En 2001 un destacamento de la policía italiana siguió al pie de la letra la famosa frase que escupió recientemente un representante sindical español. El resultado fue una de las carnicerías más repugnantes que se hayan producido en Europa en las últimas décadas. La película Diaz: Non pulire questo sangue describe los entresijos de esta sórdida historia. El director Daniele Vicari ha dado un puñetazo a esta Europa recién coronada con el Premio Nobel de la Paz. Aquí, en esta limpia comunidad de fraternidad europea, se cometen auténticas barbaries de violencia y tortura protagonizadas por las "fuerzas del orden" y amparadas por los gobiernos "democráticos". Como espectador, uno ve Diaz: Non pulire questo sangue y parece que está viendo una de esas películas que con tanta eficacia nos han descrito las peores torturas de los regímenes dictatoriales. Pero los hechos que describe con una dureza y una clarividencia certeras la película de Daniele Vicari ocurrieron hace poco más de 10 años. Eso sí, aquí, en esta Unión Europea de la "paz" puedes cometer la mayor atrocidad y al día siguiente dar una rueda de prensa condenándola.
Diaz: Don't clean up this blood se presenta dentro de una semana en la Sección Oficial de la Seminci, recibió el Premio del Público en la Sección Panorama de la Berlinale, y está en la lista de posibles nominadas a los Premios del Cine Europeo. Los hechos tuvieron lugar durante aquella contracumbre a la del G8 celebrada en Génova por el movimiento antiglobalización que acabará siendo recordada por la brutalidad de los antisistema (con sus tácticas de "bloque negro" que permitían el asalto y destrozo de todo tipo de mobiliario urbano y sedes de multinacionales) y de los antidisturbios italianos. Enfrentamiento entre descerebrados cuya único lenguaje es la violencia, que provocó la muerte del joven Carlo Giuliani, mártir dramático de las manifestaciones, y el asalto, masacre y tortura de los jóvenes que ocupaban la escuela Diaz, a manos de unos energúmenos vestidos de uniforme. Daniele Vicari reconstruye con la fidelidad que le dan los numerosos testimonios y las posteriores investigaciones, los hechos que precedieron a la carnicería y la brutalidad que ejerció la policía en el asalto a la escuela. Y lo hace con una crudeza y una precisión en el detalle que se agradece, aunque duela. No es fácil ver una película como ésta. Cuando termina, sientes la necesidad de investigar si la descripción que se nos ha presentado ha dejado algún resquicio a la imaginación o a la exageración. Pero descubrimos que no es así. Afortunadamente, el paso del tiempo ha puesto en su sitio muchas cosas, aunque desgraciadamente no a sus responsables.
Como por ejemplo, que el ataque de los antisistema a una patrulla de la policía que se mostraba como detonante del asalto (de este hecho, de una simple botella rota, parten los distintos actos de la película), fue provocado por la policía para poder contar con el apoyo de la judicatura a su ya premeditado golpe violento. O que las otras justificaciones dadas por los mandos policiales (en rueda de prensa sin preguntas, como les gusta también a algunos políticos en España) fueron mentiras o pruebas manipuladas: las barras de acero mostradas a la prensa como armamento del grupo anarquista formaban parte en realidad de las obras de reestructuración del edificio; los dos cócteles molotov que se enseñaron como pruebas irrefutables de la violencia del "Bloque negro" fueron, según confesó un agente posteriormente, introducidas por la policía en la escuela. La última parte de la película, que nos muestra las torturas y vejaciones que sufrieron los detenidos, parecen sacadas de los peores momentos de la dictadura en Chile.Diaz: Don't clean up this blood (el subtítulo lo toma de un improvisado cartel en inglés que pegaron en una ventana para que quedara constancia de la masacre: "No limpiar esta sangre") es un cine necesario, minucioso, bien realizado, efectivo y preciso en la descripción de unos hechos reales sin perder por ello la esencia de esa buena narración que un determinado grupo de jóvenes cineastas italianos nos viene ofreciendo desde hace algunos años, aunque las distribuidoras nos nieguen la oportunidad de ver muchas de ellas. Y hace falta que nos remuevan la conciencia para darnos cuenta de que a veces nuestros supuestos defensores en realidad nos ven como enemigos. También hay que destacar en este contundente retrato del crimen político y policial la excelente aportación del músico italiano Teho Teardo, acompañado por The Balanescu Quartet en una banda sonora de enérgica emoción que acopla, con su estilo de minimalismo electrónico, a las imágenes de la tortura.
Pero lo peor queda después de ver esta película imprescindible con los habituales títulos posteriores que nos sitúan en la realidad (como por otro lado lo hace con inteligencia el propio director mostrando a lo largo del metraje algunas imágenes reales de los acontecimientos):De los 300 policías que participaron en el asalto solo fueron identificados y acusados 29.
45 oficiales de policía, médicos y enfermeras fueron condenados por abuso de autoridad y brutalidad contra los detenidos. El gobierno italiano indultó a la mayoría de ellos.
Tanto el por entonces capo del gobierno italiano, Silvio Berlusconi, como el primer ministro británico Tony Blair calificaron en su momento la actuación de la policía como "correcta". Este mismo año, el gobierno anunció que 86 de los detenidos en el asalto policial a la Escuela Diaz recibirían una compensación económica por los daños y perjuicios recibidos; entre ellos, el periodista inglés Mark Covell, objeto de una paliza (presentada en el juicio como "intento de asesinato") que le provocó la rotura de ocho costillas y 16 dientes, una perforación en el pulmón y una permanente lesión en la columna vertebral. Diaz: Non pulire questo sangre nos muestra el otro lado de esta Unión Europea ganadora del Premio Nobel de la Paz. Lo terrible es que muchas de las justificaciones que se dieron por parte de las autoridades en aquella carnicería se parecen mucho a las que también se han dado en nuestro país recientemente. Ya se sabe: "Leña y punto contra los violentos". Lo demás son daños colaterales.