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Capítulo 1Las agujetas no son de color de rosa Siempre he intentado seguir una rutina en un gimnasio, pero me aburría como una ostra perlera. Además, como bien dicen mis colegas de l'egoblogger en su post 5 claves para conseguir un cuerpo 10 (os lo recomiendo) me sentía un poco así:
¿Nunca os ha pasado? Si me decís que no me sentiré aún peor
Intenté ver si me quedaba algún gimnasio por probar (de la zona en la que vivo me conozco todos y no me mola nada su ambiente, los vestuarios parecen saunas y no, no me refiero a las de toda la vida, ya me entendéis...). Pero justo un amigo me comentó que su hermano, Javier Barbón, que estudia INEF en la Complutense, estaría encantado de ayudarme y de convertirse en mi entrenador personal para lograr mi objetivo. Mis ojos se abrieron, al igual que mi boca (momento cangrejo Sebastián al final de La Sirenita ¿lo recordáis o soy muy friqui?) y dije: ¡POR SUPUESTO!
Empezamos la semana pasada y he decir que aunque sea un auténtico calvario para mí estoy muy contento. Tener a alguien al lado que te exija, haga sufrir y te motive a la vez (sí, es un poco bipolar la situación) es algo maravilloso. Empezamos en su casa, en una salita que tiene muy 'apañaica' (como diría Mari Carmen de #QQCCMH) haciendo ejercicios para calentar todo el cuerpo: saltando, levantando y flexionando las piernas, abriendo los brazos... Luego llegaron los abdominales, con piernas subidas, bajadas, de todos los tipos para fortalecer la zona; también un ejercicio para los oblicuos comúnmente llamados 'las rayitas del Ken de la Barbie'; y, de repente, el horror: ¡FLEXIONES! Sé que os vais a reír de mí (dentro de 6 meses sonreiréis
Después de ese sufrimiento hicimos un ejercicio con pesas y bailando que me encantó. Pero, pensándolo bien, el desenlace no moló nada porque me mareé y me tuve que tomar un plátano, básico en los entrenamientos. "A mí también me pasaba, así que no te preocupes"- me decía Javi. Y eso me reconfortó y me ayudó a no tirar la toalla. Pasado mi momento de "creo que me voy a morir" me levanté y repetimos la serie: movimientos con brazos, piernas, abdominales de todas las maneras y formas posibles, pesas... Cuando llegué a casa me duché y me tiré en el sofá. Ya sí que era un hecho: estaba muerto.
Al dia siguiente decidimos cambiar la salita 'apañaica' por El Retiro. Ay... ese lugar donde hay más gente corriendo que en una maratón. Empezamos trotando a un ritmo 'normal' (según Javi) y luego, cuando llegamos a una cuesta muy divertida (ironía) corrimos como si nos estuviera persiguiendo la Interpol. Al llegar a nuestro destino, un gimnasio al aire libre, sudé lo 'maaajjj grande' (como dice una amiga mía): de nuevo abdominales, ejercicios en el suelo, lumbares, dominadas (las odio y necesito ayuda para hacerlas, tampoco me avergüenza decirlo) y... FLEXIONES. Cada vez que Javi Barbón dice esa palabra siento como si todo el dolor de mi cuerpo aumentara. Y, efectivamente, intenté hacerlas y... nada. Para ponerle remedio a este problema, porque lo es, me ha mandado unos ejercicios con mancuernas que he estado haciendo estos días y os he de confesar que ya poco a poco voy logrando el objetivo.
Ayer estuvimos de nuevo en El Retiro, corrimos e hicimos un ejercicio que no sabría muy bien como denominar. Javi lo llama 'físico, cardio', yo creo que le queda mejor el nombre de "Si realmente me quieres no me hagas esto" o "Mátame lentamente" o "Voy a echar la primera papilla"... Pilláis el concepto, ¿verdad? El asesinato sin armas ni sobredosis de pastillas consistía (a ver si lo explico bien) en correr una distancia determinada en sprint, seguidamente hacer sentadillas (15), correr en sprint otra vez y abdominales (20), correr en sprint y flexiones (intentarlas), correr en sprint y lumbares (20)... Descansar 1 minuto y medio y hacer lo mismo aumentando la distancia... Así hasta 5 veces (me he cansado hasta escribiéndolo). El resultado: no me mareé ¡¡bieeeeen!! sudé mucho, con lo cual perfecto porque quemé grasa de esa barriguilla que me quiero quitar, e hice fuerza en piernas (que es lo que menos me cuesta) y aumenté en brazos. Luego nos fuimos a un banco y terminamos con un ejercicio para los triceps, que me salió de puta madre (contento y feliz, de ahí el uso de esa expresión tan soez) y luego dominadas (que no pude acabarlas porque moría, y sí, seguía siendo con ayuda).
Valoración de estas primeras semanas: el que algo quiere algo le cuesta, hacer deporte consiste en sudar, ponerte rojo y que te duela todo el cuerpo... ah, y como reza el título de este primer capítulo, las agujetas no son de color de rosa como decía la novela
La semana que viene más y mejor
Muchos besos y que la tendencia os cace