Siento que me estoy prostituyendo como autor. Tan pronto, sí. Ha sido algo repentino. Desde que me di cuenta la semana pasada que sólo las mujeres leen libros. Y que también las editoras son de sexo femenino. Al igual que las lectoras de informes. Antes cuando escribía no pensaba en nada más que en la gloria, pero ahora la gloria tiene cara de mujer.
Desde entonces he cambiado mis planes cobardemente y pienso en cómo contentarlas, en cómo engatusarlas para que mi detective se adentre en su corazón y se quede ahí para siempre.
Al principio opté por cambiarle de sexo, pero como dije, no creo que salga bien la operación. Por eso he preferido perfilarlo como un hombre abrumado por las circunstancias. Las circunstancias son su infancia, su ex mujer, su hija Adriana y su compañera Eva. Como se puede observar, todo mujeres para compensar. Todo ello le ha conformado/deformado, seguro, aunque mantiene un corazón noble. Eso a las tías les encanta ya que siempre piensan que nos van a regenerar y que gracias a ellas saldremos de la miseria y dejaremos de mirar a otras mujeres, lo que no suele ser cierto para su desgracia.