Revista Cine
Nos despedimos de los no muy interesantes años 70 (realmente, la última década fructífera de verdad fue la de los 50) con, por fin, la última película de Wolfgang Reitherman. A partir del siguiente 'Clásico', veremos nuevos nombres en los créditos, nombres que tras varios intentos devolverían la grandeza a Disney. Es más, la llevarían a una de sus mejores etapas, y mi absoluta favorita. Pero sin querer ya me he ido a los 90. De momento seguimos en 1977 y... no sé qué pensar del film que nos toca.
Por un lado me gusta que sea bastante distinto a sus predecesores en cuanto a tono, intenciones y recursos narrativos. Se aleja del estilo habitual en Reitherman y se acerca a cintas animadas más modernas. Es más, tal y como es la peli, bastante cruel y oscura si uno se para a pensar en lo que está contando, no me sorprendería que fuese de Don Bluth (curiosamente, forma parte del equipo de animadores). Pero ese es uno de los problemas de la película. Es muy poco Disney. Le falta espectacularidad (la animación es bastante normalucha), fuerza, magia y una grandiosidad que realce la oscuridad que señalaba antes. Y en el caso de que busquemos solo una divertida aventura, cosa muy válida, le faltan serias dosis de ritmo, humor y carisma, cosa que sí podíamos encontrar en 'Robin Hood'.
Así que, estando a medio camino, se queda en nada. Tampoco me gustaría insinuar que es mala. Como decía, valoro la frescura que aporta, queriendo dar algo más de seriedad, tensión y atmósfera a una etapa muy ligera y jovial. Y la base me parece jugosa, tanto que me extraña que tardasen más de una década en traernos una secuela. Pero al final, mi sensación general es bastante fría e indiferente.