Reconozco que llevo un par de días a lo Fray Luís de León, alejado del mundanal ruido. Intento digerir lo que me ha ocurrido por estos cibermundillos de Dios (el que sea, a estas horas y a los efectos me la trae al pairo). Te cuento;
Sería cosa del miércoles cuando empezaron a lloverme un aluvión de mensajes diciéndome que yo era un Bot. “Chico, pues ojalá porque eso me dispensaría de tener que ir a la compra, cocinar algo para comer o hasta de aguantar este mundo de locos en el que se ha transformado todo esto del Twitter” le dije a uno de ellos. Craso error, empezaron a darme más palo que a una estera, de verdad, empecé a pensar que se había abierto la veda y me perseguía hasta Elmer, el cazador de los dibus de la Warner (¡que viejo soy, madre mía!).
Después de intentar tranquilizar la tormenta jugando la baza de la simpatía y la ocurrencia me di cuenta de que eso no servía porque estaba apagando el fuego con gasolina porque parece que el respetable, después de tantos días de encierro, lo único que 
Igual todo viene a raíz de mi respuesta a un sujeto al que le dije que ni estaba a favor del Gobierno en lo de como llevan la pandemia ni estaba en contra porque en realidad eso ahora no importa. Cuando se está en mitad de una tormenta de 
Después de darle muchas vueltas al final he llegado a una conclusión. Cada uno es como es y esto es como las lentejas, si quieres las comes y si no las dejas. Yo seguiré a la mía, sin casarme con nadie porque nadie me paga nada y eso bien mirado siempre es una ventaja porque te hace libre. Además, como dicen en mi pueblo “al que no le guste que no mire.” Por cierto ¿sabes una cosa? Hay un libro que es todo un compendio de sabiduría. ¿Sartre, Camús, Aristóteles, Adela Cortina, Simone de Beauvoir, Kant, Javier de Lucas…? Que va! El Quijote!! En él Alonso Quijano le dice a Sancho “Ladran, luego cabalgamos, amigo Sancho!. Pues eso.
