que escamotea lo propio del ser humano, su sustento corporal, sus necesidades y comportamientos orgánicos y biológicos, hay pocos diarios de un cuerpo. Por lo general, lo corporal se omite. Quizá algún obsesionado con la salud o con la enfermedad anote diariamente cuántas deposiciones realiza, si sangra, si nota algo diferente al miccionar. Tal vez un adicto al sexo contabilice por escrito las relaciones sexuales que mantiene, cuántas veces se masturba, la cantidad de estímulos sexuales que recibe, las ocasiones en las que se excita, qué lo provoca, cómo reacciona su cuerpo ante tal estímulo, cómo lo afronta y cómo lo alivia. Pero muy poca gente elabora un diario sobre todos los sucesos que van ocurriendo piel adentro.    El autor de este diario sí lo hace. Desde los 12 años, cuando una fuerte reacción al miedo provocó que se lo hiciera en los pantalones, empezó a preguntarse qué relación había entre lo que le ocurría a uno y lo que el cuerpo experimentaba. Y comenzó a analizar las diferentes partes de su cuerpo, sus componentes, sus secreciones, sus movimientos, sus cambios.    No escatima detalles y situaciones y son estas partes más escatológicas las que más difíciles de leer se me han hecho. No es nada frecuente que tengan sitio en la literatura, como tampoco lo es que aparezcan esos pequeños gestos cotidianos que todos realizamos pero que ocultamos: hurgarnos la nariz mientras esperamos a que el semáforo se ponga en verde, olernos disimuladamente las axilas, toser o hablar más alto para ocultar una ventosidad que no se puede contener o el desagrado que puede llegar a producirnos el calor dejado por las nalgas ajenas cuando nos sentamos en el autobús o en el metro justo después de que alguien se haya levantado.    Y es que el autor del diario analiza todos los sucesos de una vida humana desde el punto de vista corporal. La paternidad, el amor, el sexo, la pérdida de un ser amado, el miedo, la guerra, el compañerismo… todo está narrado a través de las reacciones que el propio cuerpo experimenta ante tales sucesos. Tampoco falta el análisis de determinadas reacciones gregarias, de los comportamientos sociales, del hombre en grupo: la facilidad con la que se contagia el bostezo, las expresiones faciales que la convención social nos insta a adoptar, etc.    Estas convenciones conducen, en muchos casos, a ocultar el propio cuerpo, denuncia básica de este diario; a vestirnos con una pudibundez que oculta lo que somos en realidad: músculos, huesos, líquidos, secreciones, pelo… Sin duda alguna, lo más ocultado por esta pudibundez es el sexo, los órganos sexuales, obviados en las enciclopedias y en los libros escolares de la época de formación del autor del diario. Por no hablar de la negación de estos órganos que realizan las religiones.    Con un tono irónico, jocoso en ocasiones, desnudo y real, el autor recorre la vida a través de la evolución de su propio cuerpo, desde la maduración adolescente hasta la plenitud del adulto para acabar en la degradación de la vejez. Este amante de los cuerpos, del suyo pero también de los que le rodean, acaba conociéndolos tan bien que es capaz de adivinar el embarazo de su hija solo por los pequeños cambios que se producen en ella.    La obsesión por el cuerpo y sus reacciones le lleva a un minucioso análisis de las consecuencias que para éste tienen las enfermedades. No desde un punto de vista médico, sino desde el punto de vista puramente humano, de la máquina en la que habita el alma, con sus disfunciones y sus averías. No es un diario íntimo, no es un diario sentimental, no es una crónica de sucesos. Es un análisis descriptivo de la esencia fisiológica del ser humana, la verdad desalmada del cuerpo al desnudo.       Enlace a la reseña original.   Nos seguimos leyendo.

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