Quizás algunas personas recordaréis que hace unos meses comenté que tenía en mente hacer un fanzine. Varios amigos decidieron que también colaborarían y pensamos que sería terapéuticamente divertido. El caso es que decidí (yo) que el primer número hablaría de la tristeza (porque yo estaba muy triste, y todos ellos también lo estaban (por diferentes motivos, pero lo estaban)). Y quedamos que en mayo lo publicaríamos, pero teníamos faena y para entonces me di cuenta de que yo ya no estaba triste y de que era absurdo continuar con un proyecto con el que ya no creía. Hubo gente que creyó que era porque soy vaga y no me apetecía o porque no estaba suficientemente comprometida con la causa (cosa que no entiendo, porque a fin de cuentas la idea fue mía). Pero pensé que era absurdo hablar de algo que (por suerte) ya no sentía, aunque sea pasajero; no estoy triste, y me he dado cuenta de que la vida es bonita y de que si no estoy triste no se me da bien escribir, y que no es que se me dé bien escribir cuando estoy triste, pero mucho mejor sí, y me apena no actualizar todos los días como antes, pero creo que el blog ha contribuido -en cierto modo- (el otro día me dijeron que ahí se aplica un paréntesis, que los guiones es algo americano, pero para mí tiene otro significado, es un inciso, no un paréntesis, un paréntesis -para mí- no es un inciso. Seguro que entendéis lo que quiero decir; o no, claro, o no). Una vez me pasó algo curioso; me hicieron daño y solamente quería hablar de ello con una persona; con quien hizo daño, pero claro, no podía hacerlo, y me sentí aún peor porque con la única persona con quien me apetecía contárselo y llorarle era la culpable del asunto, y claro, no podía hacerlo. De ésto hace mucho tiempo pero me apetecía decirlo.
Tal día como mañana: 6 de junio (pero de 1998) hice mi primera comunión. Cristo, cuánto tiempo ha pasado desde entonces, no?