Días extraños, película de culto de ambientación ciberpunk estrenada en 1995, refleja cómo la tecnología puede llegar a suplir ciertas carencias o necesidades. En una ciudad distópica de Los Ángeles de finales del siglo XX hiperviolenta y caótica (que puede recordar a videojuegos como GTA o el reciente Cyberpunk 2077), Lenny Nero, el protagonista, es un expolicía que ahora trafica vendiendo videos que contienen experiencias virtuales, de manera que las personas pueden vivir sensaciones o situaciones que no han tenido. Sin embargo, él mismo es adicto a esa realidad virtual, ya que sigue colgado de su expareja y no deja de ver videos del pasado junto a ella, pero se ve inmerso en una trama un tanto paranoica que le llevará a cuestionarse a sí mismo.
Con un ritmo intrépido, grandes dosis de acción y una historia profunda y con matices, llama la atención la incursión de la cámara en primera persona, incorporando un punto de vista subjetivo. Tanto en estos aspectos como en el tratamiento de la tecnología y la sociedad hiperviolenta, ha influenciado a otras películas y videojuegos.
Días extraños contiene también un tema secundario que bien podría ser el gran tema del filme, de no ser por el peso de la trama del propio Nero. En esa sociedad fragmentada, la policía ha asesinado a sangre fría y sin justificación, al famoso rapero Jericho, quien promulga, cual Malcom X, la igualdad y el fin de la opresión de la comunidad negra. Este dato va cobrando cada vez más importancia a lo largo de la historia, hasta cruzarse con la propia trama de Nero, a quien llega una cinta con la grabación del asesinato de Jericho. Él, que intenta resolver su propio laberinto y recuperar a su amor perdido, tiene que decidir entre usar esa cinta para su propio objetivo, pero perdiendo la oportunidad de que el resto de la sociedad conozca la verdad sobre la muerte de Jericho, o sacrificar su búsqueda en beneficio de un fin más político y social. De manera que la película, que comienza (y acaba) inmersa en una historia íntima, va ampliando sus capas y alcanza una lectura más política, que además está muy de actualidad en 2020, o sea, 25 años después.
En este fragmento se aprecia la importancia de los recuerdos, de los momentos vividos y la dificultad para aceptar que ya no podemos volver a ellos.
(Días extraños -Strange Days-, dirigida por Kathryn Bigelow, EEUU, 1995).