Diarios de guerra XII: La nueva normalidad.
Publicado el 05 mayo 2020 por Salva Colecha
@salcofa
Igual hoy me he levantado un poco conspiranóico. No se si será porque me he fundido alguna neurona de las pocas que me quedaban al tener que estudiar un máster para aclararme cuando se puede salir a la calle o igual será porque que he cambiado de marca de café y eso algunas veces tiene efectos
extraños en una mente con letargo crónico. Pero el caso es que parece que se va disipando la niebla y entre la marabunta de paseantes, vamos viendo la ruta que sigue este viaje que nos lleva derechitos a ese lugar tan raro llamado “Nueva Normalidad” o cosa por el estilo. El nombre ya resulta un tanto inquietante porque una cosa “nueva” no puede ser “normal” justamente porque es nueva. Parece que el palabro rechina en estéreo. Tanto como la visión de algunas almas enfundadas por primera vez en su vida en chándal y bambas haciendo como que corren, sin que se les haya ocurrido pensar que andar también vale, aunque sea a lo Rajoy.
Llámame tío raro o malpensado pero a mí me ha pasado por la cabeza que esto cada vez se parece más al mundillo retrofuturista de “1984”. Ya sabes, “el Gran Hermano te vigila” de Orwell y todo eso. Supongo que conocéis la historia pero bueno. Orwell nos retrata una sociedad bajo vigilancia masiva donde todo está manipulado y regado con una represión política y social propia de Corea del Norte. Pero como se hace por el “bienestar del ciudadano” todo el mundo calla y se limita a cumplir -y hacer cumplir- sin rechistar. Espero que no me malinterpretes pero yo ya no se que pensar (lo dicho, será cosa de la marca del café nuevo del colmado del barrio que he descubierto, me lleva atacado).
Quizá creerás que se me ha ido mucho la pinza si te digo que me vino eso a la cabeza el otro día cuando salía por la tele alguien del Gobierno o hasta puede que fuese alguien de la oposición bipolar esta que padecemos en este país en el que unos se entregan al narcisismo mientras los otros permanecen anclados en la queja por la queja, sin planes alternativos y sin que nadie parezca que se interese en preguntar a los científicos como acabar con el drama que supone cada una de las muertes, que es lo que ahora necesitamos con urgencia. El caso es que el entrevistado empezaba a utilizar palabras raras, que si desescalada, que si nueva normalidad que si desconfinamiento… Fue oír esas cosas encadenadas y saltarme a la cabeza la Neolengua de Orwell, esa que acaba dominando el pensamiento del que pone las orejas, se lo camela y consigue que acepte sin rechistar lo que en realidad le perjudica hasta niveles insospechados, porque claro, es por nuestro bien y aunque suponga un sacrificio eso siempre es bueno, ¿verdad?.
Le expliqué esto a mi amigo Paco (sigo tomando café con él, aunque por Skype), soltó una sonora carcajada y me dijo que parecía que me acababa de caer del guindo, porque según él Aldous Huxley ya nos lo dijo en Un mundo feliz, allá por 1932, “Una dictadura perfecta tendría la apariencia de una democracia, pero sería una prisión sin muros en la que los presos ni siquiera soñarían con escapar”. Se quedó serio mirando a la camarita y afirmó con voz seria, que esto no era más que un “Remake” de lo de la crisis anterior porque en el fondo no importa quién nos gobierne. Paco sostiene que en algo están de acuerdo; les importamos un pimiento. Entonces los que nos decían que gastásemos como descosidos nos hicieron creer que éramos unos manirrotos que “vivían por encima de sus posibilidades”. Ahora los mismos que no se preocuparon demasiado en reparar rápidamente el tijeretazo que sufrieron los ambulatorios nos cuentan que se preocupan más que nadie por nuestra salud. ¿Paradoja?.
Como siempre, mi amigo es de los que te sacuden el alma como una estera. Desde entonces tengo una duda existencial, no dudo de que necesitamos seguir unidos por el camino que nos lleve al final de esta pesadilla si es que queremos de verdad despertar de esta pesadilla que está causando tantos estragos. Pero. ¿Y si aprovechando lo del coronavirus están entre todos representándonos un sainete y, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, se están dedicando a recortarnos las libertades con unas tijeras de podar sin que nos demos cuenta? Si te paras a pensar eso no es nuevo, llevamos años hemos aceptado cosas que hubiesen hecho saltar a nuestros abuelos que se dejaron la vida peleando por la democracia. No se, llámame neurótico pero soy de esos que piensan que los derechos tardan siglos en ganarse y segundos en perderse para siempre. Igual puede que vea fantasmas donde no los hay. ¿No crees?
Pero una cosa está clara, deberíamos vigilar un poco más los acontecimientos que estamos viviendo no vaya a ser que se pasen con los hachazos y entre unos y otros nos acaben liando. Si, será necesario seguir con las medidas que están dando resultado y además no tenemos otras. Pero vayamos con cautela no nos caiga encima aquella frase de Benjamin Franklin que decía algo como que “Aquellos que renunciarían a la libertad esencial para adquirir un poco de seguridad temporal no merecen ni libertad ni seguridad”. Piénsalo.