Revista Sociedad

Diarios de guerra IX: El golpe de estado.

Publicado el 21 abril 2020 por Salva Colecha @salcofa

Yo quiero pensar que será cosa de que estamos tanto tiempo encerrados que ya se nos está yendo la pinza porque otra cosa no puede ser. Sabéis que soy uno de esos que suele pasearse por ese mercadillo persa en el que se ha transformado Twitter y la verdad es que llevamos uno días en los que lo que se respira allí es tan peligroso como pasarse fumando un “Celtas” sin boquilla por una fábrica de pólvora. Un ambiente de locos, a los ofendidos perpetuos se les han unidos los apocalípticos que ya andan predicando el fin del mundo porque las “señales son claras”, se esfuerzan tanto en enseñarnos las muestras que me temo que ya hasta asustan al mismo Iker Jiménez. Pero si hay una panda que de verdad preocupa muchísimo son los que se han puesto a pregonar verdaderas atrocidades como la de proponer un golpe de estado. Perdonémoslos, no saben lo que dicen, pero deberíamos desviarnos de seguir esas voces que nos llevarían a la senda de la destrucción. Otra vez.

Quizá los tiempos nos han traído unos momentos en los que estamos muchos viviendo en el filo de la cordura, con un pie aquí y el otro a punto de hacernos caer en la locura. Eso es fácil de entender, andamos enredados en esa peligrosa mezcla a partes iguales que supone la incertidumbre, la sobreinformación, el miedo y la frustración por la apariencia de no estar ganando la partida rápidamente y con alegría, como nos habíamos pensado y como estábamos acostumbrados porque si una cosa nos ha traído tantos años de bienestar (rara palabra hoy en día) es que parece que nos hayamos vuelto blanditos. Hemos olvidado que en este mundo somos unos animales que si han seguido adelante es por nuestra capacidad para aguantar lo que nos caiga. Venga, ha llegado el momento de sacar eso que tenemos incrustado en algún rincón del ADN. Y dejándose llevar por los que quieren tirarlo todo abajo sin siquiera intentarlo por los medios correctos, aprovechándose de la situación para después quedarse con todo no estamos precisamente sacando nuestra verdadera esencia de supervivientes.

Puede que pienses que tenemos un gobierno que se ha visto desbordado. Puede que pienses que igual no fue un acierto dejar que los uniformes apareciesen en los platós televisivos. Quizá empezaron ellos usando la retórica belicista e intentando equiparar la pandemia a una guerra. Quizá no entendió bien aquel uniformado cuando nos metió a todos en el saco de los soldados ni cuando sus declaraciones fueron desafortunadas y desastrosas. ¿Fue un error? Puede, pero hagamos que se quede en eso, en un error que se puede subsanar como todos en esta vida. Todos podemos cometer fallos en ese sentido (y como muestra un botón, porque mira que yo titular esta serie como “Diarios de guerra” ¡También tiene delito!)  El problema es que los de siempre se lo creyeron, porque les gusta el ambientillo, y desde entonces andan agitando el avispero en busca de vete tu a saber qué. El problema es que si seguimos alimentando a la bestia el día menos pensado el ruido que oiremos por la calle no será el del camión de la basura, ni siquiera el de la máquina de desinfectar. Oiremos las orugas de los tanques y entonces si que lo tendremos todo perdido porque habremos desenterrado el HORROR  (así, en mayúsculas).

Pero calma, hay solución. No olvides que esto no funciona así, nuestro mundo ya no debe funcionar por la fuerza y por la ley de “el que tiene el garrote más grande”. No hagas mucho caso a los descerebrados que campan por las redes (a este que escribe tampoco). Piensa que si no te gusta como lo hace este gobierno hay una solución fácil, en las próximas elecciones no lo votes y todos en paz. Hemos gastado muchos años de evolución social y llenado piscinas olímpicas de sangre para conseguirlo. No lo desperdicies, por favor.

Y recuerda, si millones de años de evolución, guerras, pestes, cataclismos, hambres e incontables desastres no han podido con nosotros tampoco va a poder hacerlo este bichejo y mucho menos los lunáticos empeñados en que acabemos matándonos entre nosotros. Hazme un favor, no sigamos la senda de los insensatos que ven en un levantamiento militar una salida. Merecemos mucho más que un nuevo episodio de desangramiento entre hermanos. Paciencia, saldremos de esta por las buenas.


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