Revista Medio Ambiente
Son las 5 de la tarde a las afueras de Uvieo. Algunos grupos de palomas torcaces van llegando y se posan en los árboles para pasar la noche. Se escucha el ladrido de unos perros y el ruido del tráfico que circula por las calles cercanas, pero nada hace sospechar el espectáculo que va a ocurrir en menos de un cuarto de hora.
Un pequeño grupo de unos 20 estorninos son la primera avanzadilla y al mirar a lo lejos, sobre la falda del Naranco, ya se ve el grueso de la tropa. Por ahora sólo parecen una nube lejana que se mueve con el viento, pero a medida que se va acercando se empieza a distinguir su verdadera naturaleza.
La nube se expande y se contrae como si fuera una ameba gigante y por momentos parece desaparecer para hacerse visible unos segundos después. Desde todas las direcciones grupos de aves se van uniendo a la fiesta y en un momento todo el cielo queda cubierto de puntos negros.
Durante media hora las aves van y vienen sobre los árboles en los que pasarán la noche. Un cuarto de hora después de la llegada del primer grupo, la gran nube, que probablemente esté formada por casi un millón de aves, se ha hecho gigantesca. La luz del día va apagándose lentamente y de repente, como si hubieran recibido una orden de obligado cumplimiento, todas las aves descienden para posarse en los árboles del dormidero. Ya sólo se les escucha pero la gran nube ha desaparecido por arte de magia.
Se trata de un espectáculo que a pesar de repetirse todas las tardes me sigue impresionando. Quizás unas pocas imágenes sueltas no sean suficientes para darse cuenta de su magnitud, por eso os recomiendo que veáis este vídeo de un par de minutos para que os hagáis una idea.
Os aconsejo hacer click en las cuatro flechitas de la barra inferior del vídeo para verlo a pantalla completa y activar la opción HD. Hace unos años, el dormidero más cercano de los estorninos se situaba cerca del Parque Principado y allí estuvieron unos cuantos inviernos hasta que decidieron cambiar de hotel. Cómo toman estas decisiones una concentración tan ingente de individuos sigue siendo un misterio, ya que sólo se reúnen aquí para pasar la noche, pero al amanecer se dispersan en grupos por los alrededores, para reunirse de nuevo a pasar la noche.
Gracias Javi, por localizar con precisión el lugar y por los momentos que pasamos viendo a los estorninos bailar en el aire. Aun quedan unos cuantos días para seguir disfrutándolos.