Viernes por la noche, ese momento ya en el sofá de casa, en el que busco el refugio de una buena película, que ahuyente a los fantasmas, momentos de tensión y preocupaciones. Sumergirme en una historia que me llegue, que me emocione. No siempre la encuentro, pero ayer tuve suerte. La apuesta tenía muchas probabilidades de triunfar. Sorín es un director al que sigo desde hace años, y me ha conmovido en numerosas ocasiones.
Sinopsis: Tras someterse a una cura de desintoxicación para dejar el alcohol, Marco, un maduro viajante de comercio, intenta cambiar el rumbo de su vida. Como parte del tratamiento, se le sugiere que elija un hobby, y él se decide por la pesca. Viaja entonces a Puerto Deseado porque es la temporada de pesca del tiburón, pero también porque su hija Ana vive allí y no sabe nada de ella desde hace años.
Para encontrar a su hija, hace caso de los consejos de un paisano, y pone un anuncio en la radio. El resultado es casi inmediato.
Casita naranja, árboles mecidos por los vientos incesantes. Recibimiento frío, su nieto y el recuerdo doloroso de las canciones de otros tiempos, tal vez mejores.
Esperando la llegada de los invitados, de la redención, el perdón y las expectativas de formar parte de nuevo de su familia. Migas de pan moldeadas con unos dedos agarrotados por los nervios y la incertidumbre.
Ha ido hasta allí para pescar y su toma de contacto con las aguas de los tiburones no parece ser nada satisfactoria.
Este director posee una capacidad ilimitada para emocionarme. Crea unos personajes que de inmediato siento tan cercanos. Me llegan muy hondas sus tristezas, su dolor, su ansia por cambiar, por ser mejores.
Director y guión: Carlos Sorín. Música Nicolás Sorin. Fotografía Julián Apezteguía. RepartoAlejandro Awada, Victoria Almeida, Oscar Ayala, Sandra Ximena Hoyos, Kharold García. Argentina 2012, 80 min. Festival de La Habana: Premio especial del jurado. Web Oficial.